A la salida de la escuela, ya cuando las clases habían terminado, Bruno encontró, entre el mar de gente, a un David despeinado hablando tranquilamente con su grupillo de amigos. Estaban por las escaleras yendo en dirección a la calle, unos sentados y otros tantos recargados mientras platicaban.
El corazón de Bruno se le paró un instante, dejó de respirar y antes de que pudiera verle por más tiempo, corrió lo más que puede deseando que no le prestara atención, esa era la única forma de ir hasta su casa, lamentablemente.
—¡Bruno, espera! —la voz de David hizo que parara en seco, no había podido sacar el aire de sus pulmones hasta ese momento para hablar.
—David —dijo, cuidando sus palabras—. Hola.
David sonrió y comenzó a hablar, Bruno se distrajo en el pequeño y largo cabello rebelde que estaba desacomodado por su cabellera castaña. Era hipnotozante.
—Eh, ¿qué? —preguntó Bruno, dándose cuenta que David esperaba una respuesta.
—Que si estás libre el sábado.
La cara de Bruno se tornó roja, parpadeó sin entender.
—¿Para qué o qué?
David soltó un gruñido, de nuevo se mueve aquel cabello, quizá haya sido el viendo.
—¿No escuchaste? —musitó frustrado—. quería hablarte sobre el horario de la tutoría, la profe Hannah dijo que nos pusieramos de acuerdo —hizo una mueca—, y te preguntaba que si estás libre los sábados o si deseas aumentarle más días.
—Sí.
—¿Sí qué? —dijo David, entrecerrando los ojos.
—Los sábados, sí.
Él asintió, luego jugó un poco con las mangas de su uniforme y mira hacia Bruno de forma expectante, casi nerviosa, la diferencia de altura era demasiado notoria estando uno frente al otro.
—¿Te parece intercambiar números para ponernos de acuerdo? El bus llega en 5 minutos y no quiero perderlo.
—Oh, sí, claro —sacó su celular de la mochila y cambió número con David—, bueno, eh, ¿nos vemos?
David se despidió con la mano y un "te hablo luego", también lo hizo con sus amigos y se fue. Bruno, por lo contrario, se le quedó un rato mirando. Viendo como se aleja lentamente hasta desaparecer en la esquina de la calle, su cabello aún despeinado.
La última campana sonó, y el pobre de Bruno se dio cuenta que su tío lo iba a matar por llegar tarde, así que tuvo que apurarse corriendo hasta su casa.
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El miedo de Bruno
RomanceDrama, inseguridades y una pizca de dulzura, la vida de Bruno es como cualquier otra de un adolescente de dieciseis años. Pero hay algo que le tiene miedo: David, su compañero de clase, y no es del tipo de miedo del cual se imaginan. Esta historia e...