Capítulo 1

299 5 0
                                    

Me encuentro en un lugar apacible, donde todo es blanco y algodonoso. No hay ruidos y parece que floto, me quedaría aquí para siempre...

- ¡Ring...Ring...Ring! -

A lo lejos escucho un pitido que lentamente se va volviendo más fuerte, sacándome de mi inconsciencia.

¡Noooo!

Quiero quedarme aquí un poco más... Intento volver a donde lo dejé, pero parece que ese sonido infernal no se acabará nunca.

Sin más remedio, alargo mi mano para apagar el reloj fallando en el intento y tirándolo al piso. Este deja de sonar al instante y yo feliz, me recuesto por un rato más.

De repente, llega un recuerdo a mi memoria...me tenía que ir a algún lado pero...

¡MIERDA! Me levanto de un salto, acordándome que hoy tengo mi viaje de vacaciones.

Busco mi reloj en la mesita de noche, no está. Bajo de la cama y lo encuentro, seguramente fue a dar ahí cuando lo traté de apagar aún dormida; miro la hora y me quiero morir.

¡Son las 8:30 am!

Mis vuelos Nueva York-Chicago-Australia, salen hoy a las 10:30 am de la primera ciudad, con una escala de algunas horas en la segunda; para luego salir hacia Oceanía a las 4:00 pm.

¡Yo me acabo de levantar! (mi despertador me vuelve a jugar otra mala pasada; me pego mentalmente y recuerdo que debo cambiarlo por otro).

¡Joder!, por suerte dejé todo empacado con anticipación, incluido mi equipaje de mano con los documentos.

Me dirijo a mi armario, para ver qué me pondré...no tengo tiempo para mucho, así que opto por un jean, una camisa blanca con un estampado que dice "I love Pictures".

Que no es por nada, pero le favorece mucho a mi figura delgada, aunque con curvas; en los pies usaré mis cómodas y un poco gastadas Converse negras, con unas medias tobilleras blancas.

No me gustan mucho los tacones, son demasiado incómodos y yo no los necesito mucho, ya que mido 1.72 (la altura la heredé de mi adorado padre).

Además, no son nada recomendables a la hora de viajar, al menos que vayas a algún evento, lo cual no es mi caso.

Luego, tiro todo eso en la cama y voy al baño a toda mecha.

Me cepillo los dientes, hago mi rutina en el váter y por último me meto a la ducha. Mientras lo hago, les contaré un poco de mí.

Me llamo Christine Williams, soy de Nueva York, tengo 26 años y trabajo como fotógrafa profesional.

Desde adolescente tuve claro que la vida es una montaña rusa de situaciones y sentimientos; al ver las relaciones de mi hermana mayor y mi prima.

Casi siempre llegaban a casa felices, para al rato pelearse con sus novios por teléfono y al terminar, quedar hechas una maraña de llanto y desesperación.

Aunque eso no duraba mucho...al día siguiente estaban reconciliados.

Cuando cumplí 15 años, me dije a mí misma que no caería nunca en la baba viscosa de aquellos sapos disfrazados de príncipes azules, que venían a enamorarte con palabras insulsas y regalos para compensar sus errores.

En ese momento, también decidí a lo que quería dedicarme de grande: ser fotógrafa de paisajes.

Lo quise así, al recibir ese año un regalo de navidad que cambiaría mi vida para siempre: mi primera cámara; con ella iba por todas partes tomándole foto a lo que encontrara.

Amor en las AlturasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora