7. David estaba borracho

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David estaba borracho cuando todos estaban por irse a sus respectivas casas. Todo había pasado demasiado rápido para Bruno, de un momento a otro alguien sacó de su mochila unas cuantas botellas de alcohol y bueno, muchos tomaron.

Pero no Bruno, él odiaba el sabor del licor en su boca, también porque era menor de edad y no quería meterse en problemas. Para su sorpresa, todos aceptaron que no quería tomar, eso lo agradeció. Lo bueno que no era el único sobrio.

Aunque eso sí, David no quería irse en un taxi y llegar a directamente a su casa por miedo a que sus madres lo regañasen. Ninguno de sus amigos lo quisieron llevar a sus casas, así que Bruno tuvo que ser el héroe de día y sacrificarse por un bien mayor.

Bruno tuvo que llamar su tío y rogar en que su ¿amigo? se quedase en su casa. Su tío, por supuesto, dijo que sí, pero con ciertas condiciones que Bruno debía de cumplir.

Habían llegado a la casa que compartía Bruno con su tío y su hermano mayor. La noche aún era joven, podías aún ver los faroles de la ciudad encendidos y la poca gente que estaba caminando por las frías y oscuras calles. Tocaron la puerta y Fer, su tío, la abrió. Se notaba irritado y cansado, como siempre. Solo dijo un "pasen" y ya.

Con cada paso que daban, Bruno intentaba guiar a David hasta la sala y lo dejó caer al sofá, le puso una manta y dijo las buenas noches.

El día siguiente fue simplemente incómodo tanto para Bruno como para David. Tuvo que explicar a un asustado David todo lo que pasó la noche anterior. Explicarle que vomitó en su uniforme y que comenzó a divagar diciendo lo mucho que amaba a su hermanita pequeña.

Al final, cuándo se despidieron con un abrazo incómodo y un "hasta luego", Bruno no dejaba de pensar que David era demasiado lindo con su cabello despeinado. Hasta le parecía tierno que hablara así de su hermana y que cuando reía por alguna estupidez, su risa sonaba como la de un cerdito.

Pero Bruno cayó en cuenta de algo, su corazón dejó de latir por un segundo y de repente su cara se pone pálida como una hoja de papel.

Mierda, pensó Bruno, mierda.

El miedo de BrunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora