Un día el tío Fer llegó de su trabajo con un ramo de rosas en mano y la cara sonrojada, y desde ese momentos la casa era un total caos.
Tío Fer se negaba a decir el por qué de su buen humor, ni de ese día y de los siguientes. Bruno y Noah sospechaban que tenía algo que ver con ese tal "Liam" del que tanto mensajeaba día y noche.
Y claro, solo había una forma de averiguarlo.
—¿Quién es Liam? —preguntó Noah mientras estaban todos comiendo en la mesa.
Fernando paró de hacer lo que estaba haciendo y se quedó mirando a su sobrino.
—¿A qué te refieres?
—¿Es tu novio?
—¿Qué?
—¡Sí es tu novio! Estás rojo.
—No es mi novio.
—¿Tú qué opinas, Bruno? ¿Crees que es su novio?
—No lo sé —dijo él sin querer meterse tanto a la conversación.
—Yo digo que sí es su novio.
—Que no es mi novio.
—¿Entonces qué es?
—Un amigo, nadie importante.
Noah sonrió.
—¿Y cuando lo conoceremos?
—Preferiblemente, nunca.
—Anda, no sea malo.
Fernando siguió comiendo su comida, Bruno hizo lo mismo.
—Quiero presentárselos cuando sea el momento, no ahora.
—¿Por qué? —habló ahora un poco curioso Bruno.
—Es que es muy pronto.
—Vale, pues —Noah asintió—. Cuando te sientas a gusto, a tu tiempo.
—Gracias —agradeció el tío Fer con una sonrisa tímida y mejillas sonrojadas.
Por ahora, dieron la conversación por terminada y siguieron comiendo hasta ya rato. Ya al terminar de comer Bruno y Noah subieron a su cuarto con la intención de dormir y obvio, antes de hacerlo se cepillaron los dientes y se pusieron su pijama, no eran animales cochinos. Ya en sus camas, Bruno notó algo raro en su hermano.
—¿Y esa cara? —miró a Noah, observando como tenía el celular en su mano mientras hacia una mueca rara.
—Es un mensaje de Julián.
—¿Qué te dice? —se acercó y asomó por el hombro de Noah, siendo la vieja chismosa que es.
—Nada —apagó rápidamente el celular, haciéndose el loco.
Bruno calló, asintió y se alejó de su hermano.
—Es que es raro.
—¿Qué cosa?
—Pues todo. Nos gustamos pero no somos nada.
—¿Y qué sientes?
—¿Qué siento de qué?
—Con todo eso.
Noah lo pensó.
—Apesta. No me gusta. Es raro.
—Del 1 al 10, ¿Qué tan raro?
—Ultra raro, un 25.
—Ouch.
—Sí, ouch.
—¿Planeas hacer algo?
—¿Cómo qué?
—Pues decir cómo te sientes, baboso.
—Ni loco lo hago.
—¿Y eso?
—No quiero arruinar nada de lo que tenemos.
—Pues no sé qué decirte, Noah —Bruno fue honesto—. Sabes que eso de consejos no va conmigo, pero con lo que sea aquí estoy.
—Está bien, no tienes que decirme nada —dijo, despeinado a su hermano—. Eres un buen niño, Bruno, me das asco.
—¿Asco? ¿Por? —se indignó.
—¡Por ser tan lindo! —exclamó—. Moriré de diabetes, basta. Asqueroso. Repugnante.
Bruno le dio un zape en la cabeza.
—Cállate, baboso.
Noah rió, negando repetidas veces la cabeza.
—Nah.
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El miedo de Bruno
RomanceDrama, inseguridades y una pizca de dulzura, la vida de Bruno es como cualquier otra de un adolescente de dieciseis años. Pero hay algo que le tiene miedo: David, su compañero de clase, y no es del tipo de miedo del cual se imaginan. Esta historia e...