Una indomable rebeldía se había desatado en su interior y sabía que no podría hacer nada por atenuarla, pues ni siquiera tenía intención de proponérselo. Demasiados años había estado controlando sus impulsos como para ahora, cuando por fin se había desencadenado un torbellino en su interior, gastar sus esfuerzos en controlarlo.
El horóscopo le decía que era su año y todo lo que se propusiera, acabaría cumpliéndolo. Ya habían pasado seis meses desde que arrancó ese nuevo año y todavía no había sucedido nada en su vida, aunque es cierto que ella tampoco había hecho nada por provocarlo.
Hacía sólo un par de semanas que había terminado la carrera. Ya era graduada en económicas, algo que le proporcionaba cierto sosiego aunque poca satisfacción. Cada vez estaba más convencida de que había elegido esa carrera porque su novio, Miguel, también lo había hecho. El padre de Miguel trabajaba en un banco, así que se había acomodado a la posibilidad de que les ofreciera una oportunidad laboral en cuanto terminaran los estudios.
De hecho, ahora mismo estaba esperando que Miguel la llamara para contarle cómo le había ido la entrevista con el director de la sucursal del banco donde había estado haciendo las prácticas del último curso.
Cuando Carmen se está planteando si realmente quiere trabajar en un banco y si realmente está viviendo la vida que quiere, recibe la llamada de Miguel:
—¡Ya tengo trabajo! —exclama el joven al otro lado.
—¡Qué bien, enhorabuena! —responde Carmen emocionada.
—Y tranquila, nena, que antes de que acabe el verano, tendrás un puesto tú también.
—Ya... Verás, Miguel, es que yo no tengo muy claro que quiera trabajar en un banco.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Pues... No lo sé, pero no me gusta.
—Entonces, ¿para qué has estudiado económicas?
—Sinceramente, no lo sé. Supongo que porque tú elegiste esa carrera, pero no creo que vaya conmigo...
—¡Ya estamos otra vez con lo mismo! —exclama el chico molesto —:No me vengas otra vez con ese rollo bohemio, Carmen, nadie vive haciendo pulseritas.
—No es sólo pulseritas. Es artesanía...
—Las manualidades son para el colegio, nena. Tienes que pensar en el futuro. Los dos podemos trabajar en un banco, ganar un buen sueldo y conseguir las mejores condiciones para un préstamo hipotecario.
—Es que ni siquiera sé si quiero comprarme una casa.
—Pero, ¿qué estás diciendo, Carmen? ¿Qué te pasa? Hemos hablado muchas veces de vivir en una casa con jardín, en las afueras, de salir a cenar a restaurantes caros, de...
—Ese es tu sueño, Miguel. Siempre ha sido el tuyo, no el mío.
—¿Qué me estás contando? ¿Has bebido? ¿Te has fumado algo? No puedes estar hablando en serio.
—Hablo muy en serio. No me gusta ese tipo de vida. No quiero trabajar en algo que no me gusta para pagar la hipoteca de una casa que no quiero. Me apetece hacer otras cosas; experimentar, leer, viajar..., incluso escribir.
—¿Y cómo quieres viajar si no ganas dinero? ¿Y has dicho escribir? ¿Quién se gana la vida escribiendo hoy en día?
—No lo sé, pero...
—Yo te lo digo, Carmen: ¡nadie! ¡No puedo creer lo que estoy oyendo! —Miguel cada vez se muestra más enfadado —:Mira, déjate de tonterías. Descansa unos días si quieres, hasta que te consiga un puesto en mi sucursal o en otra de...
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Una nueva oportunidad
RomanceCarmen siente que ha llegado el momento de dar un giro a su vida. Acaba de terminar la universidad, no es feliz con su novio y no sabe en qué dirección está su futuro. Sólo sabe que necesita hacer algo, que tiene que tomar las riendas y vivir el mom...