Bruno lo había estado pensando seriamente y llegó a una conclusión: le pedirá a David ser su novio.
¿Estaba nervioso? Claro.
¿Estaba listo? Para nada.Tenía tantas dudas y miedos, tantas cosas en su mente que los últimos días no lo dejaban estar en paz, pero ya lo había decidido y no había vuelta atrás. Marcó su número y esperó a que respondiera, y cuando lo hizo, no dejó que dijera palabra alguna.
—Holacómoesásquieresserminovio —preguntó rápidamente y sin parar, intentando recobrar el aire perdido de sus pulmones esperó a una respuesta, milagrosamente no tosió ni de ahogó, no tanto al menos.
—¿Cómo? ¿Hablas en serio?
—Sí, bueno, te lo hubiera dicho cuando regresaras a lo de tu papá pero no sé, quería decírtelo —habló torpemente y de manera rápida—. O sea, entiendo si dices que no, en verdad no tengo problema si me-
—¡Claro que quiero ser tu novio! —lo interrumpió con voz un poco más fuerte de lo que desearía admitir—. Digo, claro, sí tú también quieres, bueno, es obvio que quieres eso porque me lo preguntaste primero —rió nervioso—. ¿No estás bromeando, verdad?
—¡No! Para nada, nunca haría algo así, David.
—Oh.
—Sí —dijo Bruno—, oh.
—¿Y ahora qué?
—No sé.
—¿Podemos hacer videollamada? Quiero verte.
—Yo también quiero verte —sonrió—, pero tengo pijama y el cabello del asco, ¿Aún así quieres verme?
—Seguro te ves lindo.
—Iu, no.
—Iu, sí.
Alejó su cara del celular y miró el botón de videollamada, respiró hondo y lo presionó, David hizo lo mismo. Él, ahora su novio, tenía consigo un gorro azul de lana suave adorando su cabeza, pero lo más notorio eran sus mejillas igual o más rojas que las de Bruno.
—Hola —dijo Bruno un poco embobado.
—Hola, lindo.
—No me digas lindo.
—¿Por?
—Es vergonzoso.
—A ti todo te da vergüenza.
Bruno rodó los ojos y bufó.
—No todo.
—Lindo, adorable, guapo, precioso.
—Basta, David.
—Estás rojo.
—Tú también.
—Nah.
Soltaron una carcajada corta, se miraron.
—Me gusta tu gorro —apuntó Bruni hacia David.
—¿En serio? Mi abuela me lo hizo —dijo quitándose el gorro—, esconde mi nuevo corte de cabello.
Si de por si David era alguien que se veía bien con cabello largo, ahora lo era más con cabello corto. Eso sí, extrañaría esos benditos mechones rebeldes.
—Te miras bien, demasiado bien. Me gusta, mucho.
—Cuidado, se te cae la baba —burlándose, David jugueteó con su cabello ahora corto—. No me acostumbro aún.
—¿Cuándo te lo cortaste?
—Ayer en la tarde.
—¿Así que prácticamente un día con el cabello corto?
—Podria decirse que sí —se escuchó ruido de fondo, David hizo una mueca y luego habló—. Debo ir a comer, ¿Te hablo luego?
—Sí, claro. Me mandas mensaje cuando tengas tiempo.
—Okay, adiós novio mío —se despidió con una sonrisa coqueta, Bruno solo pudo ver como se terminaba la llamada mientras sentía el rostro pintado de rosa. Se sentía demasiado bien ser llamado así.
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El miedo de Bruno
RomanceDrama, inseguridades y una pizca de dulzura, la vida de Bruno es como cualquier otra de un adolescente de dieciseis años. Pero hay algo que le tiene miedo: David, su compañero de clase, y no es del tipo de miedo del cual se imaginan. Esta historia e...