Capítulo 20. Inesperado

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Después de pasarse la mañana entrenando y haberse levantado tan pronto, incluso Naruto estaba agotado. Suigetsu cargaba con Karin en la espalda ya que la pelirroja se había quedado dormida sobre la hierba mientras estaban todos fuera.

- ¿Qué? – preguntó el espadachín al notar la mirada de Naruto sobre él.

- Nada dattebayo, sólo que aun me resulta raro verte con ella – confesó el rubio.

- Es lo que debe ser, supongo que de tanto discutir y pelear nos acostumbramos el uno al otro y acabamos así. Ya sabes lo que dicen, los que se pelean se desean – rió el peliceleste señalando con la cabeza a Sakura y Sasuke que venían detrás.

- Sasuke, ¿si hago una tarta comerás? – preguntaba la pelirrosa.

- No.

- ¿Ni un pedacito?

- No.

- ¿Y si le echo manzana?

- No.

- Oh, venga ¿Y si le echo café?

- ...Mmm... Échale tomate y hablamos.

- No voy a hacer una tarta de tomate, Sasuke – contestó Sakura ya bufando exasperada.

- Entonces, no.

- Eres insufrible.

- Y tú molesta – contraatacó el Uchiha.

Suigetsu se rió con diversión volviendo de nuevo su atención hacia Naruto.

- Lo malo es que tú has tenido mala suerte – sonrió burlón – él único que queda libre ahora es Juugo.

- ¡¿Qué? – exclamó el rubio fulminando a Suigetsu, pero bajó el tono enseguida cuando este le señaló a Karin que seguía durmiendo – Mi Hinata-chan me espera en Konoha dattebayo – informó dignamente cruzándose de brazos.

- Claro, se me olvidaba – concedió el peliceleste sin perder la sonrisa.

- Además, no creo que Sakura-chan y el Teme...

- ¡Oh, por favor! – Exclamó exasperado Suigetsu – les doy tres días – dijo levantando tres dedos frente a Naruto.

- ¿Tres? Ja – se burló el rubio – El Teme es medio parado, como mínimo tardarán dos semanas.

- ¿Quieres apostar? – Preguntó el peliceleste sonriente – Apuesto el sueldo que ganarías en una semana como ninja a que dentro de tres días están juntos.

- Y yo a que tardan dos semanas. – Aceptó el Uzumaki estrechando la mano que Suigetsu le tendía.

- Yo creo que un día – habló de pronto Juugo añadiéndose a la conversación y a la apuesta.

- Hecho grandullón – accedió entusiasmado el espadachín – me voy a hacer de oro. Tres días es el tiempo perfecto. Mirad, está claro que ayer pasó algo entre ellos porque están raros, hoy estarán demasiado confusos para intentar algo, lo que llevará a Juugo a perder la apuesta, mañana ya se habrán aclarado consigo mismos y la tensión será palpable para todos, y al día siguiente... pam... yo ganaré la apuesta. Lamentablemente para ti Naruto, cuando pasen tus dos semanas ya se habrán revolcado en todas las esquinas de la guarida.

- Eso parece un culebrón – dijo Juugo con tranquilidad.

- No, eso ES un libro del Icha Icha – sonrió Naruto triunfante sacando un libro amarillo de su bolsillo.

Suigetsu lo miró con ojos brillantes como si fueran las sagradas escrituras.

- La edición especial – murmuró el peliceleste con veneración.

(Sasusaku) ExilioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora