Bruno (I)

143 37 10
                                    

Suspiró pesadamente.

Estaba sentado en la popa de su barco, en sus manos sostenía una caña de pescar hecha con madera de castaño, había logrado atrapar un par de truchas pequeñas que no lograrían alimentar a tres hombres adultos.

Suspiró otra vez.

Estaba agotado, no había descansado nada en dos días. Bostezó y sus ojos lagrimearon. Esperaba que, al menos, los pescados le alcanzaran para un caldo llenador.

El largo y dispar cabello negro se meció con el viento, una cálida brisa de verano después de una noche lluviosa.

Y volvió a suspirar.

No sabía qué sería de su vida ahora, su padre tenía las horas contadas, y nunca se había sentado a pensar en su futuro. Era un buen pescador, incluso llegó a creer que lo sería siempre, pero ahora sentía que tenía el mundo a sus pies… y estaba aterrado.

¿A dónde iría? ¿Qué haría para ganar dinero? Sólo conocía la vida en el mar, y aceptar que podía ir a cualquier lugar lo llenaba de ansiedad.

Después de lo que pareció una hora, Bruno tenía peces suficientes para tres personas. Habían acondicionado una habitación para poder tener fuego sobre la embarcación, ahí cocinó en una pequeña cacerola, negra por el hollín. Tras terminar preparó un plato para su padre.

—Padre —preguntó acercándose a su lecho— ¿Estás despierto?

—Si… —se escuchó despacio— Agua, p-por favor.

Bruno obedeció, acercándole un tarro de madera con agua fresca, él bebió largos sorbos.

—Te he traído de comer.

—Gracias… eres un hijo maravilloso…

—Descansa —le sonrió—, no gastes tus energías halagándome. He pescado esto sólo para ti y Leone, estoy muy agradecido con él por haberte ayudado.

—Si… —recibió y aceptó una cucharada con comida; masticó y tragó— Él también es un buen chico, deberías irte con él.

—¿De qué hablas, padre? ¿Estás delirando? —acercó una mano al rostro de Paolo, para tantear su temperatura corporal; estaba bien— ¿Por qué dices esas cosas? —lo miró serio— No bromees…

—No lo hago, hijo —comió otra cucharada—. Sé que te gusta acompañarme en el mar, lo veo en tus ojos, pero… —hizo una pausa, como si pensara sus palabras— Sé que estás destinado a algo mucho más grande que eso.

Aquello causó un escalofrío en Bruno.

—Y-yo…

—No te ates a un viejo moribundo, hijo.

La única mano que su padre conservaba se alzó hasta la mano de Bruno que sostenía la cuchara, la acarició y le sonrió. Bruno terminó de darle su comida, en silencio, pues no sabía qué decir al respecto, luego regresó al cuarto donde cocinaban, tomó un plato para él y comió en silencio.

¿Qué se supone que debía hacer? Su padre aún tenía esperanzas de vida, más aún con Leone acompañándolos, y, mientras, no podía hacer nada. Cielos, tenía mucho en qué pensar.

—Huele bien… —la voz de Leone se escuchó a sus espaldas, provocando que Bruno diera un brinco— Oh, lamento asustarte —se frotaba un ojo, luego bostezó—.

—¡N-no! No hay problema —volteó a verlo—, estaba distraído —sonrió apenado— ¿Quieres comer?

El estómago de Leone rugió.

—Eso es un si.

__________________________

¡Hola, personas hermosas!

En ésta ocasión no traigo datos curiosos porque, en sí, no los hay xD

Bruno está agobiado por un cambio repentino, es normal, además, eso no será lo último que lo preocupe.

Ya en el próximo capítulo la trama comenzará a avanzar con un poco más de rapidez, se integrarán más personajes y todo comenzará a tener un poco de sentido 😎

Gracias por leerme ¡hasta la próxima!

Rashi ✨

Four SeasonsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora