Capítulo 19

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Dos Meses Después

Mereció la pena vencer todo el caos anterior para poder llegar a este día. ¿Recuerdan cuando al principio decía que no me casaría?

Soy la prueba de que nunca debemos escupir hacia el cielo porque la saliva tarde o temprano terminará cayéndonos encima. Es la ley de la gravedad, todo lo que sube tiene que bajar.

La señora Theresa guarda silencio mientras me colabora con el vestido, subiéndolo por mi cintura para que pueda pasar los brazos a través de las tiras y mangas que dejan los hombros al descubierto.

Escogí un modelo sencillo de tul y encaje blanco con un escote pronunciado hasta el ombligo. Apenas permite ver algo de carne; es ajustado hasta la cintura, a partir de allí se ensancha lo suficiente para que pueda caminar. Tiene un vuelo y caída que hacen ver como si me moviera con el viento.

No es nada pomposo, ni está cubierto de pedrería, me enamoré desde que lo vi. La cremallera ubicada en la parte posterior se cierra sin dificultades, no hago otra cosa que mirar al espejo, sintiéndome rara, nunca imaginé ponerme esta clase de trajes.

Me da miedo hasta tocarlo, no quiero que alguna uña se enganche y lo rompa.

- Este vestido realza tu belleza. Felicidades por el gran día, Christine - mamá pasa sus brazos alrededor de mi cintura, abrazándome desde atrás.

- Gracias. Soy feliz porque ustedes están a mi lado - río, intentando contener las lágrimas para no arruinar el maquillaje.

- Aún recuerdo cuando jugabas con Katherine y Sophie, dejaban las Barbies regadas por el suelo junto a las casitas y los autos -

- Mamá no hagas eso, tengo las lágrimas a punto de salirse y no hay tiempo de volver a realizar el efecto ahumado en mis ojos -

- Está bien. Es que en momentos como este, las madres nos ponemos nostálgicas -

- Te amo -

- Y yo a tí, pero ahora vamos a por los zapatos. Están en la caja sobre tu diván - se separa, no sin antes deslizar las manos por mis hombros y apretarlos.

Alzando la falda llego hasta ellos, quito la tapa, sacándolos uno por uno.

- Son hermosos, aunque es una lástima que no se puedan apreciar -

- Lo mismo digo, madre - me toma de la mano derecha para que tenga más equilibrio y pueda subirme a los tacones de diez centímetros.

- Lo último que te falta es pasar por donde Sophie para el ramo -

- Vamos, no se diga más -

- ¡Espera! Antes deja que te acomode unos bucles en la parte de atrás, están un poquito desarreglados - sus dedos trabajan con cuidado y velocidad; llevar el pelo suelto es sinónimo de enredos.

- Listo, era algo nimio -

- Gracias, otra vez - tomadas de la mano recorremos la distancia hasta donde se están arreglando las otras dos.

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- Los declaro marido y mujer - el juez pronuncia esas últimas palabras, unas que son la expectativa de muchas mujeres.

No puedo hacer otra cosa que suspirar, repetí esa acción cuando me bajé del auto con papá sujetándome el brazo.

<< Marido y mujer >>. Hemos vivido en matrimonio por un tiempo considerable, solo nos faltaba firmar el dichoso papel.

Las dudas regresan con fuerza, quiero confirmar si más allá del sexo, seremos capaces de establecer canales de comunicación asertiva, convivir con las manías del otro.

Tenemos que ir descubriendo lo que podemos y necesitamos cambiar de nosotros mismos para establecer una relación más sana.

Giro sobre los talones, miro a los presentes por turnos: Sophie, mamá, Katherine, papá, Brandon, Phillipe, la señora Smith y por último conecto la mirada con mi amor.

Para mí es la persona más guapa, no es perfecto ni de lejos, pero es quien escogí y al que acabo de unirme por la ley.

Sonrío.

Antes de acercarnos, camino hasta donde está Sophie, le entrego el ramo sin mediar palabra.

Hay tan pocas invitadas que ni loca iba a tirar las flores, emulando el clásico ritual de las películas y telenovelas. Una vez lo toma acerco mi boca a su oído izquierdo.

- Tú serás la siguiente en dar el paso y ser aun más feliz - susurro.

Doy media vuelta sin ver su reacción, perdiéndome en los brazos de mi esposo.

Los invitados aplauden, sonrío contra sus labios. Emocionada, miro a mis padres que ya me contemplaban, ya ha pasado todo así que me permito llorar.

- Estaré siempre contigo. Mi amor por ti es más grande que la inmensidad del cielo con todas sus nubes y tormentas - pasa una de sus manos por mi espalda varias veces.

- No repitas esa frase. La mencionaste el día que tuviste el accidente; es hermosa, pero me trae malos recuerdos - logro comentar después de combatir con todas las energías el nudo en mi garganta.

Nos quedamos así por lo que a mí me parece una eternidad, pareciera que nos hemos congelado en esa posición. Doy un par de pasos hacia atrás para correr hacia mis progenitores, las chicas vienen con nosotros, formando la clásica estampa familiar en una fiesta.

Es lo que hacen los nervios, una vez pasa el momento importante, de alguna manera el cuerpo tiene que liberar la tensión, muchas novias pasan por lo mismo, no soy la primera ni seré la última.

Amor en las AlturasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora