12. La siguiente mañana

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La siguiente mañana, ya cuando el sol apenas se estaba asomando para salir, y mucho después de que el tío Fer saliese a trabajar como todos los benditos días de la semana (excepto los miércoles, por supuesto), Bruno se despertó.

Él se encontró solo en casa y apenas eran las 6 de la mañana, aún tenía puesta su pijama y estaba a punto de regresar a dormir cuando escuchó un mensaje llegar a su celular. Con toda la pereza del mundo, se estiró hasta la mesilla de noche y agarró su celular, lo desbloqueó y se quedó un rato viendo la pantalla.

David, se repetía el nombre en su mente tantas veces que por poco le saca suspiros. Leyó los mensajes que le habían sido enviados, sus manos estaban temblando que le fue difícil no tirar el celular al suelo.

Le dijo los buenos días.

Le preguntó cómo había amanecido.

Le dijo que si quería salir al cine.

¿Le dijo que si quería salir al cine? sí, le dijo que si quería salir al cine.

Pensó en una respuesta y esperó unos cuantos segundos más para no sonar desesperado, después contestó con un "Buenas, amanecí bien, gracias, ¿tú? Y claro, solo dime el lugar y la hora".

David contestó rápido y le envió la información necesaria. Bruno le pidió permiso a su tío por mensaje, pasó la media hora antes de recibir una respuesta afirmativa.

Aquel domingo por la tarde hacía frío, el cielo parecía que quería llorar de tristeza y eso a Bruno le desagradaba enormemente. No era fanático de los días grises pero estaba ahí, frente a la estación de tren esperando a que apareciese David con su típico cabello despeinado y sus ojos bonitos.

Llegó ya a los 10 minutos después, saludó a Bruno con la mano.

—¿Esperaste mucho?

—No en verdad, apenas llegué.

—Vale.

Fueron a comprar sus boletos y esperaron otros 10 minutos más a que el tren llegase. Ya cuando las puertas se abrieron, entraron al tren y ambos se sentaron cerca de la salida. No había mucha gente, aquello era algo extraño pero ninguno comentó nada al respecto.

Bruno miraba silenciosamente a David. De su mente llegaban pensamientos que solo él sabía, y que nunca diría en voz alta. Y quedó pensando un rato más, unos momentos más antes de recordar que estaba junto a él. A su lado.

David era el secreto de Bruno, y aquello rompía a Bruno tanto que quiso llorar.

El miedo de BrunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora