Capítulo 8

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Despierto desorientada, miro al techo y no reconozco la lámpara que pende sobre mí. Me incorporo asustada mirando alrededor, ¿cómo llegué aquí? Esta no es mi habitación, estoy en la cama...miro bajo la sábana y lo que cubre mi cuerpo es una playera de hombre en color rojo, con el número 11 y Nueva York impresos en letras doradas que me queda gigante; debajo de eso solamente llevo mis braguitas. ¿¡Qué me hicieron!? Debo salir de aquí, revolviéndome quito el manto y me pongo de pie; al instante siento un mareo horrible lo que me hace volver a tomar asiento. Llevo una mano a mi cabeza, una ligera jaqueca hace acto de presencia, pero se intensifica a medida que pasan los segundos. ¡Dios! por más que intento recordar no puedo...de repente llegan a mi mente ciertas cosas: estaba cenando con un hombre, luego mamá llamó, después que colgué tomamos más cerveza, reíamos y...a partir de allí mi mente está en blanco.

Aparece alguien y se queda parado en el marco de la puerta; lleva un pantalón largo de chándal gris, va descalzo y sin camisa, lo que deja al descubierto sus musculosos bíceps, el six pack en su abdomen y sus trabajados pectorales. Reconozco su rostro: es Will, el chico que conocí ayer. Sigo mirándolo, vaya secretos tenía guardados bajo la ropa, quito mis ojos de él y me concentro en el piso, espero no haya notado mi inspección y lo malinterprete.

- Me alegro que hayas despertado... ¿cómo te sientes? -

- No recuerdo nada después de que colgué la llamada y seguimos bebiendo; además tengo un dolor de cabeza monumental – Digo en voz baja; el dolor casi no me deja pensar.

- Es lo más normal después de anoche...pero tranquila, luego de desayunar te pasaré unos analgésicos para que te alivie el malestar – Se da la vuelta para ir a la cocina pero me paro y lo detengo tomándolo del brazo, haciendo un esfuerzo para no caerme.

- Necesito que me digas si pasó algo ayer...entre nosotros, quiero decir – intento sonar lo más tranquila posible, pero lo cierto es que un cabreo majestuoso empieza a apoderarse de mi ser.

- Chris, eso no es importante ahora. Necesitas desayunar, reestablecerte y darte una ducha – trata de esquivar el tema, no voy a permitir que le reste la importancia que merece; sólo hemos cruzado cuatro palabras, si acaso.

- ¡Quiero que me expliques si pasó algo, joder! ¿¡Por qué amanecí en tu cama, con otra vestimenta y sin parte de mi ropa interior?! – Digo exasperada, pegándole puñetazos en el pecho; le he cedido el control a mis emociones y es como el caudal de un río sin rumbo fijo. Siento como mi rostro se pone rojo de furia y sigo gritando:

- ¡Dime, no te quedes callado, maldición! No puede ser, acabamos de conocernos – miro a sus ojos y me agarra las manos para que pare, pero estoy hecha un lío.

-Cálmate, todavía estás borracha; no es lo que estás pensando, déjame explicarte... – habla calmadamente, tratando de apaciguarme, como si yo fuera un animal acorralado.

- ¡¿Entonces cómo fue?! – Lo interrumpo. - Habla de una vez... ¡eres un violador! - voy a continuar increpándolo, pero de repente un dolor y presión fuerte en el centro del pecho me detienen, intento calmarme y respirar pero no puedo, lo único que sale de mí son unos resoplidos forzados, como si me estuvieran estrangulando. Mis piernas se vuelven como de gelatina y ceden, Will me mira sorprendido un segundo pero se pone en acción rápidamente, sosteniéndome antes de que toque el suelo; llevo una mano a mi pecho tratando inútilmente de zafarme del dolor pero es imposible, duele demasiado.

Mi corazón late a una velocidad intimidante contra mis costillas, pienso lo peor, se me saltan las lágrimas, incluso. Me lleva en brazos hasta la cama y me recuesta sobre las almohadas, se sienta frente a mí.

- ...duele...mucho... - es lo único en lo que puedo pensar.

- Chris, tranquila, estás sufriendo un ataque de pánico. Mírame...mírame pequeña; ojos en mí, por favor – Dice con calma y seguridad, un tono que me hace obedecerle, mi mano resbala hasta quedar laxa a un costado.

Amor en las AlturasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora