Para haber sido su primer viaje, Amber lo había pasado mejor de lo esperado.
Si bien no pudo visitar todos los lugares que tenía planeado; estaba más que satisfecha con todo lo que Francia había tenido para ofrecerle. Desde su maravillosa cultura, hasta el romántico acento de todos sus habitantes.
Sentada en el asiento del avión junto a la ventanilla; intentaba mantener frescos los recuerdos de todo lo vivido. Ella siempre había dicho que la mejor cámara fotográfica era la propia memoria, donde todos sus sentidos estaban presentes y no solo el de la vista; más que mirar, le gustaba sentir.
Sabía que extrañaría Francia. Pero su aventura no terminaba, porque estaba a punto de viajar a Italia para darse el gusto de visitar Roma, también conocida como la Ciudad Eterna.
Esta vez se aseguró de comer algo más liviano como una manzana para que al momento de la turbulencia no le sucediera lo mismo que con el puré de patatas. No quería repetir ese hecho nunca más.
El viaje no era largo. Lo había investigado y debía ser aproximadamente una hora y media de viaje, por lo que Amber decidió que sería un buen momento para leer su libro preferido de aventura y fantasía. No importaba cuantas veces leyera esa historia; la amaría por siempre.
Cuando Amber abrió la página de su libro, una chica de cabello castaño rizado se sentó junto a ella. Amber no le dio importancia y puso la vista en su libro.
-¿Tienes hora?- Pregunto la chica clavando sus ojos verdes en Amber.
-Son las 4:30- Dijo Amber mirando su reloj y devolviendo la mirada.
Siempre había sido muy buena en saber aproximadamente como era la persona con solo mirarla. La chica traía puestos unos pantalones blancos con zapatos plateados de tacón altísimos que debían de darle unos 15 centímetros más. Tenía un abrigo rojo y un bolso magenta que Amber supuso, debía de ser más caro que su departamento. Estaba repleta de joyas y se notaba que antes de subir al avión; había pasado por una larga sesión de peinado y maquillaje.
De seguro era una loca aficionada a la moda y a la belleza superficial. Todo lo que Amber no era.
-Gracias- Dijo la chica- Que lindo color de ojos- Añadió la chica- azules como el cielo-
-Gracias- Dijo Amber- Los tuyos también son lindos...-
-Dafne, me llamo Dafne. Aunque puedes decirme Daf-
-Soy Amber- Se presentó.
-¿De viaje por Europa?-
-Si. Quise darme el gusto de conocer algunas ciudades y ahora voy camino a Roma-
-Adoro Roma. Sus tiendas de ropa son geniales, aunque me gusta más la moda parisina- Dijo Dafne.
-¿Tú también estabas en París?-
-No, vengo de Nueva York, pero mi vuelo hace escala aquí y en Roma. Voy de camino a Londres-
-¿Y qué hacías en Nueva York?-
-Es algo complicado de explicar. Digamos que estaba buscando a alguien-
Amber noto que la chica no tenía intenciones de explicar la razón de haber viajado a Nueva York, por lo que decidió no indagar más.
-¿Has comprado algo en las tiendas de París? ¡Amo las boinas que venden! Son bellísimas- Dijo Dafne.
-No he comprado ropa. Pero he comprado un libro- Dijo Amber.
-Debí darme cuenta de que no habías comprado ropa, considerando como te vistes-
Amber frunció el ceño.