38. Era un nuevo día

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Era un nuevo día, el sol estaba en su pique y Bruno podía sentir el sudor resbalarse por su cuerpo. Él odiaba, con toda su alma, la materia de deportes, y tal vez ese sentimiento tan negativo tenga o no que ver con que era una de las pocas clases que no compartía con David. 

Este día estaban corriendo alrededor de la cancha mientras que el profe Ramón estaba parado viéndolos hacer ejercicio. Nunca fue bueno en deportes, al contrario, eran de las materias que más apestaba, pero como lo único que necesitas hacer era participar... pues él se aseguraba de hacerlo siempre, aunque después su cuerpo estuviera gritando de dolor y, claro, mojado de sudor. El pitido del silbato dio final a su tortura de diez benditos minutos. Bruno se arrastró, metafóricamente y literalmente, hacia una de las paredes de la cancha y se recargó en ella, cerró los ojos e intentó normalizar su respiración. Alex decidió acompañarlo e hicieron una pequeña plática y llegaron a la misma conclusión: hacer ejercicio era malo para la salud.

Terminaron riendo por lo estúpido que sonaba pero poco les podía importar, o al menos fue así hasta que de nuevo el profesor Ramón avisó que el descanzo había terminado, poniéndoles otra actividad para pasar lo que restaba de la clase. Pero es entonces que un grupo de chicos de otra clase se metieron a la cancha y comenzaron a jugar baloncesto cuando Bruno notó a David y sus amigos.

—¡Hey, hola! —gritó David acercándose a su novio y apuntando hacia la pelota de baloncesto—, ¿jugamos?

—¿No tienes clase? ¿qué hacen aquí?

—El de informática no vino, así que nos dieron las dos horas libres.

—¿Y dónde estuvieron todos ustedes los otros veinte minutos?

—Biblioteca.

—Ah.

David se acercó peligrosamente a Bruno pero este se alejó, poniendo distancia entre los dos con su pelota.

—Estoy sudado, apesto.

—Aburrido —rió como queja, pero no insistió.

Jennie se acercó a ellos y decidió también jugar al baloncesto, Carmen no, ella se sentó en el suelo mientras veía a David, Jennie, Bruno y Alex jugar una partida. Al final Bruno y Alex ganaron, los tres restantes los abuchearon de manera juguetona.

—¿Y Omar? —Bruno se dejó caer en el suelo junto a Jennie, David hizo lo mismo. Alex y Carmen se sentaron en dirección contraria a ellos.

—Se quedó en la biblioteca —dijo David, ahora acurrucándose con Bruno con la excusa de que ambos están apestosos, así que no había problema ahora.

—Envidia —gruñó Bruno, sintiendo como su novio jugueteaba con los dedos de sus manos—, ¿y saben por qué no vino el de informática?

—Creo que su esposa dio a luz —anunció Carmen, que miraba atentamente hacia su celular.

—Desearía dar a luz —dijo Alex, sonriendo traviesamente—, así me salto un día entero de clases.

Carmen dejó de ver su celular, David dejó de jugar con sus manos, y en eso todos lo miraron raro por un rato, y después rieron con fuerza.

—Hablando de saltar clases, ¿y Julián? No lo he visto los últimos tres días —Jennie tenía un buen punto, Bruno también había notado su ausencia, tanto física como en conversaciones que tenía con su hermano.

—Ni idea —negó Alex, Carmen y Bruno dijeron lo mismo, solo que con diferentes palabras.

David fue el único en no decir nada. El día siguió como si nada, por lo menos así fue porque cuando llegó a casa, Bruno y su hermano tuvieron que encerrarse en su cuarto para evitar escuchar las discusiones que su tío tenía con su novio, lo bueno de esta vez era que fue en celular y no en persona, lo que sería menos incómodo para todos en la casa.

—Te juro que si siguen así haré la matación —gruñó Noah, su rostro en la almohada.

—Por dos —Bruno le dio la razón, ya estaba saliéndose de control la cantidad de veces que discutían. 

Si no era por celular era en persona, y por cosas tan estúpidas como por celos, siendo el jefe del tío Fer su ¿ex novio? ¿o era ex amante?, no estaba tan claro, o por lo contrario, cosas tan serias como la cantidad de dinero que debe ahorrar para pagar el futuro de los dos hermanos. Fernando era solo un hombre, uno que trabaja día y noche por horas y horas para que sus sobrinos tengan la educación necesaria, pero parecía ser que aquello no era suficiente para Liam. 

El problema principal era la falta de dinero para pagar una universidad, y a Bruno poco le podía importar. Aunque no sabía aún exactamente qué estudiar, se esforzaría para tener una beca y, si todo salía bien, se conseguía un trabajo para ayudar a su tío, Noah también estaba en las mismas, es más, hace unos pocos días había comenzado a trabajar en la heladería que tanto les gustaba ir. Claro, intentaron hablar con su tío, pero él insistía que estaba todo bien y que no se preocupasen por el dinero, que todo estaba controlado.

Ambos hermanos sabían que aquello era pura mierda.

Se sabía desde siempre que el Noah y Bruno llegaron a la vida del tío Fer como algo inesperado, un recordatorio físico de que su hermana había muerto en un accidente de coche.. En ese entonces estaba en sus últimos años de la universidad, y tener que cuidar a dos niños de siete y ocho años fue, y siempre será, uno de sus más grandes logros. Pero era obvio que, desde el aniversario de la muerte de su hermana, algo estaba mal con Fernando, y Bruno temía por él.

El miedo de BrunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora