Capítulo 16. El punto de inflexión

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Después de pasar toda la mañana holgazaneando en la hierba, el Sol ya estaba lo suficientemente alto como para que fuera la hora de comer. Se levantaron estirando sus músculos después de tanto rato tumbados, y Naruto se talló los ojos bostezando para desperezarse de su siesta.

Sakura sonreía feliz caminando entre ellos hacia la guarida mientras el rubio la miraba con angustia reflejada en sus ojos sin que ella le viera. Tal y como Sasuke había dicho, a ella no le iba a gustar su decisión. Pero era lo que debía hacer y en algún momento tendría que decírselo.

Sin embargo, al verla tan feliz como no la había visto desde que eran genins, a Naruto se le partía el alma por tener que marcharse. No podía decírselo ahora, no esa mañana en la que Sakura había florecido después de mucho tiempo.

- Sasuke, si esos vagos que tienes por equipo no se han levantado todavía los sacaré a patadas – comentó la pelirrosa al acercarse a la cueva que escondía la entrada.

El Uchiha no contestó pero sonrió internamente, sabía perfectamente que Sakura cumpliría su amenaza al pie de la letra.

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Afortunadamente para Taka, cuando llegaron encontraron que todos se habían levantado, así que se ahorraron que Sakura aporreara sus puertas hasta tirarlas abajo.

Al comenzar a preparar la comida, se desató una batalla de ingredientes que fue, cómo no, provocada por Naruto al derramar sobre la pelirrosa una extraña salsa roja de lo que sea que Juugo estuviera preparando. A partir de allí todos acabaron metidos en los contraataques. Incluso Sasuke que intentó mantenerse dignamente al margen, acabó involuntariamente lleno de harina, provocando que Suigetsu sufriera un ataque de risa el cual acabó cuando el pelinegro le vació una olla de pasta sobre la cabeza con más violencia de la necesaria.

La única que no participó fue Karin, que se quedó acurrucada en una silla lejana leyendo su libro sin pasar ni una página. No había dicho una palabra en toda la mañana y había evitado cruzarse con cualquiera, especialmente con Suigetsu. Daba gracias a sus gafas ya que así evitaban que los demás se dieran cuenta de sus ojos enrojecidos.

Había pensado que esa mañana, todo volvería a la normalidad, que Suigetsu ya se habría olvidado de su enfado, pero en el fondo sabía que eso no iba a suceder. Se había cruzado con él y ni siquiera la había mirado, aunque fuera sólo para insultarla. Nada, como si ella no existiera. Nunca pensó que le importaría tanto el rechazo de alguien con quien siempre peleaba, pero así era.

Él le había dicho que se marchara, ¿a dónde? No tenía a dónde ir, Taka era lo único que tenía ahora, nadie la esperaba en ningún lugar. Ellos eran lo más parecido a un hogar que había tenido en mucho tiempo, y lo había estropeado.

Su comportamiento había sido infantil y degradante, sentía vergüenza de sí misma al recordarlo, por suerte Sasuke no había mencionado nada y sabía que no lo haría. Aun así las palabras de Suigetsu resonaban en su cabeza. El tenía razón, si quería respeto primero tendría que dejar de comportarse como una caprichosa.

Siempre había pensado solamente en ella misma, tal vez para protegerse, siempre había estado sola y su vida había sido dura, pero tanto se había empeñado en no sufrir que se había olvidado que los demás también sentían y sufrían igual que ella.

Quería poder mirarse al espejo y no avergonzarse de lo que viera, ya no estaba sola, no necesitaba estar a la defensiva ni engañar para conseguir todo lo que quería. Deseaba tener un lugar propio siendo ella misma, ahora lo entendía.

Taka era el primer lugar en el que se había sentido integrada y no permitiría que eso se perdiera, a partir de ahora se prometió no tener que volver a sentir vergüenza de sí misma y ganarse su sitio entre ellos.

(Sasusaku) ExilioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora