Mensajes. Llamadas. Más mensajes. Más llamadas.
Bruno pensó que fueron veinticuatro en total aunque no estaba tan seguro, le dio cosa mirar su celular. Y es que no podía dormir, no aún. Y que sin importar que hubiera tomado el té de manzanilla, el cual es bueno para relajarse, moría de nervios.
Y se notaba por como se movía mucho en la oscuridad obsoluta, acurrucándose entre sus sábanas mientras escuchaba la respiración de su hermano dormido. Estaba todo tan oscuro y sentía que la misma oscuridad lo estaba consumiendo entero.
En parte, eso quería Bruno, y se sentía tan patético.
Cerró los ojos un rato, ya rindiéndose en conciliar el sueño y comenzó a pensar y a pensar. Pensó un poco más, miró su celular, negó. Luego paró, regresó la mirada a su celular, se mordió el labio, se estiró para agarrarlo y lo prendió. Miró los todos los mensajes y llamadas perdidas. Tragó saliva, y leyó.
Y terminó de leer.
Y su corazón estaba a punto de explotar.
Y soltó el aire que guardaba en sus pulmones.
Y sintió caliente su cara.
Y sonrió, como un bobo enamorado.
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El miedo de Bruno
RomanceDrama, inseguridades y una pizca de dulzura, la vida de Bruno es como cualquier otra de un adolescente de dieciseis años. Pero hay algo que le tiene miedo: David, su compañero de clase, y no es del tipo de miedo del cual se imaginan. Esta historia e...