Capítulo 29 (SEGUNDA PARTE)

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- Intentaremos con unas solo del rostro ¿vale?- el encargado de la sesión asiente, se recoloca las gafas de pasta oscura y consulta unos documentos.

- Que se vea bien el maquillaje: las sombras, iluminador, todo – recalca el hombre, tajante y hastiado, con un visible mal humor.

- Vale, no hay problema por eso, lo haré lo mejor que pueda – le echo un vistazo y devuelvo la vista a la pantalla de la cámara.

Vuelvo la vista hacia arriba ya que estoy agachada, veo al jefe aproximarse señalándome con el índice y la mirada feroz. - Lo mejor que puedas no, tiene que quedar perfecto ¿me oyes? –

- Sí, señor – suspiro, cierro los ojos y cuento mentalmente. No puedo contestarle como quiero porque corro el riesgo de que me corra y no me vuelvan a contratar y yo espero trabajar nuevamente con esta revista; aguanta Chris, solo una hora más y ya estarás fuera.

- Más te vale. Vi tus trabajos antes de dar el visto bueno y sinceramente el fotógrafo anterior era muy superior, pero se fue por asuntos personales. No me quedó de otra porque estamos contra el tiempo – se aleja con sus zapatos blancos, perfectamente lustrados.

- Maldito imbécil. ¿Si no te gustó mi trabajo entonces para qué diablos me contrataste? – refunfuño entre dientes para mí misma.

- Bien Coleen, continuemos. No es necesario que adoptes alguna pose, solo dame tu mejor mirada – nos reímos, haciendo más liviana la hostilidad que se puede palpar en el ambiente.

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Meto las cosas en sus respectivas cubiertas, ya se ha dado por finalizada la sesión. Lo único malo es el plazo que me han dado para entregar el álbum, es dentro de tres días y si quiero tenerlo listo tengo que llegar a casa y ponerme a eso inmediatamente.

Ya se han ido todos, los únicos que quedan son los que trabajan en la tienda, termino de cerrar la última bolsa y saco el celular de la cartera para ver la hora.

Lo desbloqueo y veo que tengo un WhatsApp, abro para ver quién es y cuándo fue enviado. Es de Bastian y según dice aquí, lo acaba de escribir; veamos qué desea.


- Te invito a almorzar. Phillipe te está esperando afuera para traerte de vuelta - ¿¡Qué?! Noo, tenía esperanzas de que no apareciera...tengo mucho trabajo. Bien, iré hasta su apartamento, le explicaré que no puedo hoy y tomaré un taxi para llegar a casa lo más rápido.

- Ok – meto el celular, tomo las cosas y salgo a paso rápido.

- ¿Cómo le fue señorita? ¿Salió todo como esperaba? – pregunta Phillipe con una pequeña sonrisa en sus delgados labios mientras abre la puerta del maletero y me ayuda a subir las cosas.

- Todo salió a pedir de boca, gracias Phill – cierra todo y antes de que me abra la puerta, lo hago yo y entro. Río por dejarlo con la mano en el aire. Da la vuelta, ocupa su asiento y nos ponemos en marcha.

- Oye Phillipe, ¿no te molesta si te llamo Phill? – espero que no, lo que menos quiero es que piense que soy una irrespetuosa.

- Para nada, señorita. De hecho, solo mis más allegados me dicen así, pero con usted no hay problema, me cayó muy bien desde el comienzo –

- Perfecto entonces...Phill –

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Al llegar al penthouse hay un silencio que es interrumpido por un olor maravilloso, el burbujeo del agua hirviendo y una señora muy rubia como de unos 55 años que remueve sonriente una olla.

Amor en las AlturasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora