Capítulo 13

1.4K 95 2
                                    

~LEXA~
Estaba tan empapada de sudor que se pegaron a mi piel ardiente. Jadeaba contra mis brazos, asi que tenía que detenerse. Tenía que hacerlo.

¿Estaba tratando de matarme? Echó las bragas hacia un lado y presionó con las puntas de sus dedos en mi trasero.

Gemi. Ella se puso de pie, y llevó el látigo hacia mis nalgas haciendo un sonido de golpe húmedo.

-Mucho mejor  Dijo.

- Cada vez que sientas mi latigo quiero que me digas por qué te lo mereces. El latigo aterrizó con tanta fuerza en mi trasero que se envolvió alrededor de mis piernas.

Me agarré del poste de la cama, presionando la cara contra mis antebrazos, luchando contra el dolor.

No podía buscar algo en mi mente lo suficientemente rápido como para contestarle, todo lo que podía hacer era gritar y rogarle que se detuviera.

-Hazlo mejor. Dijo y me azotó por detrás de la rodilla.

-¡Lo siento por haberte golpeado!. Grité, era lo único que pude pensar.

-Golpeado... Qué?. Gruñó. Los golpes llegaron tan rápido que perdí la cuenta de cuántos fueron. Me resistía y gritaba por debajo del latigo.

-Eso, te golpee, Ama.  Lo siento.

Esto era un juego, lo sabia ahora. Si me olvidaba decir «Ama, me pegaba varias veces; de lo contrario, solo una.

En el momento en que terminó, mi garganta estaba lastimada, mi cuerpo ardía la palabra "Ama" era más fácil para mi que llorar. Mi cabello estaba desparramado por todos lados, pegado al sudor que me cubría de se habían acumulado durante la golpiza.

Estaba colgada de los brazos, jadeando en busca de aire. Clarke también jadeaba. Agarró un cepillo de su valija lloriqueé.

-Por favor, no más... Ama, no más. Mi voz era ásperamente débil, pero me respondió.

-Shh, mascota. Cepilló mi cabello hacia atrás para amontonarlo en un moño en la parte superior de la cabeza. También me dio agua, tanta como queria.
La mayor parte chorre por mi cuerpo, pero se sentía tan bien que me encontré derramándola a propósito.

Me sacudi violentamente cuando estuve desatada. Solo era cuestión de desatar la cadena de las correas, soltando mis antebrazos, pero también al desatarme se desató un nuevo dolor.

Caí al suelo y rodé sobre mi rostro. La picazón de la alfombra torturaba a mi piel. Grité al sentir sus dedos clavándose en mi carne lastimada cuando me levantó.

El edredón era diferente. Se sentía fresco y acogedor, y me retorcía contra él, con el trasero al aire. Ya no me importaba cómo me veía. No tenía decencia ni vergüenza.

Ella salpicó mi cuerpo con agua y todo lo que podia hacer era gemir.

-Esto te va a doler un poco pero prometo que te sentirás mejor cuando haya terminado Mi cuerpo se tensó. Presione las nalgas juntas, con miedo de que no hubiera terminado con el látigo todavía.

Me estremecí cuando sus manos se pusieron en contacto con la piel herida. Me frotaba una crema fria, la sensación era tan deliciosa que me apoye en sus manos mientras la ponía. Quería llorar cuando se detuvo, pero no lo hice. Ella se acostó a mi lado, con su rostro cerca del mio, pero no me aleje.

La miraba directamente a los ojos. Y sonrió, cálida, amable y acogedora. De alguna manera y contra todo pronóstico, todavía me recordaba a la primera vez que la conocí. Cerré los ojos. Agolada, me dormí de nuevo. Esa vez no soné.

~CLARKE~

No he podido dormir. Miro como Lexa duerme tranquilamente. Durante la noche se ha movido. Ahora me da la espalda.

Quito toda mi ropa. Tal vez por eso no he podido dormir. Siempre duermo sin nada.

Aprovecho que Lexa esta dormida para acariciar su suave piel. Solo paso las yemas de mis dedos por su brazo. No quiero volver hacerle daño.

Recuerdo como la trate hace horas. No lo disfrute.

Hace años castigo a mis esclavos como lo hice con ella. Pero en ellos el castigo me daba placer. Saber que podía hacer lo que quisiera con sus cuerpos. Era una sensación muy adictiva.

Pero con Lexa me sentí miserable. Sentia su sufrimiento, y me daban ganas de parar y abrazarla hasta calmar todo el sufrimiento.

Pero no podía, ella tenía que aprender que ahora era mía, y yo decidiría apartir de ahora que hacer con ella.

Salgo de la cama y ve visto de nuevo. No puedo seguir viendo a Lexa desnuda sin querer tocarla.

Voy a la puerta. Me giro y veo su cuerpo otra vez, yaciendo boca abajo en el colchón, las marcas entrecruzando la parte de atrás de su cuerpo desde el hombro hasta el tobillo.

Quería pasar la punta de mi lengua, sin dejar una sola parte de ella sin trazar. Cierro la puerta y pego mi cabeza a esta.

A través de la puerta podía oir su llanto amortiguado me recorrió un extraño escalofrío, la tensión giraba en mi interior, manifestándose en todo mi cuerpo, mis músculos tensos.

Comiendo abrir y cerrar las manos en puños apretados, los nudillos reventando y luego relajándose.

Aflojó más el cuerpo, forzándome a si misma a relajarme. Eran las tres de la mañana. Estaba ansiosa, sudada, y con necesidad de algo, cualquier cosa, un hombre, quizás.

Miró para otro lado, la suave tonalidad de las luces era tenue pero iluminaba lo suficiente. Me gustaba esta casa desde que la compre.

Me gustaba más con cada semana que pasaba en ella. Por lo que me habían contado, habia sido una plantación de azúcar hasta que la revolución mexicana puso fin al trabajo esclavo.

La tierra era estéril ahora, pero la casa permanecia en pie. El dueño había gastado cientos de miles en remodelar el hogar, poniendo electricidad en todas partes, aunque muchas cosas las había diseñado a mi gusto.  

La larga y cuadrada cocina parecía caerse a pedazos cuando llegué, pero con los diseños de los mejores arquitectos del país todo fue remplazado por artículos de ultima generación. Se podías ver destellos de lo nuevo y lo moderno. Tenia una cocina de fogones, pero también un microondas. Las baldosas de cerámica bajo mis pies eran originales, pero la chimenea era eléctrica, no podía estar pidiendo leña a domicilio.

De hecho, la única habitación de la casa que estaba completamente terminada era la que estaba ocupando actualmente, la suite principal.

De fondo Lexa seguía llorando, y el sonido de sus sollozos parecía amplificarse en mis oidos. Cierro los ojos y mi cerebro inmediatamente buscó el recuerdo de su cuerpo enrojecido atado al poste de la cama, abierto, a mi total merced.

Dejo escapar un suspiro. Quizás debería visitar al bar que hay calle arriba y encontrar a un hombre para sacarme de la cabeza a la chica que estaba tras la puerta cerrada.

Captive in his armsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora