Leone (V)

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Estaba calentando agua para hacer un té de hierbas, mientras observaba al pequeño rubio hablar con Bruno. El niño no le agradaba, algo le decía que haría que los maten y, en ese momento, no deseaba aquello para ninguno de los tres; Bruno era un ángel, y Paolo ha batallado bastante como para dejarlo morir así como así. Si había ayudado a esa niña, lo había hecho exclusivamente porque Bruno se lo había pedido.

Aunque.... es probable que la hubiera ayudado de todas formas. Detalles.

Tras servir tres tarros de madera con el agua de hierbas, las llevó hasta la mesa y se sentó al lado derecho de Bruno, cada uno tomó el suyo y bebieron. Luego el enano habló.

—Mi nombre es Giorno Giovanna —fijó sus ojos en el té, para soltar todo de golpe—, soy el hijo bastardo del príncipe Dio, mi prima, Trish Una, es la hija bastarda de mi tío, el príncipe Diavolo. Yo, junto con mi guardia personal, Polnareff, descubrimos que ellos conspiraron para matar a nuestro tío, el rey Jonathan, al poco tiempo de matar a mi abuelo, el rey George Joestar I, pero al investigar, levantamos sospechas... Y fueron por nuestras cabezas... nuestros propios padres...

Silencio.

¿Qué era esto? ¿De verdad estaba pasando esto? Leone lo único que deseaba era ir a Nápoles... y encontrar a su madre, lo más cercano a una familia que creía que tenía. Pero aquí estaba, arriesgando la garganta por un par de niños.

Estúpido.

—Eso es horrible —juzgó Bruno. Leone volteó a mirarlo, sorprendido, contempló su perfil, por un momento creyó que tenía una linda nariz—. Son sus padres —el pelinegro se mordió el labio en lo que parecía frustración—, sus condenados padres —se levantó, dejando los puños apretados sobre la madera— ¿tanto les importa una maldita corona?

Leone separó los labios y sus cejas se juntaron, frunciendo el ceño. Bruno tenía razón. Volteó a ver al mocoso, se veía en él, pero siendo mucho más pequeño; entonces mordió su labio también, hasta que le dolió lo suficiente como para detenerse.

—Y ¿cuál es tu plan? —preguntó a secas— Si fuiste lo suficientemente inteligente como para adelantarte a dos asesinos con experiencia, debes tener uno ¿no? —sintió la mirada del pelinegro sobre él— Esa niña no sobrevivirá a lo que sea que planeas, lo sabes, y no lo digo por la peste de mar que contrajo —finalmente el niño se dignó a mirarlo a los ojos—.

—No alcanzamos a idear algo con Polnareff, pero ya se me ocurrirá algo —se cruzó de brazos—. Pero Trish... ella debe desaparecer, lejos, muy, muy lejos. Esa es mi misión por ahora, protegerla y llevarla a un lugar seguro. La única pista que me garantiza hacer algo después, es que Pol-pol esté en Francia a finales de diciembre, dijo que nos aprovecharíamos del cambio al calendario gregoriano y sus festividades en el país.

—Eso quiere decir que tienes menos de cuatro meses para llegar a Francia —acotó Bruno, volteando a mirar a Leone—, podríamos...

—Oh, no. No me incluyas en esto —Abbacchio se levantó y caminó en círculos por el poco espacio que había—. Se supone que me llevarías a Nápoles. Se supone que tú y tu padre van a Nápoles.

No podía ser ¿Por qué, siquiera, lo estaba pensando? No tenía nada que ver con ellos, mucho menos en conflictos de la realeza, pero ahí estaba, pensando seriamente en ayudar a ese par de niños que no tenían la culpa de nada, y con Bruno por otro lado, una persona única en su tipo.

Luego recordó que, eventualmente, en algún momento morirá.

—Dime algo, chico —Leone se detuvo, su voz sonó grave, su mirada se clavó en la verde del menor— ¿Qué quieres en realidad? —entrecerró los ojos—

—Yo... —tardó un poco en responder— Tengo un sueño.

—¿Ah, si? —el peligris se cruzó de brazos— ¿cuál sería?

—Acabar con el reinado de mi familia, con todos, de ser posible.

Abbacchio soltó una carcajada tan estrepitosamente fuerte que despertó a Paolo en el proceso.

¿Era, acaso, la broma más graciosa del mundo?

—Y ¿qué harás después? —bajó la intensidad de sus risas— ¿Acabar con la cacería de brujas o el catolicismo? No me hagas reír, niño estúpido —caminó hasta el rubio, quien abrió los ojos al verlo frente a él—. Deja de creer en esos sueños ridículos, o terminarás muerto junto a esa niña antes de lo que crees.

El chico afiló su mirada contra la de Leone, haciéndole fruncir el ceño, comenzaba a molestarse de verdad.

—No son ridiculeces, de verdad creo que puedo iniciar una revolución.

Los verdes ojos del niño le sostuvieron la mirada, pese a la fea mueca que tenía. No lo soportaba. Su diestra se alzó y golpeó la mesa de madera con la suficiente fuerza para voltear uno de los tarros con el agua de hierbas que bebían.

—¡Si lo son, con un demonio! —le dio la espalda— No cuentes conmigo para esto —vio a Bruno por un segundo, sus cejas juntas decían que estaba preocupado, luego observó el cielo oscureciéndose a través de la puerta—. No estoy de acuerdo, no deberías hacerlo. Toma a la chica y huyan lejos, ahora que todavía puedes.

Le dio una rápida mirada a Paolo, sobre la cama, quien parecía no entender nada, luego atravesó el umbral de la puerta, saliendo a cubierta.

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¡Hola a todos! Lamento no haber traído actualización la semana pasada, se me pasó por completo con tanto ajetreo en mi vida, pero aquí estoy, y el fin de semana viene el siguiente, como corresponde.

¿Qué creen ustedes? ¿Qué harían estando en el lugar de Leone? No juzgo su molestia, tampoco juzgo la imprudencia de Bruno, pero me crispan los nervios xd

Curiosidades del capítulo:

~ El calendario gregoriano (usado hasta la actualidad), originario de Europa, fue promovido por el papa Gregorio XIII, quien promulgó su uso por medio de la bula Inter Gravissimas. A partir de , sustituyó gradualmente en distintos países al , utilizado desde que lo instaurara en el año 46 a. C., el cual era, básicamente, el antiguo calendario Egipcio (el primero en establecer el año solar, constando de 365 días). Los primeros países en adoptar el calendario actual fueron , y en 1582. Sin embargo, y sus colonias americanas no lo hicieron hasta 1752.

¡Nos leemos en el siguiente capítulo!

Rashi

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