-No puedo creer que se haya escapado- Bufó Brooke.
-Yo no puedo creer como nos tragamos el cuento de que se quedaría en su habitación- Dijo Amber mientras conducía. El camino a la ciudad era algo largo. Amber y Brooke iban en un auto, y un poco más atrás se lograban ver las luces del auto donde venían Elijah y Riven.
-Ella va a escucharme cuando la encuentre- Amenazó Brooke.
-Quizás si no fueras tan dura con ella, te escucharía-
-Por favor Amber. Dafne solo escucha a quien ella quiere, eso se resume a ella misma y a mi hermano-
-¿Crees que este bien?-
-Solo espero que no tome nada, si la drogan o la emborrachan... puede haber un terremoto real-
-Aurora- Dijo Blake- Tienes que respirar. Debes intentar calmarte-
La pequeña rubia se había sentado en posición fetal mientras agarraba su cabeza y las lágrimas saltaban de sus mejillas. Parecía como si intentara evitar que alguien se metiera en su cabeza, o hacer que una voz se callara.
-Aurora, no te pasara nada; yo estoy aquí contigo y siempre estaré contigo- Dijo Blake agarrando las manos de la niña suavemente, pero sin tener éxito al tranquilizarla.
Ella sentía un colapso. Su poder intentaba decirle sobre algo o tal vez advertirle. Sentía que le desgarraban la piel de las manos y miles de voces gritándole al mismo tiempo, pero no tenía la voluntad suficiente para intentar descifrar que decía cada una. Su garganta estaba seca y se cerraba con cada respiración, con todas las palabras que quería decir ahogándose en ella y muriendo.
El ataque de pánico crecía cada vez más. Los ojos de Aurora dejaron de ser verdes y se llenaron de luz blanca. Su cabello comenzó a ser más brillante y de la palma de su mano había pequeños destellos. La energía comenzaba a sobrecargarse en el cuerpo de Aurora y tenía que salir de alguna forma, pero corría el riesgo de herir a Blake si lo hacia allí mismo; y eso era algo que jamás se perdonaría.
Los dos focos de luz de la habitación de Blake estallaron asustando al pobre chico. Aurora comenzaba a sobrecargar cualquier cosa que brillara, y al no haber sol, la luz buscaba otras maneras donde asentarse.
-¡No!- Grito Aurora cuando ellos quedaron en oscuridad a falta de lámparas- No debemos estar en la oscuridad-
Aurora comenzó a brillar con más intensidad aun, su cabello y ojos daban un fulgor, y sus manos destellaban en la fría oscuridad.
Blake estaba consumido por el miedo, no sabía si Aurora estaba siendo poseía o lo hacía para protegerlos a los dos. Una ráfaga de viento azoto contra el vidrio quebrándolo en mil pedazos, escucho una risa a lo lejos. Una de esas risas malévolas que suele haber en las películas de terror, antes de que el asesino aparezca con un hacha en la mano y termine degollando a todos.
Vio por la ventana, que unos espíritus negros comenzaban a acercarse para colarse en la habitación. Blake quedo petrificado por el miedo, los espíritus comenzaron a sonreír con malicia, o quizás fuera la mente de Blake consumida por el terror que comenzaba a imaginar cosas que no eran. Las risas volvieron a resonar en sus oídos y el pequeño sintió que le dolían los oídos al escucharlas. Una de ellas se acercó a él y trató de tocarlo, quizás poseerlo. Blake quería frenarla, quería tomar la muñeca de Aurora y salir corriendo de esa habitación. ¿Dónde se habían metido los demás? ¿Es que acaso no habían escuchado la ventana estallar en mil pedazos?
-Blake- Dijo la sombra. Llamándolo a unirse a ella o lo que fuere. El joven pensó que no tenía escapatoria.
Fue entonces cuando un halo de luz golpeo la negra figura. Esta se derritió dejando una mancha negra en el piso.