Capítulo 13. A veces es peor el remedio...

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Después de salir como un huracán de la sala en la que estaban todos tras abofetear a Sasuke, Sakura subió las escaleras de dos en dos hasta su habitación y se encerró en ella dando un portazo que hizo estremecer los muros.

Estaba tan furiosa que pensaba que iba a explotar, sentía la piel literalmente quemándole por la ira y la frustración, necesitaba destrozar algo y hacerlo ya. Agarró el jarrón que reposaba inocentemente en su cómoda frente al espejo, y lo estampó contra la pared de enfrente haciendo que se convirtiera en un montón de trozos de cerámica mojados y una flor rota.

Aun así eso no consiguió calmar del todo su ansia de destrucción, agarró la almohada de su cama y comenzó a golpear todo lo que tenía a su alcance, como una niña con una rabieta silenciosa.

¿Cómo podía haber hecho una cosa así? Sasuke la había besado solo para probar lo "hombre" que era, la había utilizado como un trapo de usar y tirar, como si ella no fuera a sentir nada. La había humillado delante de todos y ella incluso se había aferrado a su cuello y suspirado como una cualquiera. Era denigrante.

Se desplomó derrotada sobre su cama, ni siquiera sentía ganas de llorar de furia y vergüenza como minutos antes, estaba como vacía, cansada de que siempre le doliera el corazón.

Ese beso había conseguido hundir su determinación de que había olvidado a Sasuke, ya no podía seguir engañándose a sí misma. Por mucho que la enfureciera, aun podía sentir la huella de sus labios sobre los suyos quemándola. Jamás podría olvidarle, le había entregado su corazón tiempo atrás y se había condenado por ello, era suya sin que él lo supiera. De nada servía, las cosas no habían cambiado, él únicamente la había utilizado burlándose una vez más de sus sentimientos sin saberlo. Ni siquiera tenía sentido enfadarse.

Cerró los ojos buscando el consuelo de la inconsciencia, si se dormía no podría pensar y cuando despertara lo vería todo más claro y menos humillante. El sopor comenzaba a invadirla cuando el sonido de alguien llamando a la puerta la sobresaltó.

No pensaba abrir, le daba igual que fuera Naruto o el espíritu del Tercer Hokage resucitado. No quería dar lástima a nadie, bastante tenía consigo misma.

Otra vez aporrearon la puerta.

Un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña, como veía que no se caía fue a llamar a otro elefante... Dos elefantes se balanceaban...

Diez elefantes más tarde, quedó claro que ella no tenía ganas de abrir... aunque también quedó claro que quien quiera que intentara echar abajo su puerta tampoco iba a desistir, y el dolor de cabeza de Sakura iba en aumento. Así que, muy a su pesar, se levantó con los ojos inyectados en sangre caminando a zancadas hacia la puerta. Más les valía que hubiera estallado la cuarta guerra ninja.

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En el pasillo, frente a la puerta de Sakura se apiñaban Naruto, mirando al techo mientras intentaba contener la hemorragia de su nariz, Sasuke con expresión contrariada, pasándose la lengua por el labio herido para calmar el escozor, y Suigetsu detrás de ellos para asegurarse de que realmente iban a ver a la medic-nin y no se mataban por el camino.

- Llama otra vez, Naruto – ordenó el espadachín de Taka.

- Está claro que no va a abrir – se quejó el rubio en un susurro – tal vez, el Teme debería llamarla.

- Dobe – gruñó Sasuke – queremos que abra la puerta no que la apuntale desde adentro.

Genial, sarcasmo marca Uchiha para relajar el ambiente.

- Teniendo en cuenta que los tuyos no son los únicos derechazos que ha recibido Sasuke hoy – comentó Suigetsu conteniendo una sonrisa ante la mirada envenenada del pelinegro – no creo que saber que está aquí aumente las posibilidades de que Sakura abra.

(Sasusaku) ExilioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora