Capítulo 9. Su lugar

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Sakura estaba radiante mientras iba y venía por la cocina preparando la comida para Naruto. Bueno, en realidad había decidido que prepararía suficiente para que los tres pudieran comer y lo subiría a la habitación.

Había pensado en dejar algo también para Taka, pero cuando llegó vio el indudable rastro de que ya habían comido. Había rastros de sobras por todas partes, incluido el techo y las paredes, señal inequívoca de que Karin y Suigetsu habían compartido el menú.

Era como tener la casa llena de niños, en cuanto acabara de comer juró que los buscaría y les haría recoger todo ese desaguisado. Mientras tanto, se hizo un hueco cómo pudo y se preparó para cocinar.

No es que fuera una gran chef, eran contados los platos que sabía preparar y sus experimentos con recetas nuevas no resultaban muy... digamos comestibles, pero se defendía en la cocina lo suficiente como para conseguir una comida decente.

Se decidió por algo sencillo, arroz con verduras. Así que poniéndose un delantal que encontró arrugado encima de la silla, se puso manos a la obra.

Durante los años en los que habían sido equipo, Sakura había aprendido los gustos de sus compañeros y a menudo había sido ella la que les preparaba la comida, ya que si fuera por ellos vivirían a base de ramen, Naruto porque lo adoraba, y Sasuke posiblemente porque con tal de no entrar en una cocina comería piedras, y el ramen sabía mejor.

Sakura sonrió satisfecha colocando tres platos en una bandeja, parecían iguales, pero había hecho cada uno siguiendo ligeramente las preferencias personales de sus compañeros.

El de Sasuke, con menos pimiento y más tomate, el de Naruto con más zanahoria, todo lo que fuera naranja lo volvía loco, y el suyo con un poco de todo.

- Nee, me preguntaba que olía tan bien – se oyó la voz de Suigetsu entrando en la cocina.

Bostezaba y se tallaba los ojos como si hubiera estado durmiendo hasta hacía unos minutos, seguramente disfrutando de una agradable siesta.

- Buenos días, Suigetsu – bromeó la pelirrosa sonriéndole.

El Taka se encaramó a una silla, sentándose con el respaldo hacia delante sin dejar de observarla como si quisiera averiguar algo.

- Estas... - estrechó los ojos como si buscara una palabra para definirlo - ... feliz.

Sakura se carcajeó levemente resplandeciendo con luz propia.

- Naruto ha despertado – dijo ella.

- Genial – proclamó el shinobi - ¿significa que hoy hay comida buena? – preguntó acercándose peligrosamente a la bandeja.

- No – contradijo Sakura alejando la comida de las manos de Suigetsu – tú ya has comido, o mejor dicho, las paredes han comido.

- Fue culpa de la zanahoria – se defendió acusando a Karin.

- Ya lo estáis recogiendo los dos – ordenó la pelirrosa – no se puede cocinar aquí, es insalubre.

Al muchacho se le cayó el alma a los pies, ni cuando estaba de buen humor esa chica dejaba de ser como un general, y no era muy aconsejable llevarle la contraria.

- Y no te escaquees – le advirtió saliendo al pasillo con la bandeja y llevándose el delicioso olor que le había sacado de sus sueños.

Suigetsu rodó los ojos, él sólo había acudido para ver si tenía suerte y podía comer por la gorra. No le apetecía mucho cocinar y la comida de Karin era cemento armado. Y ahora se encontraba en medio de una cocina que tardaría horas en recoger.

(Sasusaku) ExilioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora