Epílogo: Lo que había cambiado

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En mitad del solitario puente de Konoha, mirando hacia el río apoyado en la baranda se encontraba un muchacho de cabello negro. El antiguo traidor de la villa, el genin que abandonó su aldea para unirse al enemigo y que volvió para convertirse en uno de sus salvadores. A sus escasos veintiún años, la vida de Uchiha Sasuke había estado plagada de contradicciones, angustia, manipulaciones y giros extraños.

Pero afortunadamente para él, desde hacía casi dos años todo aquello parecían recuerdos de otra vida. No era que hubiera olvidado todo el dolor y odio que acumuló durante años, de vez en cuando su mirada todavía se opacaba con negros pensamientos. Lo que había cambiado era que cada vez que eso pasaba había alguien para hacer que dejara de pensar en ello, ya fuera con un coscorrón a mala idea —Naruto— o pronunciando un suave "Sasuke-kun" como Sakura. Lo que ocurría era que ya no estaba solo.

E incómodamente para él, el exclusivo círculo que se atrevía a hablarle con confianza cada vez se hacía más grande y a pesar de que él seguía dejando claro que odiaba cualquier tipo de contacto físico que no procediera de la pelirrosa, que no iba a hablar más de dos palabras seguidas y que prefería ahorcarse con las cortinas antes de seguir escuchando, cada día sus compañeros le iban perdiendo más y más el miedo e incluso contaban con él para cosas que no requerían matar o intimidar a alguien.

-Flash Back-

Sasuke se encontraba parado frente a un gran espejo de pie, desde allí su propia imagen vestida con un elegante traje negro le devolvía la mirada. Su pelo azabache, tan rebelde como siempre, le caía sobre los ojos que en ese momento entrecerraba con una mueca de disgusto mirando la corbata que colgaba de su cuello sin abrochar, mientras maldecía inútilmente al estúpido inventor de tan horrible prenda.

Teme, date prisa o llegaremos tarde —refunfuñó Naruto despatarrado en uno de los sofás que decoraban la habitación.

Cállate, perdedor —espetó Sasuke con poca paciencia mientras fulminaba con la mirada el impecable nudo de la corbata del rubio.

El Uchiha bufó con impaciencia y volvió a concentrarse en su corbata comenzando a acalorarse. Soltó los primeros botones del cuello de su camisa, ya los abrocharía cuando tuviese el maldito nudo hecho. Por Kami, Sasuke, céntrate, no puede ser tan difícil.

Era impensable que él, un ninja de élite capaz de hacer sellos a la velocidad de la luz, que anudaba hilo ninja mientras saltaba en el aire y lanzaba kunais al mismo tiempo, cuya pericia manual era indiscutible pudiendo realizar desde la más suave caricia hasta el más duro golpe con precisión milimétrica, sin embargo fuera incapaz de anudarse la puta corbata. Algo que hasta el más inepto de los patanes que vivían en la villa —Naruto— había conseguido.

Tranquilízate Sasuke, eso es que estás nervioso —aconsejó Kakashi con dejadez mientras leía su libro naranja apoyado indulgentemente contra la pared también vestido elegantemente.

El Uchiha bufó con desprecio, él no estaba nervioso para nada, lo único que le pasaba era que le desquiciaba ese elemento del mal que colgaba de su cuello y que era incapaz de colocar decentemente.

Es normal, Ino nos ha amenazado a todos si algo sale mal —comentó Shikamaru aburridamente desde otro sofá—. Según ella va a ser la boda del año.

La boda del año fue la mía con Hinata-chan —recordó Naruto con ojos soñadores.

Eso fue el año pasado, Dobe —refunfuñó Sasuke sin dejar de pelearse con su corbata frunciendo el ceño a su propio reflejo.

Fue muy emotiva —admitió Sai con voz suave—, recuerdo que Sakura lloró durante toda la ceremonia, echó a perder la camisa de seda de Sasuke.

(Sasusaku) ExilioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora