Capítulo 10. Por su corazón

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Karin estaba furiosa. No podía quitarse de la cabeza lo que había visto hacía un par de días, cuando el rubio escandaloso despertó.

Cuando todos estaban en la habitación conversando con "el chico resucitado", había notado cómo Sakura se escabullía fuera de la estancia sin que nadie salvo ella se diera cuenta.

Al principio, no le tomó demasiada importancia. A ella no le importaba lo que esa arrogante chica rosa hiciera, siempre y cuando no anduviera rondando a su Sasuke-kun, por lo que a la pelirroja respecta podía tirarse por un puente y de paso llevarse al idiota del tiburón parlante con ella.

Sí, sería feliz si no tuviera que volver a cruzarse con ellos. No soportaba a Suigetsu, parecía tener siempre una razón para molestarla y hacerla enfadar. Y en cuanto a Sakura, prácticamente no la aguantaba desde los primeros días.

Cuando la kunoichi de Konoha había despertado y les había relatado su historia, inicialmente había sentido cierta compasión por ella debido a lo que había sufrido en su aldea, y no le había parecido desagradable tener una compañera de equipo que fuera mujer, pero entonces había notado como la miraba Sasuke, no apartaba sus ojos de ella, como si en su rostro guardara el misterio más fascinante del mundo y él quisiera desentrañarlo.

El hecho de que Suigetsu fuera amigable con ella y pareciera encantado por su presencia tampoco había contribuido a que se llevaran bien, ¿por qué siempre era amable con Sakura y a ella la insultaba? A todo el mundo le caía bien, incluso Juugo le sonreía, a la pelirroja nunca le había sonreído. No entendía la razón por la que todos la cuidaban, con ella nunca habían tenido deferencias.

Y la actitud de la pelirrosa no hacía nada por ganarse la simpatía de Karin, la ojijade era cínica y arrogante, podía parecer dulce y amable si así lo quería pero destilaba orgullo en sus palabras aun cuando parecía hundirse. A menudo discutían por cualquier cosa, ya que la kunoichi de Taka no pensaba dejarse superar ni en el más mísero aspecto por esa mota de chicle.

Por eso, cuando pasados unos segundos se percató de la ausencia de Sasuke también, la recorrió un mal presentimiento y automáticamente usó su habilidad con el chakra para encontrarlos. Allí estaban, dos fuertes presencias de brillante chakra justo en el pasillo, demasiado cerca para lo que le gustaría.

La rabia crispó sus puños y decidió asomarse discretamente para confirmar lo que estaba pasando. Al asomarse apretó los dientes en una mueca de ira, allí afuera la estúpida pelirrosa abrazaba a Sasuke, y lo más sorprendente y desquiciante era que él se lo devolvía.

Por Kami, según lo que sabía del Uchiha repelía todo contacto físico que no fuera necesario para matarte de un Chidori o enterrarte su katana en las tripas. No podía creerlo, cuando la pelirroja lo abrazaba él siempre se la quitaba de encima bruscamente y sin embargo a ella... ¿Por qué? ¿Qué tenía Sakura que ella no tuviera? No era más bonita y tenía un carácter de mil demonios ¿qué había visto en esa rosada?

Cerró la puerta con sigilo para que ninguno de los dos se percatara de que lo había visto todo. La furia se agolpaba en su garganta, quería salir y moler a golpes a Sakura. No iba a dejarse vencer tan fácilmente de eso podía estar segura.

- Oye Naruto, Sakura no está – había avisado maliciosamente. En el rato que llevaba con el rubio había sacado en claro que lo primero que acudía a su cabeza en cualquier situación era gritar.

- ¿Eh? – Había mirado a un lado y al otro en busca de su compañera - ¡Sakura-chan!

Instantes después, la pelirrosa había entrado de nuevo en la habitación con expresión ausente.

- ¿Y el Teme, dónde se ha metido dattebayo? – había preguntado Naruto al aire cuando se dio cuenta de que faltaba.

- Creo que ha ido a entrenar, Naruto – le había respondido la pelirrosa.

(Sasusaku) ExilioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora