Capítulo 2. No somos de Konoha

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Sakura abrió los ojos con esfuerzo, sentía los parpados pesados y el cuerpo adormecido.

- ¿Dónde estoy?- pensó sin reconocer el techo, que era lo único que veía desde su posición. Se encontraba tumbada en una cama, era mullida y le dieron ganas de cerrar los ojos de nuevo y abandonarse al sueño que intentaba apoderarse de ella, pero algo se lo impedía. Estaba pasando algo por alto y su embotado cerebro no podía pensar más allá de las cómodas almohadas que la rodeaban invitándola a olvidarse de todos sus problemas,...del dolor,...de las heridas...

...Heridas...

...Naruto...

¡Naruto!. Sakura volvió a abrir los ojos de golpe. Ahora recordaba, Naruto y ella estaban en peligro, no podía permitirse bajar la guardia.

Se incorporó tan rápido que la cabeza le dio vueltas y tuvo que sujetársela hasta que se le pasó el mareo. Al mirar a su alrededor, se encontró con que estaba en una habitación de tamaño medio con las paredes oscuras. A su izquierda, un poco alejada de la cama, pudo ver una puerta abierta que daba a un pasillo del cual no podía apreciar nada desde allí, junto a su cama había una mesita con una bacinilla que contenía vendas limpias.

Se volvió hacia su derecha y vio que en la habitación había otra cama y recostado en ella se encontraba su rubio compañero de equipo. Sakura suspiró aliviada y se apresuró a levantarse para comprobar su estado, tenía varios goteros conectados pero presentaba mejor aspecto del que ella recordaba.

La pelirrosa se arrancó el tubo con suero que tenía en el brazo, del cual no se había percatado hasta entonces, y apartó las sábanas apoyando sus pies descalzos en el frío suelo, pero en cuanto dio un par de pasos en dirección a la cama de su amigo, las rodillas le fallaron y cayó al suelo.

Mierda. Aun estaba débil, posó una mano en su costado que ahora estaba vendado, como el resto de su torso. No llevaba camiseta, pero las vendas blancas la cubrían, por suerte su falda y cortas mallas negras de ninja seguían ahí.

Se arrastró como pudo hasta llegar a la cama de Naruto y se agarró a esta para ponerse en pie.

- No deberías hacer eso – dijo una fría voz desde la puerta.

Sakura se quedó congelada aun con una rodilla clavada en el suelo para intentar levantarse. Se volvió hacia la entrada y vio que, cruzado de brazos y apoyado en el marco de la puerta, se encontraba Uchiha Sasuke observándola con su habitual arrogancia.

Entonces la pelirrosa recordó su encuentro con su antiguo compañero, y como ella le había pedido ayuda. En el fondo había pensado que él los abandonaría como lo hizo al marcharse de Konoha, pero para su sorpresa se había equivocado.

- Sasuke... - la chica se incorporó del todo apretando los dientes para ignorar el dolor –...sólo quería ver cómo está Naruto.

- Hmp – se limitó a contestar el Uchiha.

Había visto como Sakura se caía intentando levantarse y luego se arrastraba para llegar a la cama del usuratonkachi, ¿desde cuándo estaban tan unidos?

La pelirrosa colocó su mano en la frente de Naruto para comprobar su temperatura y comenzó a escanear su estado con la otra mano pasándola por encima sin rozarle, emanando chakra verde por el jutsu.

Sasuke observó atentamente. Así que Sakura era médico, eso explicaba que las heridas que presentaban hubieran sido tratadas con chakra, pero entonces ¿por qué demonios no se había curado a sí misma?. La respuesta a esa pregunta llegó a la mente del Uchiha rápidamente, ella había preferido gastar su chakra curando al Dobe aunque se desangrara en el proceso.

(Sasusaku) ExilioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora