Mis enormes ganas de en ese momento matarme cada día iban en aumento. Había veces en las que solo despertaba y deseaba no haberlo hecho, porque significaba un día más de lamentos, de llanto, de no saber que diablos hacer.
Hoy no iba a ser la excepción, me desperté temprano, no eran ni las 7 y mis ojos habían decidido ya estar abiertos. No me apetecía seguir en la cama y hacer mi vida más miserable, me levanté y trate de pensar en que diablos iba a hacer en ese momento. Solo se me ocurrió salir a correr. No era de hacerlo nunca en realidad pero de eso a quedarme viendo en el techo las formas en las cuales todo era una mierda.
Tome mis zapatillas de correr, una chaqueta algo floja y ate mi pelo para que no se viera el desastre que era. Tome mis llaves y solamente eso para salir a dar una vuelta, el sol apenas y se veía en el cielo, dejando sus colores naranjas y rojizos que lo cubrieran apenas, algunos pajarón se escuchaban en las copas de algunos árboles y poca gente se veía transitando en la zona.
Corrí, corrí, corrí. Era la única forma en la que me sentía libre. La única manera en la que podía ser otra persona, otra Leonore. Una que solo se concentraba en correr, en sentir el aire en la cara, en sentir adrenalina, en tenerse solo a ella misma y ese momento. Pero cuando deje de correr volvía a ser yo, volvía a mi vida de mierda, a una dónde mi novio había besado a otra chica, dónde mi madre se había llevado a mis hermanos, dónde mis amigos ya no estaban dispuestos a tolerar esa mierda por mi. Uno donde simplemente todo se desmoronaba.
Regrese a casa luego de un par de horas, fingiendo que no estaba mal, fingiendo que estaría bien y volvería a ser aquella Leo que se sintió bien por esos minutos. En la cocina estaban los dos desayunando, me vieron entrar y yo los ví a ellos.
—¿Te sirvo un plato?—por mi mente pasaron mil y un cosas. Si la Leo del pasado hubiera visto esa escena seguramente se habría reído de la situación, habría dicho "en tus sueños" o cualquier otra cosa. Pero estaba harta, de fingir, de ser mala, de todo.
—si por favor—respondi a Gabriela, ella me dió una pequeña sonrisa y me senté junto a ellos, mi padre comía tranquilo, el saber que estaba muriendo lo había hablandado demasiado.
—no recordaba hace cuanto no salias a correr—hablo al descuido, le mire pero él seguía viendo su plato por lo que yo mire el mío cuando Gabriela me lo entrego
—tenia que despejarme es todo—murmure y suspiro.
—¿Quieres seguir estudiando?—era una pregunta que me había planteado hace no mucho, no era como que tuviera mucho que hacer. Haber terminado como hasta ahorita había sido complicado, pero no me veo lista aún estudiando en una universidad pública, nada me llamaba suficiente la atención como para hacerlo.
—no lo había pensado, tal vez debo conseguir empleo—mire a Gabriela y ella solo bebió de su taza de café.
—puedo checar si tienen algún puesto disponible ahí.
—no tienes por qué apresurarte, si no, puedes estudiar en casa o en línea—asenti y seguimos comiendo. De ahí en más fue solo el ruido de los cubiertos, la repentina tos de Francisco y su constante aclarado de garganta
—ire a ducharme y yo limpio la casa—dije cuando termine.
—Leo, llamo tu madre—mire a Gabriela y ella hizo una mueca, de su bolsillo saco un número y lo extendió—puedes llamar una vez cada dos semanas, puedes hacerlo ahora.
Tome el papel y lo ví un momento. El corazón me latía rápido y las manos me sudaban y temblaban. No sabía que hacer en este momento.
—gracias—casi fue en un susurro, me di la vuelta y me encerré en el baño, mire una y otra vez el número, tanto que ya lo había memorizado. Saque mi celular y comencé a marcarlo de prisa. Los timbres me ponían los nervios de punta. Cada vez me parecía más irreal.
—¿Si?—era la voz de ella. Tenía tanto que decirle pero creo que por ahora me reservaría mis insultos.
—soy Leo—dije y hubo un silencio, tuve que verificar que no me había colgado y solo se había quedado callada.
—bien, esto es lo que pasará. Te dejare que les hables una vez cada 15 días, no vas a llamar más de lo que necesites y no quiero que les metas ideas o trates de sacarle información ¿Entendido?
