Capítulo 7

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La pequeña niña cantaba una alegre canción y eso hizo que se percatara de su presencia. Si no hubiese sido por eso ella habría seguido mirando el aljibe porque era lo único que podía mirar. No podía mover el cuello ni los ojos. Era un campo desierto con un aljibe al medio. Parecía una película donde la cámara apunta a solamente una cosa y tienes que conformarte con esa sola imagen. Pero cuando la pequeña de 10 años se acercó saltando alegremente y cantando, pudo girar la cabeza para ver qué era lo que pasaba.

El sol brillaba radiante en el cielo azul, y la escena era totalmente enternecedora con la pequeña niña de cabello negro y ojos oscuros saltando y cantando alegremente.

Entonces la escena cambio.

El cielo comenzó a encapotarse hasta quedar cubierto de nubes grises. La niña no pareció notarlo y siguió con su canción como si nada pasara, era demasiado pequeña para advertir el peligro a su alrededor. Un alma inocente a punto de ser devorada por la maldad.

Sombras comenzaron a acercarse a la niña. Espíritus negros sin rostro la rodearon y comenzaron a llevarla al aljibe, como seduciendo a la pequeña a un único destino:

La muerte.

Ella sonreía ignorando el peligro que corría entonces. Las sombras siguieron flotando alrededor de ella hasta que estuvo de pie en el borde del aljibe. Mirando como algunas sombras se metían dentro de él, una brisa movió el cabello oscuro de la niña y lo último que se escucho fue el grito agudo de la misma, cuando una de las sombras la había empujado dentro del pozo. Conduciéndola a su muerte.

La oscuridad comenzó a tragárselo todo, hasta dejar por completo su vista opacada. Sintió como su cuerpo también caía, pero no a un pozo. Si no a la realidad.

Abrió los ojos de golpe y juraría que por un mínimo segundo había visto a alguien parado junto a ella, pero cuando volvió a mirar no había nadie.

Estaba ella sola en la habitación del hotel.

Amber estiro su brazo y prendió la luz de la mesita. Sentía que su corazón amenazaba con salir corriendo de su pecho, el sudor caía por su frente y el miedo no la dejaba pensar con claridad. Las pesadillas de Amber eran muy realistas.

Se acercó a la ventana y la cerró, entraba una brisa helada que le ponía los pelos de punta. Juraría que la había dejado cerrada antes de ir a dormir, pero quizás no la había trabado bien y una ráfaga de viento fuerte la había abierto nuevamente.

Encendió la televisión, el silencio la estaba volviendo loca. Fue a servirse un vaso con agua para intentar calmarse, aun seguía nerviosa por su pesadilla.

Tenía un presentimiento, de que no estaba sola en la habitación. La presencia de alguien más flotaba cerca de ella, como las sombras habían estado tan cerca de la niña de su sueño. Amber borró esa imagen de su mente por su bienestar. No quería comenzar con sus paranoias. Pero no podía evitarlo. Esa imagen se repetía como una cinta y comenzó a sentirse ahogada. Se apresuró a beber el agua que tenía en el vaso e intento recuperar la cordura. Sentía una fuerza extraña dentro de ella. Sus dedos hormigueaban y su sangre hervía. Las piernas le dolían y sus músculos se contraían. Pensó que tendría un ataque allí mismo y moriría en la habitación del hotel.

Buscó su celular para llamar a una ambulancia, pero en cuanto ella tomo el aparato este despidió chispas y se prendió fuego de la nada. A Amber no le quemo el fuego durante la milésima de segundos que lo tuvo en la mano, lo dejo caer al piso y ella retrocedió hasta que su espalda se chocó con la pared. Se quedó inmóvil allí. Mirando como su celular era consumido por las brillantes llamas anaranjadas.

Salió de su habitación por miedo a que esta se incendiase y pidió ayuda a gritos en el pasillo. Un encargado vino corriendo para auxiliarla y ella le explico que su celular estaba ardiendo en llamas. El encargado busco un extintor y entró a la habitación en la que la joven se hospedaba.

El muchacho le dijo a Amber que entrara nuevamente y le explicó que el celular no estaba ardiendo en llamas, pero si estaba chamuscado y las cenizas lo cubrían, también tenía un poco de plástico derretido en la pantalla. Amber negó con la cabeza rápidamente, era imposible que la cantidad de llamas que había tenido su teléfono se apagara sola.

El encargado llamo a un médico para que atendiera a Amber, pues se encontraba muy nerviosa. El doctor le dio una pastilla para dormir y Amber volvió a quedarse profundamente dormida. Pero sabía que algo raro estaba pasando con ella. A no ser qué el teléfono tuviera fallas no había forma de que se prendiera fuego.

Sonaba extraño y hasta demencial, pero Amber sentía que ella había sido la causante de que su celular ahora estuviese derretido.

La noche pasó tranquila luego del pequeño incidente. No tuvo ninguna pesadilla y hasta podría decirse que durmió como un bebe; algo que no hacia hace mucho.

Tomaba su chocolate caliente en completo silencio, mirando fijamente su celular derretido. Era todo tan extraño. Se sentía insegura y tenía muchas ganas de volver a su casa, que su vida siguiera con su curso normal. También tenía que comprar sus apuntes para iniciar la universidad. Estudiaría arquitectura y diseño industrial. Era una profunda amante de ello.

Esperaba en la fila para conseguir su boleto de avión ya en el aeropuerto. Finalmente regresaría a casa; no es que quisiera dejar Londres, pero sabía que algo pasaba allí y que estaría mejor en su hogar. A pesar de todo, no se quejaba en absoluto de la maravillosa experiencia que la ciudad le había brindado; inclusive llevaba como recuerdo el libro que le habían obsequiado.

Le hubiese gustado escuchar música mientras esperaba. Pero su teléfono se había dañado para siempre y no le convenía comprar uno allí. Conseguiría uno nuevo apenas llegase a Nueva York.

-¿Amber?- Una voz femenina sonó a su espalda. Por un momento pensó que podía ser una azafata que quería decirle algo de su vuelo. Luego lo pensó mejor; era imposible que una azafata supiera su nombre.

Se dio vuelta y se encontró con la misma chica de la biblioteca que la había mirado de manera horrible con sus enormes ojos azules. Su cabello castaño caía sobre sus hombros hasta su cintura, tenía una expresión seria en su rostro.

Amber trago saliva con dificultad. Estaba asustada.

-¿Qué quieres?- Preguntó- ¿Cómo sabes mi nombre?-

-Me llamo BrookeSellers. Y tenemos que hablar- 


WEY!!! Que les parece la novela hasta ahora??

estuve pensando en hacer un maraton, pero quizas mas adelante, cuando tenga un poco mas de exito (ahora solo tiene 300 vistas. Es muy poco a mi parecer) quizas cuando lleguemos a las 1000 haga el maraton :D 

Gracias por leer!!!

El Último SímboloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora