Capítulo 26. Encuentros

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Sakura notó que cortaban sus ataduras, así que sin perder tiempo se libró de la cinta que le cubría la vista para toparse con los ojos negros del dueño de los brazos que la estrechaban con anhelo.

- Estás bien – afirmaba Sasuke en susurros pasando una mano por su mejilla – Ya está... no te pasará nada...

Su voz era prácticamente inaudible, sus palabras parecían más destinadas a tranquilizarse a sí mismo que a ella.

Sakura acarició el rostro del pelinegro que la sostenía arrodillado junto a ella.

- Sasuke... - sus ojos verdes se fueron llenando de lágrimas – Sasuke... - la voz se le quebró y rompió a llorar desconsoladamente enterrando la cara en el pecho del Uchiha.

Toda la traumática experiencia que había soportado se manifestó de golpe cuando la tensión desapareció y no pudo evitar sollozar como una niña mientras se abrazaba a Sasuke. El Uchiha por su parte a duras penas controlaba sus instintos asesinos que le gritaban que corriera hasta llegar la torre Hokage dejando un reguero de ANBU muertos y después hundiera su katana en Danzou sin mediar un segundo, el Sharingan ya teñía sus ojos por la ira y sin embargo... seguía allí, porque sintiendo a Sakura temblar entre sus brazos y aferrarse a su ropa como si estuviera al borde de un precipicio mientras lloraba a pleno pulmón, supo que no podría dejarla sola. Sus ojos se tornaron negros de nuevo y se limitó a estrecharla dejando que se desahogara.

Cuando consiguió calmarse, la pelirrosa levantó levemente la cabeza y susurró al oído del muchacho.

- Bienvenido a casa Sasuke-kun.

- Hmp – la mano del pelinegro rozó una de las heridas de su rostro – cuando encuentre a los que se atrevieron a ponerte una mano encima desearán no haber nacido – murmuró mientras la cargaba en brazos con delicadeza sin romper el contacto visual.

Algo cálido prendió en el pecho de Sakura, sabía que era importante para Sasuke, él mismo lo había admitido al pedirle que se quedara con él. Sin embargo, nunca había terminado de creérselo del todo. Parecía un sueño que el amor de su vida se preocupara de esa manera por ella, pero viendo la ira en sus ojos al mirar sus heridas y notando la ansiedad con la que la había abrazado y lo fuerte que palpitaba su corazón, era imposible no creerlo.

La pelirrosa sabía que Sasuke no era el tipo de persona que dice lo que siente, jamás esperaría algo así de él, en cambio, sus acciones hablaban por sí mismas. Puede que nunca admitiera lo preocupado que había estado pero la forma con la que la aferraba contra él, como si fuera a desvanecerse, le demostraba todo lo que su voz nunca diría.

- ¡Sakura-chan! ¿Estás bien dattebayo? – oyeron la voz preocupada de Naruto.

Se habían olvidado del mundo exterior, durante un instante sólo habían existido ellos sintiendo como sus pulmones volvían a funcionar al estar juntos otra vez. Sasuke había comprobado por sí mismo el dolor del que hablaba Sakura, y ahora, mientras la tenía entre sus brazos había encontrado la cura para ello.

- Naruto – saludó la pelirrosa levantando la mano y sonriendo con cansancio.

- Sabía que eras una caja de sorpresas Sakura, pero créeme que jamás pensé que te vería en una situación así. Puede que al final no fuera un maestro tan horrible para ti ¿no?

- ¿Kakashi-sensei? – exclamó la kunoichi con emocionada incredulidad alargando un brazo hacia él – estás vivo – susurró con lágrimas en los ojos.

El jounin se acercó tomando su mano extendida y depositó un suave beso en su dorso sonriendo bajo la máscara.

- Soy difícil de matar.

(Sasusaku) ExilioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora