Capítulo 26

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~LEXA~

Mis antiguos instintos por defenderme de sus caricias me habían dejado en algún momento, no podía recordar el momento exacto en que se habían detenido.

Ahora esperaba sus caricias. Mi piel inconsciente e impaciente, esperaba una caricia para alimentar esta nueva hambre en mí.

Pude, de pronto, sentir su peso en mi espalda, escuchar sus gruñidos bajos en mi oído cuando había tomado el placer en mí. Aparté el camisón de sus capaces manos y abrí los ojos, expectante pero también desconcertada.

Lo intenté, y no pude reprimir un estremecimiento cuando sus manos suaves lo deslizaron por encima de mi cabeza. La seda me lamió la piel de la cabeza a los pies, primero fresca y luego caliente, ya que absorbía mi calor.

-Por aquí. Su voz era suave. Otra caricia, ésta por mi brazo. Me quedé mirando sus pechos, sus pezones contra la tela oscura. Me tomó la mano y me llevó hasta la puerta.

Mis pezones endurecidos, presionaban contra la seda. «¿Realmente me va a dejar salir?»

-Vamos dijo, dándome una pequeña sonrisa de aprobación. Me congelé. Me preguntaba a mí misma: «¿De verdad está pasando?». Y como siempre, la respuesta era: sí.

-Vamos. Dijo ella, dándome una pequeña sonrisa de aprobación. Me congelé. Me preguntaba a mí misma: «¿De verdad está pasando?». Y como siempre, la respuesta era: sí.

Entré en la sala de estar como si entrara a un mundo totalmente diferente. También es cierto que estoy extrañamente asustada por entrar. Dudé, la habitación era demasiado grande, demasiado fría y elegante, demasiado brillante para mis ojos sensibles.

Apreté la mano de Clarke, necesitaba asegurarme de que estaba cerca de mí, y luego me detuve.

Me di cuenta de lo ridículo de mi proceso de pensamiento, pero también sabía que no había manera de cambiarlo. «¿Cómo se llama cuando un rehén se refugia detrás de su secuestrador? ¿Estocolmo?» «¿Lo tengo?.

¿Podría cogerlo como la gripe?» Sabía que era estúpido de pensar. La respuesta simple era que no quería encontrarme con el otro tipo, él que me compró, eso es todo. Sí, sí, por supuesto.

Estos pensamientos me tranquilizaron. Clarke había llegado a mí, no es así. «¿No la tengo?». Me sacudí el pensamiento y solté la mano de Clarke para enfatizar mi punto. Acepte este monólogo interior.

Mis ojos devoraban cada superficie, cualquier objeto, ya que sabía que pronto estaría de nuevo en la habitación negra. Levanté la vista hacia el techo, a unos doce metros de altura, y estaba maravillada de las gruesas vigas de madera que iban de pared a pared. Era hermoso, viejo, y grandioso.

Debajo de mis pies había cerámica, maravillosa, algunas con flores como diseños. Tapices y candelabros en la pared se alineaban en la habitación grande, acentuando la poca antigüedad de las sillas.

Esta no era una casa cualquiera, era una mansión, tenía una mezcla entre lo antiguo del lugar y lo moderno.

Me sentí como si estuviera en una sala de estar del siglo XVIII. En cualquier momento,  un hombre que llevaría una corbata, de estilo elegante, con un bastón inútil entraría en la habitación y me ofrecería té.

¿Dónde diablos estaba? A la izquierda, divisé un tipo de área de cocina. Había una enorme mesa. Y al otro lado, a mi derecha, por fin vi... una ventana abierta.

Creo que solté un apresurado chillido. Corrí a la ventana, quitándome el agarre de Clarke cuando intentó detenerme, pero no me persiguió.

Me agarré de los barrotes, mirando hacia fuera. iTodavía era de noche! Estaba esperanzada de que fuera de día, no había visto el sol en... en... en...?.

Mi cerebro no podía procesar nada más allá de ver el mundo exterior. Todavía estaba atrapada.

Esta era una prisión dentro de otra prisión. Sin embargo, estaba más en libertad de lo que había estado en mucho tiempo, un gusto, pero tendría que ser suficiente para sostenerme.

Abrumada, miré hacia la noche. Llegué a través de los barrotes, deseando que no estuviera allí, toque la ventana, el calor del cristal. El panorama era silencioso y dificil de distinguir, la luna, por ningún lado.

Me preguntaba si este paisaje permanentemente negro era por lo que ella me había dejado salir esta noche, aunque no sabría decir dónde demonios estaba.

Podría estar a tres calles de casa, o en otra ciudad. El viaje hasta aquí fue muy largo, no recuerdo cuantas horas fueron.

En ese entonces solo quería llegar y conocer a la gran Clarke Griffin, la mujer que según yo me libraría de todo el sufrimiento que estaba viviendo. La voz de Clarke invadió mis pensamientos.

-¿Tienes hambre?. Dijo detrás de mí, muy por detrás de mí. No le miré, absorta en la oscuridad exterior y distraída con todo lo demás. Me las arreglé para decir

-Más o menos.

-Bueno, es el «tipo de pregunta» de sí o no. Te agradecería que me respondieras correctamente, y mírame cuando te hablo.

Quité mis ojos de la ventana y la miré. Tenía esa sonrisa grande en su cara otra vez.

La misma sonrisa que había estado usando para causarme tanta confusión interna

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La misma sonrisa que había estado usando para causarme tanta confusión interna. En la oscuridad, me retorcía en nudos, en la luz era casi paralizante.

-Lo siento, Ama. Dije, recuperando la compostura.

-Sí... tengo hambre.

Me volví hacia la ventana y apreté los barrotes. Sus palabras resonaron en mi cabeza: «Seguro te sientes tan bien. Me encanta estrecho culito».

-Hay solomillo de ternera con foie y manzana braseada, Filete de Turbot con lentejas Ahumadas o Atún en emulsión de vino tinto. ¿Qué prefieres?.

-Um,¿el primero?. Respondí, dándome la vuelta otra vez.

Nunca había escuchado de esos platos, se escuchan muy caros y glamurosos.

A pesar de que esto se sentía como una prueba, un juego. No estaba sintiendo tanta hambre, pero tenía miedo de que si no comía tuviese que volver dentro de mi prisión.

Ella me llevó a la mesa, donde había muchos platos con pequeñas porciones en cada uno.

Cada uno se veía como el plato principal del mejor restaurante de cada país.

NOTA:

Tarde pero llegó. ;)

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