Capítulo 38. Los tres somos uno

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Cuando Naruto llegó a Konoha no podía creer lo que veía a su alrededor. No era como cuando había llegado a la batalla contra Pain, aquella vez ni siquiera había reconocido la aldea ya que había encontrado un gran cráter en el que no había nada. En esta ocasión era diferente, las ruinas de las casas ardiendo, la muralla medio derruida, las calles abnegadas de barro ensangrentado, los cuerpos de los muertos aun en el lugar en el que habían caído...

Simplemente no había palabras para describir el horror y caos que reinaba en la aldea, pero eso no fue nada comparado con lo que sintió al ver a sus amigos. Sasuke desplomado en el suelo herido y magullado sin tan siquiera intentar levantarse, Sakura arrastrándose para llegar a él llorando con desesperación presentando el mismo aspecto derrotado y maltratado que el Uchiha, y por último Madara mirando con deleite el sufrimiento de la pelirrosa mientras elevaba la katana del chico dispuesto a enterrarla en corazón de su propietario.

Naruto se apresuró a aparecer en el lugar con una nube de humo usando la fuerza que le otorgaba el modo ermitaño para enviar a Madara con un golpe, a varios metros alejándolo de su amigo. El rubio giró levemente el rostro para mirar a Sakura que lo observaba con una mezcla de alegría e incredulidad entre las lágrimas que salían de sus ojos.

—Sakura-chan, ya hablaremos luego de esa manía de envenenar el ramen.

La chica sonrió como si no pudiera creer que estuviera allí.

—...Naruto... —sin levantarse siquiera, Sakura se abrazó a la pierna del rubio como si fuera lo único que le impedía caerse por un precipicio.

La pelirrosa sentía repentinamente que todo su miedo había pasado, ahora Naruto estaba allí y nada malo podía pasarles. Lucharían los tres juntos y vencerían.

El jinchuuriki se inclinó para ayudarla a levantarse y limpió sus lágrimas.

—Tranquila, Sakura-chan —dijo sonriente— el futuro Hokage ya ha llegado dattebayo.

—...Naruto — Sasuke lo miraba como si fuera un espejismo, tal vez había muerto y estaba el infierno con una copia de Naruto torturándole por el resto de la eternidad.

El chico volvió de nuevo la vista hacia su amigo, todavía estaba en el suelo, cubierto de polvo, sudor y sangre. Viendo el aspecto de sus dos amigos, el jinchuuriki podía imaginarse la dureza de la batalla que habían librado en la aldea.

—¡Eh, bastardo! —gritó el rubio— ¿Qué significa lo que acabo de ver? Me ha parecido que te rendías.

Entonces, Sasuke esbozó una media sonrisa y lentamente se puso en pie con esfuerzo.

—Sólo estaba descansando un poco, Dobe —replicó con arrogancia.

—Eso pensé, Teme —respondió el rubio dándole una palmada en el hombro cuando llegó hasta él— después de todo eres un Uchiha ¿no? Aunque uno un poco blandengue.

—Aun podría patear tu trasero, usuratonkachi —espetó el pelinegro.

—Eso sería muy desagradecido ya que yo acabo de salvártelo a ti, baka —rió Naruto

—Tsk, maldito idiota insoportable —insultó Sasuke, sin embargo la comisura izquierda de su boca se curvó levemente en un incontenible amago de sonrisa.

Naruto torció su expresión para responder pero en ese momento, Sakura se adelantó un paso aferrándose a la ropa del Uchiha, recostando la frente sobre su pecho mientras murmuraba...gracias, gracias, gracias... y los envolvía a los dos con la luz verde de su jutsu curativo sanando sus heridas. Sasuke simplemente cerró los ojos y se dejó abrazar, sintiendo alivio también aunque no lo expresara.

(Sasusaku) ExilioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora