Capítulo 19

1.3K 90 4
                                    

~LEXA~

Nos miramos la una a la otra durante unos segundos aunque no podía decir lo que ninguna de las dos estaba pensando en ese momento.

Simplemente no podía apartar la mirada. Mi pecho se estremeció con un sollozo que no liberaría. El hechizo se rompió, lentamente Clarke se desenredó de mi para luego cogerme de brazo y levantarme.

La cabeza me daba vueltas y me temblaban las piernas. Estaba a punto de apartar de un tirón mi brazo de su firme mano cuando de repente sentí un torrente de calor húmedo corriendo sobre mis muslos.

Instintivamente cerré las piernas y miré hacia abajo, inmediatamente mortificada al descubrir un hilo de mi humedad tratando de correr por mi muslo.

Clarke miró también y no pude evitar arder de vergüenza o las nuevas lágrimas en mi rostro.

Clarke dejó escapar un sonido entre un suspiro y un gemido antes de agacharse para trazar con la yema de los dedos el reguero.

Levantó los dedos, frotando la evidente humedad por las yemas de sus dedos con el pulgar. Para mi absoluto horror se lamió dos de sus dedos, cerrando los ojos, saboreando mi puta humillación. Lloré. En alto esta vez.

-¿Cuál es el problema Gatita? Me presionó.

- ¿Hay algo de malo en disfrutar el placer que te doy?.

Ella me miró con evidente satisfacción, aun cuando mis lágrimas rodaban por mis mejillas antes de caer al suelo.

- Respóndeme Gatita.

Insistió, con algo de su emoción abandonando su voz. No podia darle una respuesta.

Deliberadamente, ella agarró mis dos brazos atados y me llevó a la cama. Se sentó primero, asustándome cuando tiró de mí a su regazo. Dejé escapar un grito de sorpresa, pero rápidamente me quedé en silencio. ¿Qué nuevo infierno tenía planeado?.

- ¿Por qué lloras Gatita? Exigió.

- ¿Te he hecho daño hoy?. Ella me besó suavemente en el hombro.

-Si. Le respondí con un sollozo. Hoy, el dolor era emocional, del peor tipo.

Ella se apartó de mi hombro con una expresión de sorpresa, pero rápidamente se puso su máscara de indiferencia. Sus labios una vez más, encontraron su camino hacia mi hombro, esta vez hacía mi nuca.

Me tensé, buscando alguna manera de escapar de sus caricias, pero sabiendo que no había ninguna.

-Respóndeme correctamente por favor. Murmuró.

- ¿Te he follado?. Jadeé, paralizada por el miedo abrumador.

- No Ama. Dije con una voz apenas por encima de un susurro.

Me rodeó con su brazo izquierdo fuertemente, tirando de mí más cerca de su pecho, forzando mi cabeza apoyarse en su hombro. Excluyendo el miedo, la humillación y nuestra semidesnndez, esto había sido exactamente lo que había querido una hora antes.

Había querido que me abrazara. Cuidado con lo que deseas...

- ¿Te has corrido?. Susurró con la misma voz suave.

Cerré los ojos y luché por no estremecerme con mis silenciosos sollozos .

- Está bien Gatita; me puedes decir la verdad. Vamos, di: «gracias Ama por permitir que me corriera».

Con la mano derecha me obligó a abrir las piernas por encima de sus muslos, luchando contra mi cuando en vano intenté cerrarlas.

Luché con lágrimas mientras mi mente daba vueltas.

- Estás haciendo que me enfade Gatita; responde a la pregunta. No pude más.

-iMi nombre no es Gatita!. Grité, sucumbiendo finalmente a la histeria. Casi de inmediato, Clarke me inclinó sobre su rodilla izquierda, sosteniendo mis piernas hacia abajo con la mano derecha y me dio un rápido torrente de golpes que me hicieron gritar.

Mientras que mi mente se dispersaba en todas direcciones, en busca de mi ingenio, los golpes siguieron cayendo sobre mi trasero desnudo.

- Por favor, para, por favor, para, lo siento mucho. Juro por Dios que lo siento. Le supliqué, la misericordia parecía ser la última cosa que Clarke tenía en mente.

Se dobló sobre mi cuerpo que se retorcía y colocó su peso sobre mis hombros para que pudiera azotarme de verdad mientras yo luchaba con frenético terror.

-Por favo... por favor Ama. Lloré sin parar soltando largos y guturales gemidos. Quería tanto frotarme la espalda, pero ella sostuvo las correas.

-¿Es el dolor lo que hace que sea más fácil para ti Gatita? Tu orgullo requiere que seas golpeada hasta la obediencia?. Su voz era baja, cruda, excitada.

Ella me pegó una vez más, exigiendo una respuesta que me negué a dar. Me había perdido de nuevo y de repente me di cuenta que después de cada azote, me frotaba para aliviar la picazón.

Me pregunté por qué, incluso mientras más azotes aterrizaban mis pensamientos estaban empezando a fracturarse mientras buscaba una manera de escapar de lo que me estaba pasando.

<Sólo dale lo que quiere>. Parará. ¿Qué había hecho yo para merecer esto? "Actúa como una puta y serás tratada como tal"... Siempre esas palabras, siempre me perseguían y me castigaban.

De repente fue un consuelo saber que una vez que Clarke terminara de castigarme también me perdonaría. Ella no se aferraría a unas transgresiones imaginarias. Ella me perdonaría. Yo quería ser perdonada. Algo interesante ocurrió entonces.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo y mi mente estuvo de repente en blanco. No pensaba en nada. Literalmente nada. No había dolor, ni pena, ni nostalgia o tristeza. Solo existía el sonido de la mano de Clarke aterrizando en mi trasero, mis gritos, su respiración controlada.

Sus golpes ya no eran dolorosos; mi trasero estaba adormecido, caliente. Poco a poco me quedé inerte en su regazo. Era extraño, pero me sentí... en paz.

Clarke me soltó entonces, todavia agarrándome con firmeza aunque pude sentir su cuerpo relajándose contra el mío.

El momento fue silencioso, solo se oían nuestras respiraciones, la mía áspera y rápida, la suya lenta y profunda.

Ella me acarició la espalda en silencio, frotándome como si fuera un caballo, pero no me importaba lo necesitaba, lo ansiaha.

Me relajé más. Después de varios minutos, ella rompió suavemente el silencio.

- ¿Cuál es tu nombre?.

-Gatita. Le contesté desde algún lugar fuera de mí. Con cuidado, me frotó las doloridas e hinchadas nalgas. Mi respiración se ralentizó, mi cuerpo zumbaba.

-Es mucho más fácil cuando te rindes Gatita. Dijo en voz baja. Ella solo fue respondida por mi bajo gemido.

Captive in his armsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora