El miedo de Bruno

5. En el baño

En el baño, Bruno estaba inquieto. Pero no era tan malo, solo estaba temblando y su cara estaba roja. También sentía, por supuesto, los latidos de su corazón como tambores molestos y los nervios que lo comían por dentro.

Pero no, no era tan malo, para nada.

Bruno parpadeó, se secó el rostro con la manga de la camisa escolar y respiró unas cuántas veces. Se dijo a si mismo que todo iba a estar bien, pero luego David entra al baño y todo se va a la mierda.

—¿Bruno? —dijo él.

Bruno se mordió el labio con fuerza, miró de reojo al reflejo de David que había en el espejo.

—¿Qué pasa? —contestó con más confianza que en verdad tenía. Se dio la vuelta encontrándose con David.

—Te estabas tardando, y te vine a buscar —dijo lo obvio.

—Lo lamento, ya iba contigo, solo me estaba lavando las manos —musitó ahora, sin estar muy seguro de sus palabras.

—Veo que sigues enfermo —se acercó hasta Bruno, se notaba que David era mucho más bajo y atlético que él—. ¿Todo bien? ¿Quieres que te lleve a tu casa?

—No, no. Estoy bien, digo, está todo bien. Sí, perfectamente bien. No te preocupes.

David asintió, sin notar el desastre que era Bruno en ese momento.

—Ya veo, eh —miró a todos lados, milagro que el baño estaba vacío—. Voy afuera, sí, afuera. Te espero.

—Sí, vale. Te veo allá.

Y David se fue, dejando a Bruno solo en el baño, o bueno, hasta que alguien más entró y Bruno se vio en la necesidad de salir de allí.