—Has conseguido un buen lugar, Bucciaratti —comentó Mista al salir de una de las dos habitaciones alquiladas—.
—Es verdad —agregó Giorno, saliendo tras el moreno—. Te agradezco por pagar un techo seguro y una buena cama para Trish; ella estará muy feliz.
—No es nada, chicos —Bruno les sonrió un poco, luego miró hacia el pasillo, más específicamente, la escalera. Él deseaba salir pronto, el sol estaba por esconderse—. Podrían bajar al comedor y pedir comida para todos, yo iré por Leone y Trish.
Los menores las escaleras, seguidos por Bruno, a paso lento.
Habían pasado unas dos horas desde que se habían separado. No quería reconocer que estaba preocupado porque algo les pasara, ya había sido testigo, en una de sus salidas a puerto durante el trayecto por mar, de la forma en que las personas señalaban, murmuraban y despreciaban a Leone; y no podía evitar preocuparse más por la compañía de Trish. Podrían creer cualquier cosa. Un hombre con su aspecto, junto a una niña pequeña con la apariencia de una princesa… No podía traer buenas consecuencias. No debió permitir que se fueran solos por su cuenta ¿Y si los asaltaban en medio del bosque?
Sacudió su cabeza al salir de la hostal. Su cabello largo chocó con su rostro ante los movimientos bruscos. Eso le hizo pensar en que necesitaba un corte o un peinado de los que le hacía la pequeña Trish.
Regresó con rapidez al punto de encuentro, buscándolos con la mirada un par de metros antes de llegar; logró distinguir la capucha oscura de leone y la amarilla de Trish. Ambos cubrían sus cabellos, comían algo extraño y conversaban animadamente. O eso creyó Bruno, al ver como la pequeña no dejaba de sonreír al hablar.
Suspiró aliviado, dejando los malos pensamientos atrás.
—¡Bucciaratti! —gritó Trish, corriendo hacia él— ¡Has tardado mucho!
—¿Es eso cierto? —se dejó abrazar y alzó su cabeza para mirar a Leone más atrás— Lo lamento, también tardamos en encontrar un buen lugar.
—¿Podré tomar un baño y dormir en una cama? —los ojos de la niña se estrecharon, volviéndose vidriosos— ¿De verdad?
—Así es —le sonrió feliz, pues sabía todo lo que había sufrido por su higiene personal durante el viaje; aunque no compartía su pensar—.
—Muchas gracias —se acurrucó en el pecho de Bruno y soltó un par de lágrimas; éste creyó que era una exageración—.
—¿Nos vamos? —preguntó Leone—
Bruno asintió y comenzaron a caminar. Al llegar a la posada se encontraron a Giorno y Mista comiendo pescado al vapor, acompañado de ravioles rellenos de verdura de hoja, y bebiendo vino. Todos comieron en silencio.
Bruno masticaba y pensaba. Estaba mucho más tranquilo que horas atrás, tras entregar su barco; Leone ayudó mucho.
Oh, Leone.
Levantó la mirada, estaba sentado frente a él, pero él ya lo estaba mirando. Sonrió avergonzado, llevándose dos raviolis a la boca con un tenedor. El otro no dijo nada, sólo movió sus ojos a su propia comida.
—Entonces, Trish —Giorno le habló a la chica— ¿Qué tanto hiciste en el bosque con Leone?
—¡Oh! —ella suspiró— ¡Fue genial, GioGio! Abbacchio sabe mucho sobre plantas —hizo un gesto con su mano derecha—, y es muy educado —sonrió y tomó de regreso su tenedor—.
—¿Abbacchio? —Bruno pensó en voz alta, y todos voltearon a ver a Leone; como él los ignoró, se volvieron a Trish—
—Oh, es el apellido de Leone —dijo sin darle mayor importancia—. Solicité su permiso para llamarlo así.
—¡¿Puedo llamarte así también?! —Mista se señaló con emoción—
—Haz lo que quieras, polizón —respondió mientras masticaba su comida—. Todos hagan lo que les dé la puta gana.
Los chicos rieron, pero Bruno masticó despacio mientras se preguntaba cómo es que una persona puede maldecir tanto y tan seguido, se le antojaba divertido escucharlo.
Esa noche, Trish obligó a Mista a darse un baño después de Giorno. Por lo que escuchaba a través de la pared, podía imaginar que lo estaban ayudando con eso.
En cambio, Bruno y Leone estaban en la otra habitación, contando el dinero que consiguieron por el barco.
—¿No quieres tomar un baño también? —preguntó curioso, apilando monedas en filas verticales—
—Ni de broma, lo mío son los ríos o lagos; el aire libre —sonrió de lado—. No una jodida tina de cobre.
—Oh… —Bruno se sorprendió. Si bien sabía que tomar baños seguidos era muy mal visto, él no lo creía, pues el contacto constante con el agua de mar lo obligaba a limpiarse con agua dulce lo más seguido que podía— Yo... nunca he tomado un baño en un río, mucho menos en un lago —rió—. Siempre he estado rodeado por el mar.
—Demonios, deberías intentarlo alguna vez.
—Si… Tal vez ahora tengo la oportunidad de probar ese tipo de cosas —le sonrió y recibió el mismo gesto de vuelta—.
La pequeña vela que los iluminaba en la penumbra y hacía brillar las monedas de oro se apagó de repente, agotada.
—Creo que es hora de ir a dormir.
—No jodas, una vela no me dirá a qué hora debo o no dormir.
Bruno rió ante el tono burlesco y sobrado de Leone, pero se sorprendió al ver como comenzaban a aparecer chispas entre la oscuridad, iluminando el rostro de Leone y el suyo al chocar las piedras. Entonces, se hizo la luz. Una especie de antorcha pequeña comenzó a flamear.
—Un pequeño truco… —acomodó la madera sobre la mesa, dónde estaba la vela— Nos ayudará a terminar de contar este metal.
—Si —hizo una pausa, perdiéndose en los movimientos del otro, siendo su cuerpo efímeramente iluminando; perdió la noción del tiempo y olvidó el número de piezas de oro contadas— ...muy lindo —pensó en voz alta. Reaccionó cuando la visión de Leone se fijó en la suya, dando un leve respingo—. E-el truco es muy… lindo —rió algo nervioso, agradeciendo la oscuridad que lo ocultaba. Con eso comprendió un poco más al peligris, entendió la sensación de protección al esconderse en la penumbra—.
—Oh, eso no es nada —devolvió su mirada a las monedas. Bruno suspiró aliviado—. Conozco mejores.
—Puedo imaginarlo...
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¡Hola, mis personas hermosas!
¿Cómo están? Espero que bien 😊
Esta vez fue un capítulo algo corto, he notado que los pov de Bruno me salen cortos, así que espero corregirlo.
¿Les gusta ver a Bruno enamorándose de Abbacchio? A mí me encanta 😍 Espero poder escribir más de esto, y también la forma extraña en que Abbacchio se enamorará de él.
¡UUUFFFF! Ese trío MisTrishGio ya se está comenzando a ver muy poquito, me centraré en ellos en el arco de la estadía en Francia, así que sean pacientes 🤫
Curiosidades:
~Hasta el siglo XVIII, sólo se enjuagaban las manos y la zona de la boca. Lavarse la cara regularmente era algo que no aconsejaban los médicos ya que se creía que producía inflamación y pérdida de visión.
~Las hojas que formaron parte de antiguas dietas tradicionales se encuentran aún en la naturaleza, algunas veces en los bordes de campos cultivados o cerca de lugares abandonados. Generalmente no se encuentran lejos de sitios inhabitados, indicando lo que pueden ser vestigios de cultivos del pasado. En Italia se suele cosechar estas plantas hasta la actualidad.
~Las antorchas solían usarse mucho. En ésta ocasión, Abbacchio usó un leño de unos 20 cm de largo y tela de algodón untada en keroseno.
Espero que les haya gustado el capítulo ¡Nos leemos en el siguiente!
Rashi✨

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Four Seasons
FanfictionEra el siglo XVIII, y los problemas y disputas por la corona de un país terminan por afectar directamente a un errante que no tiene absolutamente nada que ver ni ofrecer. Leone teme por su apariencia en un mundo que odia y destruye lo que no entiend...