31. La siguiente semana

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La siguiente semana llegó, lo que significa que ya podían ambos hermanos ir al cine con sus amigos.

Ese día en particular era miércoles, es decir, uno de los días de descanso del tío Fer.

Se llegó a un acuerdo de que Noah y Bruno irían al cine con los chicos, y antes de que anocheciera, el tío Fer los recogería para ir a cenar a un lugar con ese tal Liam, su novio.

Bruno estaba emocionado, extrañaba demasiado a David. Tan solo habían podido hablar unas cuantas veces por videollamada, eran ambos más de mensajes de texto así que mayormente hablaban por ese medio.

David había llegado la mañana anterior a la casa de sus mamás, las cuales, por lo que entendió Bruno, le llenaron de besos y abrazos. Con tal imagen mental soltó una risa corta, negando.

—¡Ya llegamos! Recuerden llamarme cuando la película termine. Los quiero.

La voz del tío Fer hizo que Bruno levantara la mirada del suelo del carro. Su hermano se quitó el cinto y se despidió, él hizo lo mismo solo que con un poco más de torpeza.

Las manos le estaban temblando y tenía una idea del por qué, pero decidió ignorarlo, total, solo era David la razón de sus nervios.

Ambos chicos fueron caminando adentrándose a la plaza, llegando al parecer un poco antes al lugar acordado. Esperaron un poco antes de que los demás llegasen.

Algunos minutos pasaron cuando lograron ver a Jennie y Carmen yendo hacia ambos hermanos. Hablaron un poco, aún esperando.

Después fue Julián con otro amigo suyo, si mal no recordaba su nombre era Alex, pero solo sabía su nombre porque era uno de los chicos del karaoke. Ambos más que nada eran amigos de Noah.

David llegó con Omar veinte minutos después, disculpándose por la demora argumentando que Omar no tenía quien lo llevase, todos le dijeron que no había problema.

Todos fueron en dirección al cine, en total eran como ocho personas, incluyendo a Bruno. Eso lo puso nervioso, él nunca era mucho de estar rodeado de personas, pero al parecer ser novio de David lo hizo un poco más sociable de lo que en verdad era. Y no sabía si aquello era algo bueno o malo.

Dejó de andar pensando mucho cuando sintió una mano contra la suya, al mirar abajo vio que era la de David y se tranquilizó un poco. Mordió su labio nervioso, sin querer mirarle el rostro.

—Carmen y yo iremos por los boletos —habló Jennie jugando con su cabello mientras masticaba chicle—. Noah, Alex y Julián irán por la comida.

—¿Y nosotros qué? —preguntó David, aún aferrándose a la mano de Bruno.

—Omarcito y Brunito, mis niños —apuntó a ambos con cara amenazante—. Cuiden a mi muchacho David, que no se meta en problemas, ¿entendido?

Ambos asienten conteniendo la risa mientras David hacia berrinche que no era un bebé como para ser vigilado.

Jennie lo ignoró y jaló a Carmen hasta el otro lado del cine, Noah y los otros hicieron lo mismo.

—Qué se cree ella, yo me puedo cuidar solo —gruñó David, cruzando sus manos mientras se recargaba en la pared azul—. Se cree la gran cosa —levantó sus manos de forma dramática—. ¡Es más! Sería mejor que fueras tú al que deberíamos de cuidar —apuntó a Bruno, arrugando la naríz.

—¿Eh? ¡Claro que no! —exclamó, luego miró hasta donde estaba Omar sentado a unos metros de ambos chicos—. ¿O no?

Omar se encogió de hombros, siguió jugando en su celular.

—Gracias, eh. Se agradece el apoyo —chasqueó su lengua, haciéndole mala cara a su novio y a Omar. A veces sentía que el mundo estaba en su contra.

—¡Chicos! Ya tenemos todo, vengan —la voz de Jennie sonó por el cine medio vacío, Omar se levantó del suelo y ambos novios fueron hasta donde estaban los demás.

Se tardaron un rato encontrando la sala, pero ya al hacerlo se tardaron más rato buscando los asientos, peor aún, decidir quién se sienta con quién.

Bruno gruñó cansado, todo esto se le hacía eterno.

El miedo de BrunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora