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Mire mi reloj y tome una bocada de aire, lo dejé salir lentamente aún sintiendo el sabor a cigarro en mi boca, baje de la moto, me acerque y toque el timbre, alejándome luego para que pudiera verme por la mirilla.

—Angel, que gusto verte por aca—le sonrei agradecida, no sabía hacia dónde ir luego de lo ocurrido con Samuel, sabía que ella me ayudaría

—gracias Rubi—dije entrando en la casa. Aquella casa que fue donde Rubén vivía, ahora ya con pintura cubriendo las paredes, sin los cuadros con fotos de ellos, sin aquel olor a perfume, cigarro y refresco que lo caracterizaba. Aquella casa la cual fue testigo de las veces que Rubén y yo nos amamos.

—que recuerdos ¿Eh?—la mire y me sonrió, caminamos a la cocina, no había mucho que mirar, Rubí solo se quedaba unos días como para volver a arreglarla. Me tendió una cerveza y acepte sentandonos en la mesa

—¿A donde irás después de esto?—dijo y alzó los hombros dándole un trago a su lata.

—regresare a Canadá y luego iré a algún otro lado, tal vez Perú o Argentina. Aún no lo decido—le di un trago y me miró curiosa, tratando de saber que pensaba—¿Problemas en casa?

—no...es raro, he pasado un par de días sin recibir insultos de mi padre así que vamos bastante bien—dije y asintió, espero a que prosiguiera—hay un...hombre

—vamos chiquilla, te conozco como si fueras mi hija. ¿Que pasó?—le sonreí y mire mis manos

—hoy bese a mi profesor, y no supe cómo reaccionar al respecto—la mire y parecía más que sorprendida—oh vamos, apóyame no me hagas esa cara

—perdon, es solo que pensé en algo más normal como menstruación o calificaciones—nos reímos y me miro—¿Ya había pasado antes?

—no, pero siento que había esa tension—me miró enarcando una ceja y trate de hacer enfasis—ya sabes...tensión

—ya ¿A qué le tienes miedo?—dijo lo más tranquila posible

—es mi profesor. Es más grande que yo. Es mi profesor. Es una buena persona. Es mi profesor

—ya entendí lo de profesor niña—diobotro trago y me sonrio—no tiene nada de malo, tal vez solo fue el momento. Mañana tú llega como si nada y verás que todo seguirá su curso. En cuanto a lo mayor...de Rubén no decías lo mismo tía.

—Ruben siempre fue distinto—dije levantándome a caminar—Ruben siempre fue mi más grande sueño de chica adolescente. Tal vez aún no estoy lista para dejarlo ir. Tal vez este chico solo fue ese beso y se acabó.

—debes dejarlo ir—la mire y su sonrisa maternal me lleno el alma—ha sido duro no tenerlo, lo sé, pero es hora de hacer nuestras vidas. Quería esperar unos días más pero creo que será mejor de una vez.

Salió de la cocina y luego de unos minutos regreso con una invitación en la mano. La extendió y pude leer "Rubí y Manuel"

—me alegro tanto por ti—la abrace casi llorando, sabía lo mucho que había sufrido luego de Rubén, pero ahora podría formar su vida nuevamente. Hablamos un poco más de eso, su vida con Manuel y detalles de su boda, invito a todos los chicos, celebrarían aquí y luego de luna de miel a Perú o Argentina. Luego de unas horas decidí que era mejor irme, ella dijo que después nos reuniríamos para ver detallitos antes de regresar a Canadá.

Regrese a casa, ya bastante oscuro y las luces estaban apagadas, entre sín hacer mucho ruido dejando mi mochila y chaqueta, fui a la cocina por un vaso de agua y solté un pequeño grito al ver una sombra enorme en la entrada de la misma.

—bonita hora de regresar—tome aire y trate de no temblar

—cosas del colegio—se río y pude adaptar mejor mi vista, traía un cigarro encendido en una mano y en la otra un cinturón.

—tus hermanos duermen, así que no creo los quieras despertar.

—por favor ya no lo hagas—camino a paso decidido hasta mi, su olor a vino llegó mucho antes que mi padre y solo pude aguantar las secadas que venían al tenerlo tan cerca—por favor hoy no

—hoy si—y sin pensarlo más apagó el cigarro en mi brazo descubierto. Trate de no gritar, mi padre me tomo del pelo y me llevo hasta su cuarto—pon las manos en frente Leonore

—¡¿Porque haces esto!?—dije pero solo me abofeteo, hice lo que dijo y las amarro con una camisa a un palo que tenia al fondo de su recamara, una tubería de paso. Escuché el tronar del cinturón y pronto la hebilla se hizo presente en mi espalda, quedando marcada y palpitante en un segundo. Me tuve que morder la lengua para no gritar, pero no impidió que soltará un par de sollozos. Tras varios golpes y quemaduras decidió dejarme ir, estaba aburrido y se fue a dormir simplemente. Cuando me dirigía al baño Gabriela entro a la casa, sin decirme nada me ayudó a curar algunas heridas en la espalda y noté como su labio ahora estaba roto, ya la sangre había dejado de salir pero parecía reciente. Mira qué de golpes sabía.

—¿Los niños están bien?—fue lo que salió para romper el silencio, ella asintió cuando la ví y supe que ella tal vez había recibido alguno por ellos.

—solo trata de no dormir boca arriba, hice lo que pude—asenti mientras ambas salíamos, ella se fue a la habitación y sin mirarme de vuelta se encerró. Yo en cambio me fui a ver a los niños, viéndolos dormir tan plácidamente, me acerque a cada uno y dejé un beso en su frente.

—¿Leo?—mire a Luz y le sonreí sentandome junto a ella

—duerme peque, es tarde y mañana tienes escuela—asintio volviéndose a acostar, quedando dormida pronto, tape mi rostro y solté otro par de lágrimas. Toda mi vida estaba hecha un desastre. Y a pesar de todo el único que me mantenía cuerda, y me costaba admitirlo, pero era sin duda Samuel.

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~Mauren

Dangerous -S.D.L-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora