YunHo no se sintió ni se sentía especialmente feliz de haber sido asignado como Caballero Personal del Príncipe Kim HongJoong, se sintió algo devastado por el hecho tener que seguir más de cerca a la estúpida familia Real. Ahora tampoco se sentía feliz, aunque no recordaba sentirse feliz dentro de mucho tiempo, pero ahora tendría que viajar hasta otro Reino con el estúpido Príncipito odioso. Sólo porque los malditos Reyes Kim eran bestias insaciables que querían poseer todo el poder que estuviera a su alcance. Pero ¿qué otra cosa podía esperar de Kim NamJoon y Kim Jennie? Eran tan crueles así como los feroces vientos de los huracanes.
Trataba de distraerse de su enojo viendo el camino que debía conducir, evitando el tonto impulso de desviar la camioneta del camino y tirarla al lago con el Príncipe dentro. Eso sería estúpido considerando que habían otras dos camionetas -una delante y otra atrás de la de ellos- siguiéndolos y casi llenas de Caballeros que protegerían a HongJoong de todo, hasta de él mismo si llegara a hacer una locura como esa.
—¿Cómo se supone que voy a seducir a un Príncipe para obtener su Reino? — HongJoong iba hablando solo en los asientos traseros —. ¿Podrías hablar? Me haces sentir que estoy yendo solo aquí y que esto tiene piloto automático.
—Realmente lo tiene, pero no te dejaríamos irte solo en esta camioneta. No sé qué decirte, yo no soy el que tiene que hacerlo.
—Vamos, ¿no sabes nada sobre ligar?
—No se nos permite a los Caballeros salir, HongJoong, creí que ya lo sabías.
—No me puedes decir que toda tu vida haz sido fiel a esa regla, ¿o no? — HongJoong sonrió con ironía.
—Majestad, manténgase en silencio, por favor. Es hora de su siesta, no querrá que el Príncipe Choi lo vea con las ojeras de no haber dormido en la madrugada, ¿cierto? Todavía no está cerca de amanecer.
HongJoong gruñó desde los asientos traseros, descontento con la respuesta de YunHo pero reconociendo que el Caballero tenía razón, así que no tuvo otra opción que hacerle caso.
Pero YunHo murmuró algunas maldiciones al darse cuenta que volvía a pensar, otra vez, en el Príncipe Choi, o JongHo. Ese Rubiecito que había salvado sin saber que le había salvado el culo a otro de esos desgraciados de «sangre Real». Esos malditos ni deberían existir, todo lo de la familia Real era una gran basura para YunHo, era una completa estupidez. Y se lamentaba totalmente haber pasado un rato con él en lugar de haberlo matado en el bosque, de ese modo, nadie se habría dado cuenta, ni ese Caballero de Compañia lo hubiera encontrado porque se hubiera encargado de que ni las moscas encontrasen el cuerpo.
Negó con su cabeza, no era el momento de perder la cabeza por ello. Por ese mocoso. Sólo tendría que separar lo personal de lo profesional, fácil, era lo que había estado haciendo por tanto, tanto tiempo, que era casi como una segunda piel para él. Sólo tenía que hacer su trabajo, vigilar a HongJoong, y ignorar la presencia de JongHo.
Sonaba sencillo.
Pero había un problema. Ese problema era que los Reyes Kim querían el Reino Choi, así que HongJoong tendría que hacer lo posible e imposible para enamorar a ese Rubio, y eso significaba que este día no sería el único en el que volviera a ver a ese Príncipe. Tendría que seguir viéndolo por tanto tiempo...
A YunHo no le gustaba recordar hechos porque poseía pocos recuerdos buenos -y los buenos que estaban alojados en su cerebros poco a poco se hacían menos claros y ya casi no los recordaba-, ni siquiera al ser uno de los mejores Caballeros del Reino y poder darse tantos gustos -a nivel moral de hacer lo que quiera sabiendo que nadie va a enterarse y a nivel económico por su escandaloso sueldo- le daba un tercio de su antigua felicidad con su familia. Pero, hablando de la actualidad, no quería recordar al mocoso del Reino Choi porque sentía que esa dulce pero maliciosa -para él- voz se mentía en su cabeza, esa vocecita que le decía que no se fuera. Había sido su perdición voltear a ver a JongHo cuando el Príncipito creía que ya no estaba cerca de ellos, porque pudo verlo con sus ojitos llenos de lágrimas. Apesar de la oscuridad que había al ser de madrugada, podía ver esas estúpidas lágrimas, ese rostro demostrando toda la pena que sentía, había sido suficiente como para remover las entrañas de YunHo de arrepentimiento.
Ahora, cada vez que cerraba sus ojos, casi podía verlo ahí, de nuevo, rogándole que no se fuera y que se quedara ahí con él.
Tonterías. YunHo no debía tener razones para sentirse arrepentido de dejarlo ahí, ni siquiera lo había dejado solo. Haberle salvado el trasero y haber estado hablando un poco con el Rubio no debía ser suficiente para estar «conectados» o para sentir pena por el chico por dejarlo llorando.
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YunHo tuvo que reprimir el impulso de abrir su boca en asombro cuando vio el Castillo del Reino Choi, era como el doble -o tal vez el triple- del tamaño del Castillo del Reino Kim. Sabía que, entre todos los Reinos, el Reino Choi era el más grande de todos y el más adinerado, sin embargo, era también uno de los más humildes y trabajadores, irónicamente. Pero no esperó que fuera TAN enserio el asunto. Cielos, ahora en parte entendía mejor la avaricia de los Reyes Kim por tener el Reino para ellos solos.
—Abreme la puerta, gigante.
Gigante. GiganteYunnie. Mierda, ¿acaso todo lo que estuviera a su alrededor o lo que le dijeran lo relacionaría automáticamente con JongHo? Era inaceptable.
—No vuelvas a llamarme así.
HongJoong tembló cuando escuchó la voz de YunHo salir en palabras y un tono tan frío, maquiavélico, oscuro, grave, que casi se encogió en su asiento por instinto. Pero no podría dejarse intimidar por YunHo, eso sería humillante.
—Y si lo vuelvo a hacer, ¿qué harías? — HongJoong sonrió con capricho.
—Te torturaria de diez formas diferentes y luego acabaría con tu patética vida dejando que tu preciada sangre Real cayera al mugroso suelo. Te enterraría en el asqueroso bosque más cercano para que los gusanos se comieran pedazo por pedazo tu insignificante cuerpecito de marica, y luego escaparía del Reino. Eso haría, Majestad.
HongJoong tragó saliva por su actual garganta seca cuando los oscuros ojos de YunHo dieron con los suyos cuando los ojos del Caballero lo miraron de reojo por el espejo de la camioneta. Luego carraspeó, Dios, esto era mortificante para él. Aunque llevaba años con YunHo viviendo en el mismo Castillo que él y sirviendo a su familia, no conocía nada de él y sabía de lo que era capaz de hacer ese hombre.
—S-Sólo sal y abre la maldita puerta, Jeong.
—Como desee, Majestad.
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Royalty [YunJong] (YunHoxJongHo) ATEEZ
RandomAunque JongHo pretende ser el Príncipe perfecto a los ojos del Reino entero, los empleados del Castillo y sus padres, los Reyes, sabe que está lejos de serlo. Por ende, al ser de la realeza, debe ser perfecto, con cada pelo de su rubio cabello peina...