Epílogo

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—Por Dios, tesoro, mira tu cabello — JongHo negó con su cabeza mientras detenía el camino de ambos para acomodar un poco el cabello de su esposo.

—Lo siento, se me hizo tarde — Sonrió divertido cuando JongHo le dio una mala mirada —. No me veas así, no tengo culpa.

—No, qué va, ¡te llamé temprano y te dije que no te fueras a distraer con pequeñeces! — Se apartó.

—Lo que pasa es que me distraje por algo que está lejos de ser una pequeñez... — Sacó del bolsillo delantero derecho de su saco una cajita con forma de rectángulo de color rojo terciopelo —. Esto es para ti, mi amor.

Con los ojos bien abiertos y sumamente sorprendido, JongHo sólo lo miraba como si no pudiera creerlo. Bajó la mirada hacia la cajita, y volvió a ver a YunHo, como si no creyera que eso estuviese realmente allí y que fuese para él.

YunHo rió por la expresión de desconcierto de JongHo y abrió la cajita, mostrando un collar de oro puro con un dije en forma de corazón, la mitad de arriba era con patrones de una enredadera, mostrando algo del contenido dentro del corazón, y la otra mitad era únicamente corazón. JongHo lo tomó delicadamente, no quería estropear aquel regalo tan precioso que su esposo le estaba obsequiando, mucho menos porque sería una gran pena que algo le sucediera a un collar tan hermoso como ese. YunHo le dio una pequeña ayuda para abrir el corazón, mostrando su interior, que no era más que una foto de ellos dos juntos días antes de la boda.

—Oh por Dios, YunHo... Está bellísimo...

—Ven, rubia, vamos a ponértelo — YunHo ignoró los reclamos de su pareja y maniobró lo suficiente como para lograr ponerle el collar a JongHo alrededor de su cuello —. Y ya estás...

—Dios... Eres un tonto, un tonto, tonto, tonto — Con las mejillas rojas, JongHo rió y se lanzó a los brazos de su esposo para depositar varios besos alrededor del perfecto rostro de YunHo, sacándole más risas al Caballero.

—No es que no me gusten tus besos, porque los amo, pero probablemente me estés dejando tu lápiz labial por todo el rostro y te recuerdo que todavía tiene que vernos el Reino.

JongHo se separó del alto - claro, le dio otro beso, y por supuesto que fue en los labios -, tenía razón, el Reino entero los esperaba para mostrarse unidos luego de la boda, además de que su primo y esposo los esperaba, y no sólo San y WooYoung, MinGi, HongJoong, YeoSang, SeongHwa y sus padres los esperaban. Entrelazó sus manos con una sonrisita, estaba más feliz de lo que había creído que algún día sería, y era totalmente maravilloso. La boda había sido más mágica de lo que tenía en mente, y ambos habían salido complacidos con el ambiente y aura formado dentro de la iglesia.

En definitiva, este día formaba parte de los días favoritos de JongHo.

—Cuatro... — Apenas JongHo se daba cuenta que YunHo estaba contando en voz alta mientras lo observaba atentamente.

—¿Qué estás haciendo? — Rió.

—Estoy contando tus lunares... Cinco... Seis...

JongHo volvió a reír, besando la punta de la nariz de YunHo y volviendo a andar como si nada.

—Oye, espera, ¡no he terminado!

—Eso ya lo sé, pero nos están esperando — Le guiñó un ojo.

—¿Es una provocación? ¿Quieres adelantar la Luna de Miel?

Las mejillas de JongHo ardieron, joder, esto era un desastre. ¡Él no era un nene inocente! No tenía que ponerse avergonzado cuando YunHo nombrara el tema.

—Tristemente, existen reglas que ni los Reyes podemos romper. Vamos, vamos, ¡todavía falta la fiesta y el banquete Real!

—Tú sólo quieres ir a comer.

—Y no te lo niego. Pero también quiero presumirles a todos mi guapo esposo — YunHo sonrió.

El alto se inclinó lo suficiente como para dejar un beso sobre los abultados labios del rubio, siendo correspondido al instante. Sus manos se entrelazaron con las contrarias, manteniendo sus ojos cerrados y las mejillas sonrojadas. Sus corazones latiendo en sincrónica con la felicidad llenándolos hasta el fondo más oscuro de estos, como si fueran dos jovencitos que recién se conocen, pero a la vez, todo era tan familiar y agradable.

Sus labios conectándose lentamente y separándose en cortos segundos para tomar una mínima cantidad de aire. Enamorados, inocentes y tiernos, expresando a flote de la realidad todo lo que un largo poema diría en diez minutos, ellos lo expresaban en segundos.

—Te amo — Dijeron al mismo tiempo al separarse, provocando que rieran y se miraran a los ojos como si la persona frente a ellos fuese un Dios todo poderoso.

—Chicos — San aclaró su garganta —, no es que quiera interrumpir la fase “Algodón de azúcar”, pero los estamos esperando desde hace casi diez minutos.

—Lo siento — JongHo volvió a reír.

—Se acostumbraran a la fase de algodón de azúcar — WooYoung abrazó los hombros de San, a la vez que este le dedicaba una resplandeciente sonrisa —. Pero bien, vamos. Tu mamá va a querer arrancarnos la cabeza si no te llevamos ahora mismo al balcón.

YunHo asintió, jalando a JongHo con él con una sonrisa traviesa en sus labios que no pasó por alto a JongHo. Al rubio de pronto le entró curiosidad de la razón por la que YunHo sonreía así, y no se quedó con la duda.

—¿Por qué sonríes así?

—Porque aunque por ahorita tengo que compartirte con todas esas personas en una primorosa fiesta, pensar que luego sólo estaremos tú y yo juntos sin nadie molestando me llena de paz.

El rasplandor del sol llegó a sus pies y sus ojos se enfocaron en el balcón frente a ellos, donde San y WooYoung entraron antes para ponerse cerca de los padres de JongHo con una sonrisa enmarcada digna de un pintoresco cuadro.

Justo cuando YunHo se dispuso a dar el primer paso hacia adelante para salir a la luz, JongHo dejó reposar su sien derecha en el hombro del alto, haciendo que este lo mirara.

—Gracias por todo, Yunnie.

Royalty [YunJong] (YunHoxJongHo) ATEEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora