Bruno (XV)

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—Entonces, Bucciarati —ella habló— ¿Qué opinas de mi amado nuevo padre?

—¿Perdón? —Bruno apenas iba en su segundo tarro de cerveza, sin embargo no comprendió— ¿Te refieres a…?

—Abbacchio —dijo ella secamente, se empinó su tercera porción de alcohol, luego continuó—. Te he observado por mucho tiempo como para creer que solo es coincidencia.

—No sé a qué te refieres con…

—Lo sabes —lo interrumpió—, no finjas demencia conmigo —Bruno la miró con mayor seriedad— ¿Cómo debo pensar ante todo lo que te he visto hacer?

Bruno tragó saliva con fuerza, se sentía entre la punta afilada de una espada y una fría pared. Pero también se sentía estúpido. Había batallado desde hacía lo suficiente con su sentir hacia Leone… y sólo bastó una niña más o menos lista para que lo descubrieran.

—Yo… —Bruno cuidó sus palabras— Nunca lo dañaría… si eso es lo que temes.

Trish lo miró fijamente con el rostro en blanco, luego estalló en una carcajada burlesca y cizañera.

—Oh, por Dios, Bruno —continuó riendo, sujetando su vientre esta vez—. Yo sé que jamás harías algo que lo perjudique… —se llevó una mano al rostro, fingiendo que se limpiaba lágrimas de risa que no existían— Sólo quería comprobar la seriedad con la que te lo tomas. Ven —tomó su tarro y lo extendió hacia él, proponiéndole un brindis que puso nervioso a Bruno, pero no rechazó—. A tu salud y la de él.

Ambos bebieron después de chocar las maderas. Bruno miró con ternura las mejillas rosadas de la niña, podía notar la sinceridad en sus ojos, y eso le llenó el corazón de buenas esperanzas.

—Entonces… —Bruno murmuró— ¿Puedo platicar sobre eso contigo? —la menor asintió fervientemente— Yo, si soy sincero, jamás creí que podría hablar sobre algo así con otra persona. S-se supone que no es normal, es pecado —susurró la última palabra al mismo tiempo que se acercaba a la chica—.

—¿Y eso qué? —Bruno se atragantó con su propia saliva— Yo sólo veo una persona enamorada de otra persona, es todo —la niña le guiñó un ojo discretamente mientras sonreía, luego bebió hasta vaciar su tarro—.

Bruno no sabía qué pensar, mucho menos qué más decir, así que guardó silencio para meditar la información que acababa de recibir.

¿Trish había descubierto su enamoramiento con Leone? Sacudió levemente la cabeza, alejando ideas esperanzadoras ¿Si ella lo notó Leone también? Que la niña le dijera eso significaba que Leone también… Espera. Ellos son cercanos, muy cercanos ¿Ella sabía algo que Bruno desconocía? ¿Y si Leone sentía algo similar? Recordó la noche del ataque en las termas de Aosta, cuando el peligris le dijo esas palabras tan encantadoras. El corazón de Bruno latió con fuerzas, así que le dio un largo trago a su cerveza intentando calmarse. Él había notado el cambio en Leone después de aquello, las caras nuevas y curiosas que solía dedicarle.

El resto regresó justo cuando la pelirosa había terminado de beber, alertando a Bruno,  regresando a los lugares que ocupaban antes. Leone intentó acomodarse igual que antes, pero, extrañamente, ahora había menos espacio. Los de la otra mesa debieron acaparar el espacio al estar el otro puesto vacío. Así que Bruno unió su silla a la de Leone, para compartir espacio para sentarse, en un acto de camaradería.

No había segundas intenciones de ningún tipo; se mintió descaradamente.

—¡Quiero otra cerveza! —Trish pidió— Podría beber un condenado barril si pudiera.

—Oh, querida —le habló Giorno—, lo sabemos. Pero no contamos con los medios.

—Maldita sea —la chica hizo un puchero, se cruzó de brazos y golpeó con su bota el suelo de madera—. Estoy harta de “no tener los medios” —se burló al final—.

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