No encontraron ningún tipo de pasta, pero si una posada que vendía buenos pasteles de carne y cerveza suiza, estaban a unos veinte minutos de su hospedaje, así que decidieron quedarse bebiendo hasta tarde. Así, si tenían suerte, evitarían a las ratas hasta la mañana.
—Entonces, la mujer en el escenario comenzó a cantar despacio —Leone narraba una pequeña historia a Bruno, mientras se miraban a los ojos, uno frente al otro, y bebían de sus tarros de madera y metal llenos con cerveza espumosa y amarga—, yo estaba un poco lejos, escondido en la sombra de un árbol; la mayoría del público estaba cerca para escuchar —hizo una pausa y bebió, sonriendo ampliamente ante la atenta mirada del pelinegro—, pero, luego de recitar algo, su voz cambió por completo. Yo estaba lejos ¡pero la escuchaba como si estuviera junto a ella! Nunca supe a qué se referían con “voz angelical” hasta después de que la oí cantar. Con el tiempo supe que lo que ella cantaba era llamado ópera. Tenía alrededor de quince años, fue toda una experiencia.
—Ópera… —Bruno bajó su tarro y lo dejó sobre la mesa— No sé cómo suena exactamente, pero Sorbet solía mencionar esa palabra, siempre que hablaba de teatro y cosas así.
—¿Nunca has visto una obra de teatro? —para Leone aquello tenía sentido, considerando que Bruno pasó la mayor parte de su vida navegando; el pelinegro negó con un movimiento de cabeza— Tal vez podamos ver una estando en París —volvió a beber, luego dejó su tarro sobre la mesa, emocionándose al recordar todas las compañías de teatro ambulantes que había conocido a lo largo de su vida provenientes de dicha ciudad—, podríamos ver una ópera también en… —dejó la oración en el aire, guardando silencio al recordar las muchas veces que lo corrieron de teatros un poco más elegantes debido a su apariencia—
—¿Leone? —Bruno lo miró alzando una ceja— ¿Está todo bien?
—Uh, si… —tomó de su cerveza otra vez, vaciando el tarro— Sólo un mal recuerdo —se encogió de hombros y miró hacia otro lado—.
—Bueno —Bruno apoyó un codo en la mesa y descansó su cabeza sobre la mano alzada, le dedicó una linda sonrisa, agregando—, si el teatro y la ópera te gustan, y tienes un par de malos recuerdos molestando, nos encargaremos de crear mejores recuerdos que esos.
Leone no se dio cuenta cuando imitó la misma posición del pelinegro y se le quedó mirando en silencio sin saber qué decir. Su pecho latía con fuerza, mientras que una especie de sensación estúpidamente satisfactoria lo recorría como una descarga eléctrica, haciéndole perder la noción del tiempo por completo.
Ambos hacían lo mismo, invisibles entre el bullicio de las personas que los rodeaban, hasta que la señorita que los atendía apareció estrepitosamente a quitarles los tarros de bebida vacíos.
—Lo lamento, caballeros —habló algo agresiva—, pero si no ordenarán nada más, les pido que se retiren.
—Está bien —Bruno se levantó, sorprendiendo a Leone—, ya nos íbamos.
—¿Nos íbamos? —preguntó Abbacchio, alzando una ceja; se suponía que se marcharían tarde—
—Así es —el menor comenzó a caminar hacia la salida, siendo seguido por Leone—.
—¿Por qué nos vamos? —frunció el ceño y sonrió mostrando los dientes, luego gruñó— No quiero regresar aún.
—Tampoco quiero volver, Leone —guardó silencio hasta que salieron, luego volteó y lo miró— ¿Qué te parece si buscamos un lugar con música?
Leone abrió la boca, sorprendido, pero no logró decir nada, Bruno lo sujetó de la tela de una de sus mangas y comenzó a guiarlo a caminar. Después de unos minutos de caminata llegaron a la rivera del Reyssouze, donde Bruno comenzó a buscar algo en todas direcciones, aparentemente perdido.
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Four Seasons
FanficEra el siglo XVIII, y los problemas y disputas por la corona de un país terminan por afectar directamente a un errante que no tiene absolutamente nada que ver ni ofrecer. Leone teme por su apariencia en un mundo que odia y destruye lo que no entiend...