El regreso a clases inició un miércoles, algo extraño pero tampoco tan nuevo pues la escuela era medio rara.
Estando en la tercera clase del día y aburrido a más no poder, Bruno se dio cuenta que gracias a su novio ha tenido una vida social más activa, es decir, antes de que comenzaran a hablar oficialmente siempre se la pasaba solo.
No ayudaba que era tímido, por supuesto, pero parece ser el novio de una de las personas más extrovertidas de la escuela ayuda a ser más sociable.
Vio de reojo a su lado, donde estaba David dormido en su pupitre.
Bruno decide despertarlo pellizcándole la mejilla, segundos después su novio despertó desubicado pero aún con la cara agachada. Parpadeó un poco, seguramente intentando acomodar su vista hacia Bruno y sonríe.
—Hey —susurró bajo para que solo su novio lo escuchase, Bruno rodó los ojos.
—Presta atención —musitó, pero David negó suavemente. Ignoró la tentación de querer jugar con su cabello desastroso.
El profesor Xavi les puso ejercicios en el pizarrón para el resto de la clase, se sentó en su escritorio y comenzó a hacer quién sabe qué en su computadora.
Por petición e insistencia de Bruno, David se rindió y aceptó trabajar en clase, obviamente con la condición que ambos se juntaron para hacer los problemas que estaban en el pizarrón.
A veces se preguntaba cómo le hacía para no reprobar si siempre andaba de perezoso. David le comenzó a explicar algunas cosas mientras Bruno tomaba notas.
Al entregar el trabajo, la campana sonó y casi todos en la clase salieron como si fuese una estampida de animales salvajes, los únicos que se quedaron en el salón era el maestro y unos cuantos alumnos, entre ellos David y Bruno.
Decidieron pasar el rato en el salón porque querían pasar un tiempo a solas, hablaron de sus vacaciones de manera más relajada y tranquila.
Hasta que la conversación de la madre de Bruno salió a la luz, cosa que fue inevitable evitar.
—Así que —pausó nervioso su novio—, ¿cuándo irán?
—Hoy —dijo mirando el suelo, sentía ardor en sus ojos y un nudo en su garganta—. Por eso no podré salir contigo por helado, disculpa.
—¡No, no, no! —negó muchas veces y de forma frenética-. No tienes que disculparte. Entiendo completamente, sí -se removió nervioso en su pupitre pero no dejó de mirar tímidamente hacia Bruno.
—Gracias. Debí decírtelo antes pero tenía miedo —se encogió de hombros, jugando con su lápiz. El ardor no sé había ido—. No estoy acostumbrado a expresarme, no me va bien. Y eres mi primer novio, persona especial y eso y —respiró hondo, intentó tranquilizarse y al parecer lo logró— solo tenme paciencia, ¿vale? Necesito tiempo para acomodar mis ideas.
—Claro, sí. Tu también eres mi —tosió rojo por vergüenza— persona especial, eh, sí. Novio, ajám.
Bruno se da cuenta de sus palabras y se pone igual o más rojo, pero ninguno de los dos dice nada.
—¿Quieres que los acompañe? —preguntó David.
Por lo contrario, él le regaló una de esas miradas cargadas de sentimientos, llena de curiosidad y brillo. Una ola de emociones tambalearon a Bruno, y asintió suavemente.
—Sería lindo, gracias —se recargó lentamente hacia su novio, le planteó un beso en su nariz y sonrió.
—¡Consíganse un cuarto! —desde el fondo del salón se escuchó a Alex gritar, sonriendo de oreja a oreja hacia los dos tórtolos enamorados.
El profesor Xavi le regaló una mirada amenazante, aún estando en su mesa de trabajo.
—Señor Alejandro, le recomiendo no usar ese tipo de lenguaje en mi salón, ¿queda entendido?
Alex asintió nervioso, sus amigos comenzando a molestar porque había sido regañado.
La campana sonó de nuevo, era hora de cambiar de clase. Ambos recogieron sus cosas y se despidieron porque tenían clases diferentes.
Aún así, quedaron en verse por las escaleras de la escuela cuando las clases se terminaran.
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El miedo de Bruno
RomanceDrama, inseguridades y una pizca de dulzura, la vida de Bruno es como cualquier otra de un adolescente de dieciseis años. Pero hay algo que le tiene miedo: David, su compañero de clase, y no es del tipo de miedo del cual se imaginan. Esta historia e...