—solo déjame hablar con ellos—creo que nunca me había sentido así de débil, de humillada, de triste en mi vida. Cerré los ojos un momento pensando en que esa no era yo, esa no era la Leo que había recordado hace mucho tiempo. Toda esa Leo se fue cuando acepto a Samuel en su vida.
—¿Hola?—la voz de Mauri entro por mis oídos y se quedó en mi corazón, mis manos temblaron tanto que casi se me cae el celular de las manos. Sorbí mi nariz y sonreí un poco
—hola peque—escuche como tomaba aire y yo también lo hice, quite con la otra mano las lágrimas que me habían impedido ver el azulejo del baño.
—Leo—seguido de eso una especie de alboroto alrededor de mi hermano parecía que peleaban por el teléfono ya que solo escuchaba un "dámelo" "yo lo quiero" "yo primero" y hasta un grito de Juli—hey escuchen, lo pondré en altavoz y así ustedes y yo la escucharemos. Hola Leo.
—hola peques ¿Cómo están?—dije sonriendo aunque ellos no me vieran.
—¿Cuando vienes?—pregunto Poncho y suspiré.
—por lo pronto no iré a visitarlos mis niños. Yo estoy bien.
—te extrañamos, aunque mamá ha sido buena en cuidarnos—suspire y espere a que siguieran hablando. Había extrañado tanto sus voces que me parecía imposible estar en ese momento a tantos kilómetros de distancia. No sabía si seguían siquiera en la ciudad o si ya estaban en otro lugar.
—me alegro por ustedes. Estaré llamando cada dos semanas. Pero está bien, ¿De acuerdo?
—te queremos Leo—el corazón se me encogió demasiado, una pizca de esperanza se había encendido al saber que estaban bien después de todo.
—y yo a ustedes. Ahora déjenme hablar con Mauri un minuto—escuche una especie de puchero y luego una puerta cerrarse—¿Cómo están?
—estamos bien, es amable y tenemos todo lo que necesitamos, bueno, menos a ti—sonrei
—solo me deja llamarles cada 2 semanas así que no sabré de ustedes hasta ese entonces. Mauri escucha con cuidado. Si siguen aquí en la ciudad dime algo con el nombre de tu hermana, si no, dime algo con Poncho.
—claro que yo se lo digo, ya sabes cómo es Poncho con sus cosas de las vitaminas. Pero me aseguraré que las tome—cerre los ojos frustrada, sería más difícil encontrarlos.
—¿Mauricio? Sal de ahí por favor—
—voy a recuperarlos cueste lo que cueste.
—lo se. Yo le digo que le compre esas vitaminas, espero está vez si las termine, te la paso, te quiero Leo.
—¿Que tanto hablas con Mauri?—rode los ojos levantándome de aquella taza y suspiré.
—la psicóloga de Poncho me había recomendado darle vitaminas en forma de gominola, así que le dije a Mauri que te pidiera comprarlas—no era mentira pero nunca las habíamos comprado.
—bien, espero que entiendas que es lo mejor para ellos. Asi que estaremos en contacto.
Y colgó sin más, escuché un fuerte golpe y salí del baño para ver qué había pasado.
—¡Francisco!—Gabriela grito saliendo de su cuarto, estaba boca arriba justo a un costado de la mesa. Me arrodille a su lado y trate de tomar su pulso.
—esta débil pero está bien, llama a una ambulancia—asintio tomando el teléfono mientras intentaba que recobrara el conocimiento.
La ambulancia tardo unos 10 minutos en llegar, partimos los 3 al hospital donde lo atendieron de manera algo lenta y solo nos quedaba esperar. Le mandé un mensaje a Frank diciéndo que lo necesitaba en ese momento, era mi único auxilio en estás circunstancias. Además parece ser que íbamos para largo.
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Una actualización sorpresa. Espero que sí les guste amikos. Nos leemos pronto
~Mauren
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Dangerous -S.D.L-
FanfictionLeonore Willson, una chica complicada si puede tomarse como descripcion, la vida no la ha tratado bien, pues a sus 18 años tiene que cuidar de sus hermanos menores: Mauricio de 15, Alfonso de 12, Luz de 8 y Julieta de 3. Tomando malos caminos y mal...