Capítulo 3

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Dos Meses Después

Christine

Han pasado un par de meses desde aquel encuentro fatídico. Si bien lo estoy superando poco a poco, aún es pronto para decir que lo he dejado atrás completamente.

Me ha hecho mucho bien concentrarme en mi trabajo, pasar más tiempo en familia y con las amistades.

Estoy siendo constante con las rutinas de ejercicio. Trato de sacar tiempo para realizar mis pasatiempos preferidos, en fin, mantener mi vida lo más normal posible.

No dejo que pensamientos negativos me invadan. Entiendo que una decepción amorosa no es lo más malo del universo, es parte de la vida. Así como ocurrió eso, cosas y personas mucho mejores vendrán.

Tengo mucho para dar, que una persona me haya considerado no apta, no significa que es el fin de mi vida.

Hay personas que me quieren y yo a ellas, poseo estabilidad laboral, salud, buena entrada económica...cosas por las que estar infintamente agradecida.

No he vuelto a pensar en él, no niego que los primeros días y semanas no salía de mi mente y me torturaba demasiado a cualquier momento.

Sin embargo, retomar mi vida es la mejor decisión que pude haber tomado junto con la disposición de salir a flote.

Termino de alisarme el cabello con la plancha, en media hora Will viene por mí.

Es tarde de amigos en su casa, snacks, películas, sofá, buena compañía, ¿qué más podría pedir? Llevo hasta mis pantuflas en la mochila, ese nivel de confianza nos tenemos.

He considerado apropiado vestirme con un conjunto súper cómodo y casual que me llegó hace unas semanas.

Consiste en un pantalón rojo con rayas verticales blancas acompañado de un jersey blanco con letras rojas. La tela es súper suave, ligera y fácil de lavar; complemento con mis Converse negras.

Lo único extra arreglado es mi cabello, eso porque ya estaba cansada de llevarlo con sus ondas y volumen de león habitual.

Apago el artefacto, desconecto y lo pongo sobre el mueble del lavamanos para que se enfríe. Salgo a por mi celular para poner música, así el tiempo pasará más rápido.

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- Ya voy bajando, pues. No te muevas de ahí - cierro, meto el celular en la mochila, abro la puerta y salgo al pasillo.

- Mami, ya me voy. Vengo a la hora de la cena, cualquier cosa ya saben, me llaman. No quiero que después pase algo y sea la última en enterarse - me asomo en la cocina. Ella levanta la vista de los platos que está fregando, me sonríe.

- Tranquila, nena. Serás la primera a quién contacte, como no me cojas el teléfono verás - alza las cejas, río.

- Ay, mamá. Como eres, sabes que siempre lo llevo encendido - me alejo.

- Cuídate, hija. Que te diviertas - dice desde su posición.

- Vale, gracias - abro la puerta, encontrándome con un precioso y enorme ramo de rosas rojas.

Tiene una tarjeta en el centro, ¿será que se equivocaron? Cierro la puerta, no quiero que mi madre ni nadie de la familia lo vea y pregunten, ellos siguen sin saber nada, a excepción de Sophie.

Ella es quien me ha ayudado todos este tiempo, ha sido mi paño de lágrimas, pero también una guía, mi consuelo, el bastón que me ha guiado a través de la oscuridad.

Amor en las AlturasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora