Capítulo 34

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Ya de vuelta en Nueva York, entro en mi habitación, dejando la maleta junto al armario. Después desempacaré, ahora lo único que quiero es darme un baño para sacarme todo el cansancio que traigo.

Fijo la vista en la cama y veo que en el centro de esta hay una caja de gran tamaño, redonda, blanca y con un moño también enorme, de satín negro.

Se ve que su contenido proviene de un lugar muy costoso y refinado; es muy suave y lisa al tacto. Junto a ella hay una nota, tomo el trozo de papel arrugado. Es la caligrafía de mi madre.


"Tuve que salir para mi cita con el dermatólogo, al abrir encontré esta preciosa caja en la entrada. No quiero que pienses que soy chismosa, pero como no tenía remitente tuve que alzar la tapa para ver si había alguna pista sobre el destinatario.

Al ver que eras tú, no dudé y la puse sobre tu cama; dejé este mensaje al corre corre porque voy tarde. Hay comida hecha en la cocina.

No haré preguntas, solo diré que ese amigo tuyo es alguien importante como para dejar semejante regalo."

Con amor,

- Mamá


La dejo a un lado, retiro la tapa lentamente, expectante. Lo que parece una carta doblada por la mitad, ocupa la primera posición, la tomo entre mis dedos temblorosos.

Desdoblo el papel acartonado y de color melocotón; leo el contenido rápidamente.


"Espero que hayas tenido una buena estadía, España es un país espectacular. En el momento en que estés leyendo esto, ya habrás regresado, ojalá el vuelo de regreso haya ido igual de bien.

Quiero que lleves puesto todo lo que hay en la caja mañana en la noche. Vendrás a mi apartamento a la hora que te indicaré por Whatsapp.

Todo es nuevo, comprado especialmente para ti. Cuando lo veas, te preguntarás cómo supe tu talla...es algo que no diré, tengo mis métodos de investigación."

Espera pronto por mí, ardillita.

- Bastian O' Brien


Mi nivel desesperación y curiosidad está por encima del límite normal después de esas palabras. Tomo asiento, el duro colchón se hunde bajo mi peso, amortiguándome en caso de alguna caída por el pasmo.

El mensaje cae ligeramente sobre el cobertor lila, abandonado a su suerte como un cactus en la arena.

Sin mirar, introduzco una mano, agarrando al azar. Extraigo una caja pequeña, cuadrada y plana, en terciopelo negro, sin lazo ni adornos, enteramente lisa. ¿Será alguna joya?

La abro y quedo impactada al verla, la saco del envoltorio, cuidadosamente. Es una cadena plateada con diminutos diamantes incrustados por toda su longitud.

En el centro, la figura de una mariposa se alza victoriosa, además de los diamantes en las alas, tiene otros en color rosado pastel, formando el cuerpo del animal.

Mi boca se ha abierto por completo, en una expresión de sorpresa, un grito mudo, dirían algunos. Cierro los ojos unos segundos para procesar lo que es.

Cuando los abro, muerdo mis labios por lo atrevido y...¿sensual? Definitivamente es algo que debe saber llevarse puesto porque podrías fácilmente caer en la vulgaridad.

Joder con este hombre. La coloco nuevamente donde venía, no quiero romperla.

La aparto a un lado. Prosigo con lo siguiente; esta vez es una más grande, satinada, y de color blanco. Quito la tapa, la pongo en el suelo, desenvuelvo el papel de seda del mismo tono que la caja.

Amor en las AlturasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora