La comida estuvo buena, siempre agradecía cuando comía una buena pasta Italiana. Las algas en combinación con el vino blanco le ayudaron bastante como bajativo, luego siguió con un vino tinto dulce.
Estaba bebiendo tranquilamente de su tarro, éste ya había sido llenado unas tres veces, y la cuarta se acercaba; bebía con tranquilidad, después de todo, debía esperar a que la lluvia amainara. Cuando un hombre irrumpió en el lugar.
—¡Ha habido una batalla en mar abierto!
Abbacchio volteó para verlo con detenimiento, se sorprendió al verlo con las manos y su ropa cubiertas de sangre, volteó aún más su cuerpo, para prestarle más atención.
—Si hay médicos o enfermeras aquí, deben acudir al muelle ¡Los barcos con heridos no dejan de arrimar!
Terminado lo último, el hombre desapareció, sin embargo, aún se podían escuchar sus gritos por la calle.
Se volteó y se acomodó de nuevo en su lugar, tomó su tarro y bebió un trago de vino. Si aquello era verdad, sus planes de viajar por mar estaban descartados totalmente; si las coronas de otros países estaban dispuestos a enfrascarse en una batalla naval era cuestión de tiempo para que comenzaran las batallas en tierra. Debía averiguar sobre el asunto, no podía darse el lujo de viajar a ciegas, o terminaría muerto más temprano que tarde.
Se empinó el tarro por última vez y lo vació, ya después tendría tiempo para otro buen vino, dejó las monedas, que correspondían a lo que había consumido, sobre la mesa y se retiró del lugar. Afuera el ambiente no era demasiado alentador, sólo estaba a un par de calles del muelle, pero los gritos provenientes de dicho lugar se escuchaban con claridad. Emprendió su camino con rapidez, aún llovía, pero ligeramente, no obstante, no deseaba mojar demasiado las telas que lo vestían.
Al llegar al puerto todo era un caos. Los llantos y gritos histéricos se fusionaban, aumentando la tensión de la situación. Al parecer la batalla había sido cruenta y atroz.
Caminó con cuidado, sujetando su capucha para que no se fuera hacia atrás, observando si podía ayudar a alguien con sus conocimientos. Paró en seco al ver a lo lejos al mismo joven que le trajo suerte tras su primera venta, llorando desconsoladamente sobre el cuerpo de un hombre en el suelo. Se acercó lentamente, dudando si interactuar o no, pues no sabía qué estaba pasando. Paró a sus espaldas, alzó su vista por sobre el hombro del pelinegro y analizó al herido. Tenía un corte bastante profundo en uno de sus brazos, caía sangre por la comisura de sus labios, pero no logró ver más, pues el joven no le permitía una buena vista.
—Por favor, Bruno… —la voz era seca y rasposa, más sangre cayó de su boca— no llores… —fijó su vista en Abbacchio, que los miraba discretamente por sobre su hombro derecho— La muerte es inevitable.
—Padre, no gastes tus energías hablando —se acomodó al lado de su padre, notando al intruso—. Tú… —lo contempló asombrado—
—¿Necesitas ayuda? —preguntó Leone, girándose hacia ellos y dirigiéndose al hombre herido; ahora lograba ver claramente la herida sangrante en su vientre—
—No creo que puedas hacer algo realmente… —le contestó el hombre, lenta y amablemente— Al menos ya no siento tanto dolor.
—¿Lo dices en serio? —su hijo lo miró sorprendido, a lo que su padre asintió, luego dirigió su vista hacia el más alto— Le he dado la medicina que te he comprado, por favor —se levantó y se acercó a Abbacchio, quien lo pasaba por varios centímetros— ¿puedes ayudarlo?
Aquella súplica logró convencerlo, después de todo, había ido a ese lugar para ayudar. Su rostro permaneció serio y semicubierto por su capucha, sin embargo, por la diferencia de altura, logró ver directamente a los ojos azules; era un color inusual, pensó Leone.
—Trae telas, agua, una antorcha, el licor más fuerte que encuentres y el cuchillo más afilado que tengas —indicó sin titubeos—. Rápido —insistió al ver que no reaccionaba—.
El chico corrió de inmediato, sin notar en qué dirección, en tanto Abbacchio se acomodaba junto al herido y comenzaba a revisarlo, todo ante la errática mirada del mayor.
—Tus ojos son extraños…
—Los tuyos y los de tu hijo también —cortó las telas de su camisón, ayudarían con las hemorragias; presionó con fuerza el vientre, mientras intentó sacarle información— ¿Cómo terminaste así? ¿Puedes contestar?
—Estaba pescando, cuando una carabela española en mal estado apareció de la nada, me abordaron y me quitaron la pesca del día y todo lo que tenía… —tosió y se quejó— Esto fue innecesario, pero lo hicieron de todas formas. Luego más navíos aparecieron, aparentemente huían de una zona de guerra.
—Ya veo… —observó la herida en su brazo, se veía en muy mal estado, lo mejor sería cortarlo— Al menos lograste regresar con tu hijo.
—Fueron otros pescadores los que me trajeron de vuelta. Agradezco tener el privilegio de despedirme de mi única familia.
—Fue una suerte que estuviera de paso por aquí —esbozó una leve sonrisa, en eso, el hijo del pescador apareció—.
—No logré conseguir agua dulce, ya escasea por los heridos que han llegado, pero lo demás lo he conseguido —le extendió las cosas—.
—Déjalas a un lado, necesito que vengas aquí y presiones, mientras, me encargaré de su brazo.
El joven acató cada orden, mientras observaba como limpiaban la grotesca herida con licor Grappa, el más fuerte que había encontrado. Abbacchio miraba de reojo al herido y a su hijo.
—Hay que cortar el brazo, el hueso pende de la médula, antes de eso, necesito cerrar su vientre.
El herido asintió y su hijo liberó la presión sobre la zona. Abbacchio suspiró aliviado, la herida ya no sangraba. Fue así que procedió a limpiar con el licor y un poco de tela, luego calentó el cuchillo al fuego vivo, le dio de beber algo de licor al hombre y le metió un trozo de tela en boca para que mordiera. Los quejidos y el olor a carne quemada eran desagradables, pero Leone estaba acostumbrado, aunque fuese con animales, técnicamente era lo mismo. Cuando terminó le quitó la tela de la boca y lo dejó respirar con libertad, para después darle otro largo trago de licor.
—No debemos esperar demasiado, hazlo de una vez muchacho —dijo con dificultad, estaba débil, y en cualquier momento podría caer inconsciente—.
Leone asintió y comenzó a calentar nuevamente el cuchillo, aquello sería agotador.
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No es tan tarde y ya estoy bien peda, les regalo otro capítulo en nombre de mi buena onda 😂
Curiosidades del capítulo:
La grappa es un aguardiente de orujo con graduación alcohólica que varía entre 38 y 60 grados. Se obtiene por destilación de orujos de uva, es decir las partes sólidas de la vendimia que no tienen aprovechamiento en la previa elaboración del vino. Algunos estudiosos señalan que posiblemente esta bebida tuvo su origen histórico en el antiguo Egipto.
No obstante, en España, Portugal, Francia, Grecia, Italia, y en otro países europeos, se tiene noticia de la fabricación de aguardiente de orujo, desde hace más de 500 años.
¡Hola, personas hermosas!
A penas vamos en el segundo capítulo y ya llueven los vergazos 😂 Siento algo de pena por hacerle eso a Paolo, pero aquí toda decisión importa y, en tal caso, había que actuar rápido.
En fin...
¿Les gusta cómo se está dando la historia? ¿Están de acuerdo con la duración del capítulo? Déjenme sus opiniones y sugerencias, tal vez se vean reflejadas en el futuro, pues aún queda mucha historia por delante 😊
¡Gracias por leerme! ¡Hasta el próximo capítulo!
Rashi ✨
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Four Seasons
FanfictionEra el siglo XVIII, y los problemas y disputas por la corona de un país terminan por afectar directamente a un errante que no tiene absolutamente nada que ver ni ofrecer. Leone teme por su apariencia en un mundo que odia y destruye lo que no entiend...