David estaba triste. Sus ojos tenían una pizca de rojo y su humor era un poco inestable. Un momento estaba riendo y al otro estaba gruñón. Bruno decidió preguntarle qué pasaba.
—Es mi papá —dijo—, quiere que me mude con él y vaya a la universidad cerca de la ciudad.
El corazón de Bruno se encogió extremadamente.
—¿Y qué le dijiste?
—Ni loco —negó, poniendo un lado de su cara en el pupitre, se notaba que no quería despegar la vista de su novio—. Desde hace meses está de insistente con eso, pero ahora anda intenso. Aunque amo a mi papá, desde el divorcio de él y mi mamá Cecilia siento que se ha vuelto muy dependiente de mí y de Laila, mi hermana menor.
—¿Qué tan dependiente?
—No sé explicarlo —bufó, después arrugó su nariz—. Siempre anda enviándome regalos y, no me quejo, son chidos pero siento como que me está queriendo comprar, ¿sabes? también que me llama mucho pero el problema es que se nota que no le interesa mucho lo que tengo que decir y se centra más en mi futuro, que si es mejor la universidad cerca de su casa y que es bueno que estudie medicina porque es una buena carrera, cosas así.
—¿No le has dicho que quieres estudiar ciencias de la comunicación?
Estaban en descanso, así que estaban a gusto hablando mientras las pocas personas del salón los ignoraban y hacían lo suyo.
—Intenté, pero me dijo que con eso me muero de hambre. Dice que medicina es mejor.
—Puede que sea mejor para él, pero no para ti.
—Pues sí, pero es bien terco. Prefiero estar con mis mamás, Miranda y Cecilia. Aunque extrañe a Laila.
—Por lo que vi, Laila es adorable.
—Como no tienes idea. Es, cómo decirlo, una bolita de ternura. Me recuerda a ti, solo que energética y dramática.
Bruno puso los ojos en blanco.
—Pues espero que tu papá entienda y respete tus decisiones.
—Un día, espero. ¿Tú tienes idea de qué estudiar?
—Algo con arte, tal vez literatura.
—Oh bien —sonrió—. Eso me recuerda, ¿qué tal el libro que te dio Omar?
—Muy bueno, ya llevo más de tres veces que me lo leo.
—¿Neta? —levantó su cara del pupitre, decidiendo mejor recargarse en la silla.
—Sí, o sea, es muy bueno. Tiene mucho drama y una trama interesante.
—Uff, pues qué bien. Ya sabes que a mí no me gusta leer mucho.
—No te gusta leer nada, no mientas —rodó los ojos Bruno—. Apenas y puedes soportar los libros de la escuela.
—¡No es mi culpa que sean tan aburridos!
—Solo no has encontrado el indicado —rió suavemente, notando como David hacia una mueca de burla.
—Tal vez ya lo he hecho.
Bruno le dio un golpe suave e inofensivo en el hombro.
—Relájate galán, estamos en el salón.
David le pellizcó la mejilla, a él le gustaba hacer eso. Quizá era costumbre porque sus mamás le hacían lo mismo a él.
—Qué aburrido.
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El miedo de Bruno
RomanceDrama, inseguridades y una pizca de dulzura, la vida de Bruno es como cualquier otra de un adolescente de dieciseis años. Pero hay algo que le tiene miedo: David, su compañero de clase, y no es del tipo de miedo del cual se imaginan. Esta historia e...