Capítulo 3

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Christine

Camino por el pasillo del avión entre personas que tratan de colocar sus pertenencias en los compartimientos de arriba, madres que intentan controlar a sus hijos en medio de un berrinche, azafatas que buscan poner orden y verificar que todo esté bien en la cabina, hasta que encuentro mi sitio. Es el 21 A y para mi felicidad tengo la ventana, procedo a sacar mi móvil, audífonos y mi abrigo; me lo pongo enseguida ya que soy muy friolenta. Sentándome, pongo la bolsa bajo el asiento delantero. Me ajusto el cinturón de seguridad; enciendo el celular, y como no tengo llamadas ni mensajes, lo apago de nuevo, guardándolo dentro de la mochila.

Levanto la mirada y ya todos están sentados. A mi lado no hay nadie, una sonrisa satisfecha se instala en mi cara porque así tendré más espacio para dormir aunque sean solo un par de horas. Las azafatas empiezan a hablar por el interfono a todos los pasajeros, dándonos la bienvenida y avisándonos de prestar atención a las indicaciones de seguridad.

-Buenos días a todos señores pasajeros. Bienvenidos al vuelo 761 de United Airlines con destino al Aeropuerto Internacional O' Hare de la ciudad de Chicago. Les habla su sobrecargo del día de hoy; esperamos disfruten de los servicios que ofreceremos a bordo para su mayor comodidad, cualquier cosa estamos a la orden y que tengan buen viaje, a continuación se les indicará qué hacer en caso de emergencia y les notificamos que no olviden leer el panfleto que está en los asientos delanteros, gracias. -

Empiezo a leer el folleto de seguridad que hay en el bolsillo del asiento frente a mí; cuando voy a ver cómo los asistentes de vuelo hacen la típica demostración con las mascarillas de oxígeno y eso, veo que alguien se para en el asiento de al lado. Subo mis ojos con curiosidad y en ese preciso instante siento que Dios y el mundo entero me odian. Es aquel hombre con el que me acabo de tropezar en el pasillo de la terminal, ambos nos miramos sorprendidos, sin saber si decir algo o no; por si fuera poco mi corazón empieza a martillearme el pecho, como si hubiera corrido una maratón y no sé por qué.

Ninguno de los dos dice nada; yo solamente puede pensar en por qué me pone mal su presencia, si hasta ahora ningún espécimen masculino ha llamado mi atención, todos los que se han cruzado en mi camino me han parecido insulsos y demasiado recatados; no ha llegado alguien que prenda esa chispa en mí...aunque tampoco es que esté desesperada. Lo que me prometí cuando era apenas una chiquilla, sigue en pie y nadie me va a hacer cambiar de opinión. Menos este que se cree Dios sobre la tierra, con esos aires de superioridad...no tiene derecho de tratar a los demás como le dé la real gana. Nosotros, los demás mortales no somos sus subordinados; debería relajarse un poco.

Veo cómo se sienta, saca el móvil de su saco y teclea algo en él con la peor cara de mala leche que le he visto a alguien. Permanezco callada; miro otra vez hacia adelante y las azafatas ya han terminado su discurso, el susodicho a mi lado acomoda su saco y kepi en sus piernas, apaga su teléfono, lo guarda en el bolsillo de su pantalón; se pone el cinturón de seguridad y cuando una de las asistentes de vuelo pasa por nuestros sitios con audífonos, toma unos pasando olímpicamente de mí.

- ¿Ah sí? Pues perfecto, yo también puedo jugar a ese juego señor...no esperaba más de usted, ni siquiera una disculpa por lo acontecido - pienso enfurruñándome mentalmente.

La nave se empieza a mover y los motores empiezan a sonar más fuerte. Alcanza una velocidad considerable en la pista; de repente siento cómo empezamos a subir. Rebusco en mi mochila mi paquete de chicles para evitar que me duelan los oídos, lo encuentro y me meto uno a la boca mientras subimos cada vez más; al alcanzar la velocidad de crucero me surge una idea kamikaze... ¿necesitará uno? Mi mente se debate entre preguntarle o no, hasta que llega un momento en que decido intentarlo. Él ya ha prendido su pantalla y parece muy concentrado en un documental sobre la selva de Borneo.

Amor en las AlturasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora