Capítulo 25

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~LEXA~

Después del baño, me secó con una toalla en silencio. Lo agradecí. Me subí a la cama sin protestar, buscando la inconsciencia del sueño incluso cuando rezaba por no soñar con todo lo que acababa de suceder.

Quebranto, confusión y más incertidumbre. Más impotencia. Mis oraciones, como todas, quedaron sin respuesta.

Se tumbó a mi lado y supe que dormir no era una opción. Abrí los ojos y miré fijamente a la oscuridad. Estaba bloqueada, hundida.

No sólo estaba conmocionada por lo que me había hecho, sino que estaba más conmocionada aún por cómo había conseguido que mi cuerpo se volviera en mi contra.

El dolor había sido intenso, y aún a veces había sido como si ese mismo dolor se uniera con el temblor violento que me atravesó cuando me había hecho correrme.

La vergüenza me abrumó. Parte de mí lo había disfrutado. Las pocas veces que ella había disminuido el ritmo antes de ese temblor, yo le había retenido apretándole más.

«Hacía donde se suponía que iría a partir de ahora?. Me tumbé allí, con los ojos abiertos de par en par, mi respiración lenta, mi alma derrotada, y me quedé mirando al vacío. a mí, desnudo y caliente contra mi piel. Ella se quedo tumbada junto mi, no pensar en nada excepto en la oscura habitación que moverme, no pensar rápidamente se estaba convirtiendo en toda mi vida.

Las lágrimas atravesaron mi cara, saliendo de mi ojo derecho, cruzando el puente de mi nariz, entrando dentro de mi ojo izquierdo y cayendo en mi almohada. «Mi almohada, mi única amiga» Sollocé, dispuesta a mantener mis lágrimas en privado.

Eran mías, no suyas. Y en cualquier caso a ella no le importarían. «Ella no se preocupaba por mí de todas formas»

- Con Finn las cosas son mucho más fáciles, él es un puto que difruta con todo lo que le hago, la primera vez que le abrí su culo me agradeció con dos orgasmos.

No dije nada, solo intentaba no llorar.

-Gatita, esa no es la forma de comportarse. Dijo, su voz indicando que estaba lista para atormentarme.

-Sé que no fue del todo malo para ti, te corriste, más de una vez.

Sus palabras me atravesaron, y una fuerte punzada de humillación en el pecho me hizo encerrarme más en mí misma. Quería decir algo cruel, pero me lo tragué. No quería abrir la boca, si lo hacía, sólo estallaría en lágrimas y no quería llorar más.

Estaba harta de llorar. Me besó en la parté de arriba de la cabeza.

Tragué saliva muy fuerte y tomé una larga y lenta inspiración.

-Todo lo que quieres es hacerme daño. Dije con calma. Un indicio de miedo se unió a mis palabras.

Esperaba más violencia pero no me importaba una mierda. En lugar de eso me acalló.

-Ven aquí. Dijo, con mucha dulzura, sonando tan segura.

- Todo va a salir bien. Me agarró bruscamente y me giró la cara hacia su pecho.

Antes de que pudiera pensar en ello, estreché mis brazos a su alrededor y la abracé tan fuerte como pude. Ella era mi tormento y mi consuelo; la creadora de la oscuridad, y la luz que había dentro de mí.

No me importaba que sin duda pudiera hacerme daño en cualquier momento, justo ahora; necesitaba a alguien que me abrazara, alguien que fuera amable conmigo, alguien que me dijera exactamente esas palabras. «Todo va a salir bien». No iba a ser así, por supuesto, lo sabía.

Pero no me importaba Necesitaba la mentira. Necesitaba mis libros, mis películas, y ahora, los brazos de Clarke.

Me abrazó durante lo que pareció una eternidad, y me meció con ternura, hasta que todo mi llanto se acalló y simplemente descansé contra ella.

-Por favor, no me dejes aquí. Odio estar aquí. Sus dedos acariciaron el lateral de mi cara y me dieron esperanza. Pero entonces le sentí moverse lentamente saliendo de la cama.

Sin una palabra de consuelo, recogió su ropa y me abandonó. Perdida, me tumbé de nuevo y tiré acercando más mi almohada.

Luego de unos minutos la puerta se abrió lentamente, la sombra de Clarke era significativamente menos siniestra, con un halo de luz de la habitación detrás de ella.

Yo estaba, me atrevo a admitir, aliviada de verla. Clarke. Me detuve antes de que dijera su nombre, en su lugar tomé una bocanada de aire.

Me senté... y esperé. Ella se puso de pie junto a la puerta, luego casualmente. Sostenía descuidadamente lo que parecía un camisón de seda en la mano izquierda.

Me quedé mirándola mientras lo tendía hacia mí. Cansada, traté de descifrar su expresión en la oscuridad. ¿Era este otro maldito juego? Si era así, ella era aún más cruel.

-Y bien, ¿Gatita? Te lo vas a poner o finalmente has terminado con tu autoindulgente modestia?

Esperé a que la burla terminara, pero ella siguió mirándome con expresión burlona. Caminé hacia ella y la agarré de la mano, esperando que se resistiera.

Cuando no lo hizo, me moví un poco hacia delante, rozando mi mejilla con su pecho por un breve momento antes de que me reprendiera a mí misma.
Se echó a reír, era casi...dulce.

La tela era suave y sensual, mientras la deslizaba entre mis dedos noté una abertura.

Nunca había estado tan cerca de la puerta abierta y mi emoción era casi palpable. La luz que se filtraba en la habitación detrás de Clarke me hacía señas bruscamente.

Solté la resbaladiza seda. Las manos de Clarke se acercaron inesperadamente a las mías. Las mantuvo quietas, estabilizando el temblor de mis manos, demasiado excitadas.

Levanté la vista hacia ella, finalmente pude distinguir la habitación contigua. Estaba emocionada, extrañaba verla a la luz para realmente verla, claramente, como la vi ese día que llegué a esta casa.

Parecía una eternidad sus rasgos con el resplandor de la luz.  Su mano derecha se levantó hacia mi cara.

Fue puro instinto lo que me pidió que cerrara los ojos cuando sus dedos acariciaron primero mi frente, luego mi pómulo la curva de mi mandíbula, y por último, pasó su pulgar por el arco de mis labios. Me estremecí.

NOTA

El segundo... Creo que si voy a lograr completar los tres capítulos del maratón. ;)

Captive in his armsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora