—¿Ahora qué? —preguntó el chico con las manos atadas— ¿Alguien podría desatarme?
—¿Quién eres tú? —la voz de Giorno se escuchó desde la puerta— Y... ¿qué pasó aquí?
Bruno volteó a mirarlo, después de varios minutos sentado junto a su padre, llevaban menos de diez minutos navegando, la costa ya se veía lejana. Se puso de pie, caminó hasta uno de los guardias, más precisamente al que tenía la daga incrustada en un ojo, la tomó y la arrancó de un tirón, provocando que saltara sangre coagulada en todas direcciones. El chico atado lo miró con el rostro ensombrecido, luego comenzó a temblar cuando Bruno comenzó a acercarse a él con el arma. El pelinegro no hizo muecas ni caras, sólo se acercó a él y cortó las cuerdas que lo ataban.
—Giorno, por favor, hazte cargo de él... —hizo una pausa y volteó a ver en dirección al cuerpo inerte de su padre— Yo... No es un buen momento ahora.
—Está bien... —Bruno supo que el niño distinguió a Paolo tirado en el piso, pues se mostró acongojado— ¿Cuál es tu nombre? —se dirigió al extraño— Y tu propósito.
—Soy Guido Mista, y no hago nada en particular, sólo disfruto mi vida en toda su extensión —contestó despreocupado—. Los guardias me atraparon después de salir de una casa de opio, no estaba allí probando esas cosas, sólo hacía un encargo —se encogió de hombros—. Y ahora estoy aquí, con cinco muertos a mi alrededor.
Bruno ignoró el comentario y se alejó, había escuchado suficiente, buscó a Leone, quien tiraba de las cuerdas de las poleas de la vela principal. Se acercó lentamente, con la mente en blanco, los pensamientos eran tantos que no podía concentrarse en uno; se sentía algo mareado. Leone se detuvo, tal vez al escuchar sus pasos, y volteó a mirarlo.
La luz de la luna hacía que los cabellos brillaran más blancos que de costumbre, y lo que lograba ver de su rostro en la oscuridad, tenía cabello pegado a la piel por su sudor, también respiraba agitado mientras intentaba controlar el movimiento de su pecho; al fijar su mirada en la de él llegó a creer que el amarillo de éstos brillaba.
Se sorprendió de haber encontrado paz a los gritos en su cabeza, pero Leone rompió el contacto.
—Yo... —Leone habló despacio, haciendo que Bruno acortara la distancia— lamento tu pérdida... mucho... —se encogió en su lugar y se abrazó a sí mismo. La capucha no estaba, sólo la camisa amarillenta de mangas anchas, con amarras cruzadas en su pecho— No fue mucho lo que compartí con él, pero creo que así se debe sentir tener un padre... Y no dejaba de tratarme como a un crío...
Algo en la voz quebrada del peligris hizo que algo se moviera en su pecho, su garganta ardía, quería abrazarlo, pero no lo hizo.
—Él no solía ser así con las personas, al contrario, era muy reservado y callado... —se acercó más a Leone, sólo los separaban dos o tres pasos— Supongo que influyó que le salvaras la vida, pero supongo también... que vió en ti lo mismo que veo yo. Eres una muy buena persona, Leone.
Él lo miró asombrado, sin palabras, a lo que Bruno sólo pudo responder con una sonrisa genuina. Podía sentir la felicidad y la tristeza en él. Demasiado en tan poco tiempo.
—No me iré... —habló Leone— N-no... Ya no quiero... ir a Nápoles.
—Leone, no es necesario...
—No. Si lo es —Bruno abrió los ojos sorprendido ante su tono serio—. En el momento que di el primer paso para defenderte de esos guardias, decidí que estaría a tu lado en toda la mierda en que te metieras... No sé cómo, pero te cubriré la espalda.
—Leone... —estaba asombrado ¿por qué él le decía esas cosas?— ¿Por qué harías eso? No es tu deber, y ya habías tomado una decisión...
—Mentí... —sus ojos se miraron— Nunca quise irme, pero tampoco quiero que mueras por ese niño... Y Paolo tampoco lo quería...
—Y-yo...
En ese momento se sentía como un completo lunático. Sabía lo que conllevaba seguir a Giorno, y creía que le comenzaba a agradar un poco lo que Leone le hacía sentir, no obstante, aún así iba a dejar que se marchara; no lo iba a permitir, pero lo estaba dejando. Apartó la mirada y le dio la espalda al peligris, posteriormente llevó sus manos hasta su cabeza, a los costados.
Su cabeza volvía a ser un caos. Simplemente no podía lidiar con tanto.
—Perdón por provocar todo esto... —Bruno se disculpó con voz trémula y débil— Yo traje a esos niños, tampoco fui capaz de deshacerme de los guardias sin levantar sospechas... Y ahora mi padre está muerto. Toda la mierda que hice por mantenerlo a salvo y con vida la última semana se fue al carajo.
Se dejó caer al suelo, echándose sobre la madera, encogiéndose en posición fetal.
—No es tu culpa, Bruno...
Volteó a ver a Leone, quien lo miraba desde su posición, con el rostro comprimido y la boca entreabierta; parecía que quería decir algo más, pero nunca lo escuchó. Regresó su cabeza a como estaba, necesitaba llorar, con desesperación; así que lo hizo, sollozó todo lo que pudo, ahí, con su cuerpo desparramado en la madera y sólo con la mirada de Leone sobre él, quien lo acompañó en todo momento a una distancia prudente.
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¡Hola, personas hermosas!
¡Ya vine! Tarde, pero vine xD. Lamento no haber actualizado el viernes, estuve muy peda todo el fin de semana.
He estado pensando, y creo que me tomaré un descanso, una o dos semanas, tal vez, puesto que la historia ya está entrando en el segundo arco y debo escribir MUCHO. También espero que los capítulos se alarguen un poco, como también espero que la historia avance y se desarrolle bien. Comenzarán las aventuras, la tensión sexual, las peleas y las risas, aparecerán nuevos personajes y habrán más curiosidades interesantes 🥰
Realmente espero que te esté gustando esta historia, significa mucho para mí que hayas llegado hasta aquí 💖
Rashi✨

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Four Seasons
FanfictionEra el siglo XVIII, y los problemas y disputas por la corona de un país terminan por afectar directamente a un errante que no tiene absolutamente nada que ver ni ofrecer. Leone teme por su apariencia en un mundo que odia y destruye lo que no entiend...