Capítulo 18

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~LEXA~

Clarke se arrodilló entre mis piernas abiertas y se inclinó sobre mí, con las manos en la alfombra.

Volví la cabeza a un lado. Me besó, primero detrás de la oreja, luego en el cuello.

-Pero deseas hacerlo.

-Para. susurré.

-¿Por qué?. Susurró muy suavemente.

-¿Está de repente mi camisa demasiado caliente?.

Un pequeño grito de asombro escapó de mis labios cuando su cálida mano palmeó mi pecho a través de la suave tela.

Abri la boca para decirle que no fuera tan creida cuando su otra mano se lanzó hacia abajo para tocarme entre mis muslos. Me quedé petrificada, paralizada del miedo.

A través de la tela de su camisa me acariciaba con los dedos, manteniendo al mismo tiempo sus ojos fijos en los mios. No entró en mí, no podía con la camisa en medio, pero aún así sus dedos invadieron cada fibra de mi ser.

La sentía en todas partes. Entonces, contra toda lógica, sentí m rubor calentándome. Placer, deseo, no dolor.

Repentinamente todo mi cuerpo se centró en los dedos de Clarke y lo que estaban haciendo. Mi corazón se aceleró, y contuve el impulso de gemir.

La boca de Clarke se convirtió en una sonrisa conocedora, y luego apartó las manos lentamente, dejándome jadeando en el suelo.

- Ahora. Dime que no me odias.

-No. Sus pechos desnudos se impresionaron contra mi; y su calor envió escalofríos por todo mi cuerpo.

Me besó el cuello mientras bajaba la mano por mi muslo. Inhala profundamente, y a continuación exhala en un susurro a través de mi piel.

Forcejeé con las muñequeras, intentando liberar mis manos. Ella redujo la velocidad, acariciándome calmadamente de una manera suave y amorosa.

Clarke se meció de atrás hacia adelante sobre mi, besándome, frotándome, respirando sobre mi piel.

Algo en mi cuerpo cambió, pero yo no quise. Me puse cachonda, muy cachonda. Mi respiración se aceleró, y lo único que podía hacer era olerla, por todo mi cuerpo, respirándole, introduciendo su esencia en mi interior.

Bajó por mis pechos besándolos, sosteniendo mis rodillas separadas.

- Para....Para. La primera protesta era real, la segunda... no estaba segura.

Su boca se aferró a mi pezón a través de la tela de su camisa, de alguna manera era más insoportable porque no conseguía llegar a mí chupó con más fricción, haciendo qne mi pezón se pusiera duro, húmedo y caliente.

Medio suspiré y gemí, incapaz de resistirme inclinando mi cabeza contra la alfombra, con los ojos cerrados, cayendo en unas sensaciones que nunca había sentido antes.

-No me odias en absoluto, creo que te gusto bastante.
Yo estaba llorando, pero no era por las razones correctas.

-Creo que sé de algo más que podría gustarte.

Sus manos y su boca bajaron por mi cuerpo y aunque sabía que debería, no me atreví a decir nada en contra.

Ella iba a hacer lo que quisiera, protestara o no. ¿Sería tan horrible si no hiciera nada? ¿Podría soportar la culpa?

Mis ojos se abrieron de golpe y me senté en cuanto su boca caliente cubrió mi sexo.

Clarke miró hacia arriba y agarró el collar que me rodeaba el cuello, besándome con furia antes de empujarme de nuevo hacia atrás.

Sorprendida, me retorcía de un lado a otro, gritando y gruñendo. Me saboreé a mi misma en su boca; yo estaba en sus labios.

Ella gimió contra mí mientras deslizaba su lengua arriba y abajo por mi carne secreta, creando gemidos y gritos en mi pecho.

Apreté las piernas tan fuerte como pude, sus dedos se clavaron en el interior de mis muslos. No sentía nada excepto su boca sobre mí.

Mi cuerpo se convirtió en una extensión de esa pequeña y rosa boca de entre mis piernas.

Sin conciencia, sin vergüenza, quería lo que quería y no me importaba quién lo hiciera. Mi propio cuerpo me había traicionado.

Mis músculos se tensaron, todas las sensaciones que recorrían mi cuerpo se concentraron en un punto que Clarke lamió.

La cabeza me daba vueltas y en un instante cegador pareció que mi cuerpo explotaba.

Arqueé la espalda, mordiéndome el labio, retorciéndome contra su cara hasta que el violento espasmo me recorrió.

Me acosté en el suelo jadeando, gimiendo quedamete cuando un suave cosquilleo se extendió por todo mi cuerpo. Ella descansó su cuerpo sobre el mio. Me besó el cuello.

-Te dije que te gustaría. Susurró. No tenía palabras para eso. Giré la cabeza y la miré a través de mis parpados entrecerrados.

- No deberías morderte el labio con tanta fuerza, la próxima vez solo suéltalo. Dijo limpiándome el labio con su pulgar.

Sus rosados labios estaban húmedos, ya sea de sudor o de mí, ¡por favor que sea sudor!. Ella sonrió y me besó en la boca... era yo. Qué humillante.

-Te odio. Le dije en voz baja, mirando al techo, distante, saciada y vaciada de algo.

Me apartó el pelo de la cara y me besó de nuevo. Sus dedos se presionaron contra mi carne húmeda y yo no pude evitar gemir mientras mi cuerpo palpitaba violentamente.

-Pero tu coño no... y eso es lo importante. Ella sonrió, y yo cerré los ojos, mirando otro lado.

- De hecho, así es como te llamaré... Gatita. Mi corazón se sintió repentinamente herido. Tengo un nombre: Lexa.

Se me ocurrió que casi nunca me había llamado por mi nombre, y se me ocurrió también que aquello quería decir que nunca me había visto como una persona.

Mi garganta se cerró por el dolor. ¿Había alguien en el planeta al que le importara quién era yo?

Pensé en Octavia, mi mejor amiga. A ella le importaba. Ella nunca perdería la esperanza de encontrarme.

Cuando mis ojos finalmente se enfocaron, Clarke me miraba con esa extraña expresión en el rostro.
Todavía estaba sonriendo, no brillantemente, solo con curiosidad, como si de alguna manera supiera que había estado a cientos de kilómetros de distancia.

Captive in his armsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora