Capítulo 17

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~LEXA~

Me tomó la cara entre las manos, limpiándome las lágrimas.

-Todavía crees que tener un trozo de tela entre nosotras te prolegerá de mí?. Le miré, implorándole con los ojos.

-Recoge la camisa. Dijo.

Me arrodillé lentamente, sin dejar de mirarle mientras sostenía mi cara. Tome la camisa con las yemas de los dedos.

-Póntela.

Me dirigió una gran sonrisa mientras me ponía la camisa. Me quedaba un poco grande, pero tapaba mis partes intimas, las mangas colgaban un poco por debajo de ellas.

- Ya veremos. Susurró en mi oído. Me estremecí mientras ella se giraba para salir de la habitación, para ponerse otra camisa asumí, dejé que el alivio por no haber sido castigada me recorriera.

Me puse a abotonarme la camisa que me había dado, sorprendida al reconocer la forma en que su olor hacía que mi estómago se agitara.

Su camisa, su olor, me rodeaba. Esa fue la primera vez desde que había llegado que su presencia, apretada contra mi, me trajo consuelo.

Me di el gusto de elevar ambos puños hasta mi nariz e inhalar profundamente. No era un abrazo, pero era consuelo de todos modos.

Tenía que largarme de allí antes de que perdiera la cabeza. Ella regresó antes de lo esperado y sin camisa. Mis ojos no podían apartar la mirada de su torso desnudo, pechos blancos sin sujetador, abdomen marcado, y su estrecha cintura.

Dejó el carrito con ruedas y una silla que había traido cerca de la puerta. Mi rostro decayó, los recuerdos de aquella horrible noche llevaron todo mi cuerpo al límite. No tenía deseo alguno de recrear ninguno de los hechos ocurridos aquella noche.

Pero no dije nada y silenciosamente obedecí mientras ella me daba la vuela, asegurando mis muñecas detrás de la espalda. Esta vez se había asegurado de que yo no pudiera quitarle la comida, no es que tuviera deseos de hacerlo.

No me sentía con mucha hambre en realidad, solo triste. Era difícil fingir que tenía hambre mientras todavia estaba preocupada por nuestra conversación anterior.

Me dio el desayuno cuando me arrodillé en el suelo delante de ella, con las muñecas aseguradas a la espalda. Ella sonreía mucho, pero no siempre.

Clarke era muy fría, y calculadora. Nunca dudé de que todo lo que hacía serviría para algún oscuro propósito, justo como esa sonrisa.

Me acordé de cuando me dijo que no tenía mucho tiempo para enseñarme cosas. ¿Qué se suponia que debía estar aprendiendo?, ¿Cuando ibamos a empezar?, ¿Alguna vez iba a dejarme marchar?.¿Iba siquiera a vivir?.

Clarke era una mujer guapa, nadie podía negarlo, entonces ¿por qué? ¿Por qué comprar esclav@ cuando obviamente podría tener l@s dispuest@s?.

Todo esto era muy de El Coleccionisia de Amuntes. Volví la cabeza cuando intentó darme de comer más huevos.

- ¿No tienes hambre? Negué con la cabeza.

-No Ama.

-Bien. Me lo acabaré por ti.

Yo quería hablar con ella,  quería hacerle preguntas importantes que sabía que no me respondería. Cada pregunta se agazapó en la punta de mi lengua, tratando estallar de mi boca. Me lamí los labios, a punto de preguntar, cuando Clarke habló.

-Acuéstate.

Mis cejas se fruncieron.

-¿Qué es tan dificil de entender? Acuéstate.

Puso una mano en mi hombro izquierdo mientras me bajaba al suelo con la cadena que había enganchado a mi cuello. Estaba un poco incómoda en esa posición.

Mis manos atadas ejercían presión en el coxis y las plantas de los pies tocaban mis nalgas. Forcejeé un poco, pero me las arreglé para sacar las piernas de debajo de mí para cerrarlas

- ¿Tienes idea de lo sexy que es eso?.Dijo. Apreté los dientes y aparté la mirada.

-El blanco te queda muy bien, tendré que tomar nota de ello. Me alegra que sugirieras la ropa. El verte vestida me hace pensar en desnudarte. Sin embargo, creo que esta es una muy buena oportunidad para hacerte sentir cómoda estando desnuda cuando estoy cerca, y me proporcionará una agradable vistas mientra como.

Apreté firmemente las rodillas pero las separé cuando Clarke me las abrió a la fuerza. Todavía recordaba los latigazos bastante bien y no tenía ningún deseo de molestarla.

La habitación quedó en silencio con la excepción de mi pesada respiración. Nunca me había sentido tan expuesta.

-Es hermoso. Ella inaló bruscamente y la siguiente vez que habló, su voz era espesa, ligeramente ronca.

- Justo el tono adecuado de rosa. Ahora.. mantén las pieras abiertas. No me provoques.

Cerré los ojos ante el inevitable flujo de lágrimas. El temor y la vergüenza estallaron convirtiéndose en ira, revolviendose lentamente en mi pecho. Me concentré en respirar lentamente.

Me quedé mirando la pared, completamente inmóvil mientras ella comía. Se sentía extraño tener las piernas abiertas ante su mirada. El aire tocaba cada parte de mí.

A veces mi sexo parecía abrirse por si mismo, como una pequeña boca hambrienta. Me pregunté si ella lo veía, y recé para que no lo hiciera.

Traté de imaginarme qué aspecto tenía. ¿Estaba hermosa?, ¿Era asquerosamente vulgar?,¿Por qué diablos me importaba?.

Me preguntaba sobre todo tipo de cosas cuando fui sacudida de vuelta a la realidad por el repentino toque del frio metal entre mis muslos.

Había bajado la cadena entre mis piernas, moviéndola arriba y abajo entre mis labios. La miré con los ojos entrecerrados, deseando más que nada poder darle una patada en la cara para borrarle esa sonrisa.

-No quiero que te vuelvas arrogante, porque eso ya lo eres, pero eres muy guapa.

El orgullo reprimió mi miedo y no pude evitar picar el anzuelo

-Eso es gracioso  Le dije tratando de cerrar las piernas.

-Tú de entre todas las personas llamando a alguien arrogante. Termino de decir.
Apenas pudo contener la risa

-Touché, pero yo no soy la que está en el suelo con las piernas abiertas.

Empecé a llorar, la frustración y la ira brotaban de mí en forma de lágrimas una muestra de debilidad.

-Te adio.

-No me odias. Dijo ella como si fuera un hecho, como si me conociera.

Captive in his armsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora