Bruno (X)

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Estaban flotando sobre la superficie. Cada uno con los pies en el sentido contrario, sólo sus cabezas estaban a la misma altura para poder conversar y evitar la desnudez del otro.

Bruno no recordaba cuánto tiempo llevaban en el agua, tampoco es que le importara demasiado, pero ahí estaban, flotando y observando las casi nulas nubes que surcaban el cielo. En ocasiones se sujetaban del antebrazo del otro para no separarse y que la corriente los arrastrara.

—Bruno… —Leone lo llamó, arrastrando las palabras— ¿A qué hora pescarás?

—No te preocupes por eso, puedo hacerlo a cualquier hora.

—Uh…

—¿Quieres ir a tierra?

—Creo que si, no acostumbro a estar tanto en el agua.

—Bien… 

Se incorporó en el agua, seguido del mayor, y nadó lentamente hasta la orilla.

—No me importa si no te quieres salir —le dijo Leone—, puedo esperar fuera.

—No… creo que está bien salir, secarnos y comer algo.

Leone salió primero del agua, y esta vez Bruno no pudo evitar el placer de observarlo; los músculos de su espalda se contrajeron por la fuerza ejercida para alzarlo a la tierra, el agua escurría por todo su cuerpo, dejó que su visión bajara por la columna ajena, apreció la firmeza y blancura de su trasero, mientras continuó bajando por sus muslos; se perdió tanto en ello, que no notó la mirada de Leone hasta que fue demasiado tarde.

—¿Necesitas ayuda? —su voz sonó demasiado grave para el pobre corazón del pelinegro, quien alzó su cabeza para verlo—

—¡No! —contestó alzando la voz más de lo debido— N-no, no es necesario —levantó sus manos, excusándose con ellas y fijando sus ojos en el agua—.

No escuchó una respuesta, mas esperó unos segundos para calmarse. Leone lo atrapó mirándolo descaradamente estando desnudo, y lo que era peor; Bruno estaba comenzando a excitarse por la vista.

Cielos ¿qué le estaba pasando?

Se sumergió en el agua y se golpeó el rostro, luego se sacudió el cabello con fuerza. Salió a respirar, se concentró firmemente en la idea de que aquello estaba mal y que no podía permitirse hacer semejante bajeza nuevamente ¿Qué clase de amigo era? Una cosa era ser consciente de su enamoramiento, pero otra muy diferente era faltarle el respeto de aquella forma. Era un sueño para Bruno que algo se llegase a consumar entre ellos, así que, si quería sucumbir a sus necesidades carnales, lo mínimo que debía hacer era esperar por un poco de privacidad.

Suspiró abatido y consciente, luego salió del agua.

Caminó hasta Leone sin mirarlo realmente, evitándolo, recogió sus prendas regadas por el césped, siendo sus pantalones lo único que volvió a ponerse. Bien, si él ya se había vestido, Leone también lo había hecho ¿no? Lo buscó con la mirada, estaba vestido igual que él; sólo con sus pantalones ajustados. Bruno suspiró, tenerlo vestido así sólo para él sería una tarea dura de superar.

Cuando llegó a su lado su estómago gruñó.

—¿Quieres comer algo, Leone? —preguntó, creyendo que el mayor estaría en su misma condición—

—Sólo traje algas y frutos secos —hizo una mueca—. Puedo recorrer los alrededores, a ver si consigo algo contundente…

—Oh, no, Leone —sonrió divertido—. Yo traje de comer.

—¿De verdad? —el menor asintió; el peligris hizo una pausa demasiado larga para el gusto de Bruno— ¿Qué trajiste? —la curiosidad se distinguió en su tono—

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