Capítulo 24

23 1 0
                                    

Siete Meses Después

Hoy es el día de la noticia que caerá como bomba entre Bastian y yo. Ninguno lo esperaba, sin embargo, pasó. Estoy emocionada y preocupada, la reacción de él será determinante en la relación: ganar o perder, vivir o morir.

No tengo expectativas, ni quiero que haga una fiesta para anunciar a todos que la buena nueva ha llegado, solo quiero que me escuche y comunicarnos para ir tomando decisiones en el tiempo adecuado.

Voy en el taxi camino a su trabajo, espero aunque sea despertarle ternura con el vestido blanco y celeste que me he puesto.

Atenuará el fuego y menguará las posibilidades explosión. Bajo en cuanto las puertas del edificio quedan junto a mi ventana, pago con un billete de alta denominación ya que no tengo cambio.

El portero me sonríe; hay mucha gente en recepción: unos que esperan sentados, otros caminan mientras hablan por celular, los empleados teclean en el mostrador sin mirar a nadie, es la vida siguiendo su cauce normal.

<< Nueva York nunca para y menos en un sitio como este>>.

Una vez en el ascensor divago, acariciando la barriga incipiente con una mano, acto que he estado repitiendo estos últimos días sin darme cuenta.

Quién iba a decir que mi instinto maternal afloraría tan rápido, como dice mamá: es algo que gran cantidad de mujeres experimentan de forma innata.

Al salir, me acerco al escritorio de su asistente personal quien me notifica que Bastian está en una reunión que debe terminar en veinte minutos.

- Muchas gracias, ¿puedo esperarlo en su oficina? -

- Sí, claro. Adelante - me detengo unos segundos cuando las puertas se cierran detrás de mí. Respiro profundo, segundos después abro la boca y justo cuando voy a saludar, la persona que está sentada se gira.

- ¡¿Qué...qué haces aquí?! - mi corazón empieza a revolotear como un colibrí.

<<Pensé que este hombre se había cansado y estaba fuera de mi vida >>.

- ¿Ese es el recibimiento que me das, preciosa? ¿Ni siquiera un: "cómo estás"? - empujo la puerta, pero no cede.

<< ¿¡Qué rayos?! >>. Intento abrir en repetidas ocasiones pero la madera no cede, acabo de caer en su trampa, tengo demasiado miedo de que esta vez no tenga escapatoria.

- Te hacía muy lejos de nuestras vidas, pensé que por alguna razón ya habías olvidado tu enfermiza obsesión conmigo - se levanta con una sonrisa, caminando en mi dirección. Soy más rápida y me coloco detrás del sofá para que quede como barrera.

- Nunca me cansaré de perseguirte. ¿Recuerdas cuando cada día te enviaba rosas a casa? - no podría olvidarlo ni aunque me hicieran terapia con electroshocks.

- Cada maldito estaban en la entrada -

- Tuve que parar con eso porque los negocios que tengo en Indonesia estaban reclamándome, pero como las aguas volvieron a su cauce, estoy de vuelta - avanza hacia la izquierda, me muevo del lado contrario.

- ¡Ya cállate! Bastian puede entrar en cualquier momento y no quiero que nos vea en actitud comprometedora - aprieto los dientes por la rabia, debo controlarme ya que ese cambio brusco de emociones no nos hace bien.

- ¿Qué si nos encuentra? Al fin se enterará de la verdad -

- ¡Tú verdad será! ¡Haz que nos saquen de aquí! - Dante hace amago de acercarse, corro hasta la puerta y empiezo a gritar por auxilio. Un piquete en el cuello hace que gire y lo vea meterse una jeringa en el bolsillo del pantalón.

Amor en las AlturasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora